Día 16

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11 de agosto de 2017

Me confunde, Axel dice cosas sin sentido, que cada vez más siento que no quiero saber. Oímos un ruido, el lobo desaparece y de repente la reja está abierta ¿Acaso es la salida? De algún modo no quiero averiguarlo, pero el morocho se levanta del suelo, me ofrece su mano y acepto su gesto. Traspasamos aquel enrejado, entonces por eso, la verdad se revela.

Un viento recorre todo el camino y cierro los ojos vislumbrando lo que me preocupa desde...

Hace dieciséis días...

Es raro, llegue a casa temprano hoy, hay una nota de mamá en la mesada de la cocina, claramente dice que llegara tarde a casa. Aprovecho para ocultar lo que mis estúpidos compañeros de clase, me metieron en la mochila sin mi permiso.

Drogas...

¿Quién diría que en la universidad existen esa clase de personas? Hansel es un cretino haciéndose pasar por buenito, maldito drogadicto, más falso que cualquiera. No lo culpo, su novia Marian es más histérica todavía, se la pasa criticando a todo el mundo, debe ser porque le diagnosticaron bipolaridad, hay que tener cuidado con esa loca.

Dejo de pensar en lo observadora que soy con mi curso, cuando oigo ruidos en el cuarto de arriba. Trago saliva, camino despacio hacia allí, entonces agarro el cuchillo de la mesada avanzando. Es pequeño como una navaja, pero sirve en casos de emergencia. Antes de entrar a la habitación de mi madre, la puerta se abre visualizando a mi padrastro, el cual bloquea mi paso detrás de él, obvio que algo oculta.

―Llegaste temprano ―me sonríe.

―Sí... ―giro mi vista al suelo reconociendo lencería femenina justo en ese mismo lugar ―voy a buscar algo al cuarto de mamá ―lo observo seria y pregunto ―¿Me dejas pasar? ―frunzo el ceño cuando niega.

Traidor, te descubrí...

―Permiso ―insisto e intento empujarlo, pero me agarra del brazo.

―Vamos a caminar ―expresa tranquilo y como no me suelta, no me queda otra que ceder.

Estamos fuera de la casa, pasamos varias cuadras y nos detenemos cerca de la universidad, la cual últimamente ha estado en construcción. La reserva que una vez visitaba cuando era pequeña, está creciendo y la extenderán incluso hasta aquí. Será un pueblo lleno de vegetación, como nunca lo había imaginado.

―Estúpidos lobos... ―se queja mi padrastro mirando lo que futuramente podría ser un valle ―ojala tuviera mi escopeta...

―Los animales no tienen la culpa de tu traición ―le aclaro frunciendo el ceño y regresa a mirarme.

Sonríe.

―Eres más inocente que Thais ―nombra a su sobrina ―el mundo no es perfecto, se lo dije a ella y te lo diré a ti ―me señala ―no creas en todo lo que ves, porque te equivocaras.

Presiono mi puño.

―¡¿Y en qué me equivoco se puede saber?! ―le grito.

―Tu madre y yo nos amamos, es ella quién estaba en el cuarto ―baja la cabeza bufando.

―¡Ja! ¿Y piensas que te voy a creer? ―me cruzo de brazos ―¿Por qué no salió entonces? ―señalo la pendiente ―¡¿Por qué estamos aquí?!

―Es... complicado.

―¡¿Qué es complicado?! ¡¡Traidor!! ―lo agarro de la ropa indignada.

―Aneliz... ―me toma de las muñecas y forcejeo ―¡¡Cálmate!! ―me sujeta el rostro y me mira dándose cuenta ―¿Estuviste tomando drogas? Eso no está bien...

Me suelto sacando el cuchillo.

―¡¡Traidor!! ―repito.

―No soy un traidor y baja eso ―me aclara ―tu madre está enferma Aneliz, no puede verte, esa es la razón.

―¡¡Mientes!! ―agito el arma filosa.

―¡¡Es la verdad, baja eso!! ―aumenta la voz.

Intento atacarlo en mi estado de poca lucidez por el efecto de la droga y termino por tropezándome, cerca de la pendiente. Mi padrastro intenta atajarme, pero no logra sostenerme y me caigo. Uso el cuchillo para engancharlo con algo, pero me equivoco y termino cortándome el dedo anular junto con el meñique. Más ruedo por aquella caída, más golpes recibo. Mi tobillo se fractura y luego recibo un golpe fuerte en la cabeza, llenándome de sangre. Todo pasa tan rápido y tan lento a la vez que no comprendo que sucede, como si el tiempo no me haría caso. Todo da vueltas, todo es horrible y termino por desmayarme por cada sensación.

Cuando estoy tirada en el suelo oigo un aullido, abro los ojos lentamente y visualizo a Chris. Los paramédicos oyen el llamado del lobo y es de mucha ayuda para encontrarme en aquel lugar lúgubre. Pierdo la conciencia por segunda vez y después despierto en el hospital.

Levanto la vista y visualizo a un chico de cabello oscuro en la otra camilla ¿Dónde lo he visto antes? Parece concentrado en lo que lee.

―¿Qué estás leyendo? ―le pregunto tranquila y curiosa.

Sus ojos verdes se giran a mirarme.

―"Como tratar con las pesadillas de una persona en coma" ―me contesta sonriente ―pero parece que ya no lo necesito... ―lo apoya en la mesita que está al costado y se acomoda en la camilla.

―¿Coma? ―lo observo confundida ―¿Pesadillas?

―Y si gritas mientras estás inconsciente, no es mi culpa ―se ríe y se cubre con la manta ―al fin podré dormir.

Frunzo el ceño.

―¿Te burlas de mí?

―¿Cómo puedo burlarme de alguien que estuvo inconsciente dicaseis días? Te he hablado, pero no te callabas, me hiciste levantar aunque tengo el brazo roto ―explica ―. Que desubicada.

―¿Y qué te paso a ti? ―pregunto más curiosa todavía.

―¿Qué te importa? Cállate...

Bajo la vista triste, recordando lo ocurrido y aunque ignoro lo que me dijo, cuento lo mío, pero más para mí misma.

―Yo hice cosas que no debía... ―él se descubre la manta y me observa ―juzgue sin pensar a mi padrastro, no me di cuenta de lo que estaba padeciendo mi madre y encima la ignore, empeorando las cosas, me metí con personas que no eran buenas influencias y termine drogándome... ―mis ojos se humedecen ―me siento una traidora... una mala persona...

―Estoy seguro que estás a tiempo de arreglarlo... ―me sobresalto cuando me contesta y entonces lo miro detenidamente ―por cierto, soy Axel...

―Axel... ―repito ―creo que soñé contigo...

El día once de agosto, un viernes a la mañana, desperté de una pesadilla, pero no de dieciséis días, era de un sueño profundo de hace bastante tiempo, del cual no me había dado cuenta hasta ahora. Ignorar lo que vivimos es normal, pero a veces hay que detenerse y darse cuenta de que la cosa que nos persigue, esa mala sensación, somos nosotros mismos, y entonces podremos mejorar aquello en lo que erramos, reconociendo nuestros errores, para así poder arreglarlo. Eso es lo que le faltaba a mi vida, aceptarlo y al final logre.

El fin.

16 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora