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La alarma de su celular sonó, bueno era que la tenía configurada a las seis de la mañana, los cinco días de clases. Sacó su celular del bolsillo para apagarla y el papel que había conseguido la noche anterior cayó al suelo, lo levantó rápidamente, pues Cas tenía un extraño gusto con comer papel; le echó un vistazo, era un número de celular, esto se le hizo raro, así que guardó el número en sus contactos para después averiguar más sobre ello, dejó el papel a su lado y se levantó con una inmensa flojera, de no ser que necesitaba el dinero para pagar la renta, el agua, gas y todas esas cosas, se habría quedado ahí en el sofá, todo el día; después de todo, ¿para que levantarse si ella no estaba ahí?

Fue a la cocina y comió lo primero que vio, una pera; sacó la comida de Cas de la alacena y la puso en el plato destinado al gato con el que ya se había encariñado, éste comió un poco y ronroneo en el pie de su amo, se veía más contento de lo habitual, todo lo contrario, a Joe, pues no parecía estar muy contento ese día, tuvo un sueño pesado y ser interrumpido por la estrepitosa alarma no era nada agradable. Se vistió decentemente y salió de ahí para llegar a su trabajo, la escuela.

Lo bueno es que ya era viernes.

Cuando llegó al salón de su clase ya había varios alumnos sentados en sus pupitres, esto le asustó, pues solían llegar después que él, revisó la hora en el reloj del aula, faltaba media hora para que las clases comenzaran, suspiró y se sentó frente a su escritorio, una niña se levantó y caminó hacia él, se paró a su lado y le dijo algo en voz baja.

-Lo siento, emm...

-Laura, maestro.

-Ah, Laura, perdón, aún no me aprendo sus nombres. No te escuché, ¿Qué pasó?

-Es que Ámbar no va a venir hoy, anda muy enferma y ella quería que usted supiera para que no le baje calificación.

-Está bien, no lo haré, gracias por decirme. -Joe estuvo a punto de olvidar que les había dicho que faltar quitaba puntos a menos de justificar sus faltas. -Dile que me traiga su justificante la próxima clase.

-Claro, profe. -sonrió la niña con nervios y regresó a su lugar. El timbre sonó y comenzó la clase.

Aquel día explicó el porqué de la importancia de las pinturas rupestres en el arte posterior a estas, fue una clase interesante, más para él que para sus alumnos, la mayoría parecía haberse aburrido y uno que otro anotaba con emoción lo que Joe contaba, éstos últimos le alegraron la mañana, adoraba que al menos a una persona le gustara lo que a él le apasionaba, estaba por explicar la música prehistórica cuando sonó el timbre, su primera clase había acabado.

Woah, me pasé dos horas explicando. Eso es nuevo. Pensó y salió a respirar un poco de aire fresco, tenía dos horas libres hasta su siguiente clase, así que compró un sándwich en la cafetería y se dispuso a marcar el número que sacó de la caja de metal la noche anterior. Se sentó en una banca que estaba cerca de la entrada y buscó el contacto en su celular, guardado con el nombre "Desconocido", cuando lo encontró, respiró con un aire de miedo y, a segundos de presionar la tecla de llamar, fue interrumpido por uno de sus alumnos.

-Hola, maestro. -dijo el muchacho. -Soy Edmundo, de la clase que acaba de dar.

-Hola, Edmundo, ¿Qué pasó? -dijo algo molesto en el interior por ser interrumpido.

-Me gustaría saber más sobre el arte prehistórica, todo lo que nos contó en la clase me gustó mucho.

¿Qué no puedes esperar a la siguiente clase? Pensó casi involuntariamente, sonrió intentando ocultar su molestia y dijo:

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