Día 11

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6 de agosto de 2017

Marian, Axel y yo, nos preparamos para salir del refugio. Agarro el cuchillo, ella una rama y él arma sin balas, pero que sirve aún para golpear. Nos pusimos unas pequeñas cintitas para asegurarnos de que somos nosotros. Avanzamos a través del bosque y hay como una niebla espesa. De un momento a otro, lamentablemente nos separamos. Por suerte sabemos perfectamente como regresar y también que no debemos hacer mucho ruido para alertar a los lobos.

Soy la primera que llega a la pendiente, observo que sería imposible escalarla, demuestra más como si fuera un acantilado. Tuve suerte de no morir. Subo mi vista más arriba, entonces siento una extraña y horrible sensación, así que la bajo. Necesito averiguar cómo salir de aquí.

Observo el cuchillo y de repente escucho un gruñido, así que me giro rápido a verificar mi sospecha. Es el mismo lobo de la otra vez. Pareciera que este lobo, específicamente me siguiera a mí. Entonces una loca idea se me cruza por la cabeza.

Quiere el cuchillo...

―Oye... lobito, lobito... ―muevo el arma para verificar mi sospecha y sus ojos amarillos miran el objeto ―¿Quieres esto? ―lo lanzo ―¡Búscalo!

Me sorprendo al darme cuenta que lo agarra rápidamente con los dientes y comienza a correr. Entonces lo persigo antes de que pueda perderlo de vista.

―¡¡Eh, regresa aquí, eso es mío!! ―le grito.

Creo que fue precipitado haberlo tirado. Aunque al menos sé que el cuchillo tiene que ver con este animal. Lo sigo lo más que puedo, el pie ya no me duele tanto como antes, así que aprovecho para esforzarme un poco más. Termino por perderlo en una cueva oscura y unas piedras caen, sin permitirme seguir avanzando por allí.

―¡Maldita sea! ―me quejo y regreso.

Una vez estando nuevamente en el refugio, me encuentro con Marian y Axel, ninguno ha encontrado nada. Mientras que yo les cuento lo ocurrido, ambos me muestras las cintas de sus muñecas, como yo la mía. Luego me siento en suelo a pensar alguna nueva estrategia.

―¿Y si en la cueva hay una salida? ―levanto la vista hacia el morocho ―¿En tus búsquedas habías visto alguna cueva antes?

―No la verdad que no...

―No saldremos por ahí ―expresa la rubia indignada ―¿Cómo piensas correr las rocas que dijiste? Imagina si hay más lobos allí dentro...

―No creo, ese lobo no está con los demás ―opino.

―¡Bien! No me escuches ―se va al cuarto molesta.

―Nos quedamos solos ―. Axel se sienta a mi lado y me sonríe.

Me sonrojo y evito mirar ese hermoso verde, bajando mi vista.

―Así parece...

―¿Estás enojada conmigo?

―No ―. Vuelvo mi vista hacia él ―solo me confundes...

Levanta una ceja.

―¿Te confundo?

Me levanto del suelo.

―No puedo confiar en ti Axel, algo me escondes.

―¿A qué te refieres? ―se pará del piso también ―¿Hablas de las balas...? ―se pone serio y se detiene de acercarse hasta mí cuando ve mi expresión de descontenta ante su pregunta.

Aún no se lo había mencionado y ya lo sabe.

Frunzo el ceño.

―Exactamente ―entrecierro los ojos ―. ¿De en serio le disparaste al falso Hansel?

―Sí, lo hice ―expresa sin titubear.

―¿De dónde sacaste las balas? ―insisto.

Bufa.

―No sé... olvídalo ―se gira.

―¿Por qué evitas el tema? ―lo agarró del brazo y se suelta rápido ―¡Explícamelo! ―aumento la voz.

―¡Te he dicho que no lo sé, solo parecieron y ya! ―me grita.

―Es qué... ―presiono mis dientes ―es muy sospechoso...

―Sospecha lo que quieras ―. Camina enfadado y se acerca a mirar la ventana para ignorarme, pero yo no se lo dejo tan fácil, voy directo hasta él.

―¿Si eres inocente por qué tanto drama? ―digo en seco y sus ojos regresan a mirarme.

―No te debo ninguna explicación.

Trago saliva cuando expresa aquello.

―Tienes razón, yo soy la estúpida que algo más entre nosotros compara generar esa confianza ―me giro pero me sobresalto cuando me agarra del brazo y mi espalda choca contra su fuerte torso.

―¿Y quién dijo que no? ―susurra en mi oído y la piel se me eriza.

Me doy vuelta para encontrarme con su rostro, lo que provoca sentir su respiración. Una sensación agradable para por mi ser y no puedo evitar tener la necesidad de besarlo. Me acerco tan solo un instante y su mano pasa a mi cintura. El deseo me persigue, quiero probar esos labios otra vez.

Sin contar otras cosas...

―Axel... yo...

―¡¡El lobo, el lobo!! ―grita Marian y nos separamos rápido.

¡¿Qué quiere decir con eso?!

De repente la rubia sale corriendo de la habitación, se oye el ruido de los vidrios y el animal el cual se había llevado el cuchillo aparece ante mí. Se supone que la cueva está cerrada por piedras, pero el lobuno aparece como si nada, entra por detrás de la casa y encima sin el objeto. Esto me confunde más de lo normal.

¡¿Cómo consiguió entrar por ahí?!

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