Dejé que me sacaran de la sala de interrogatorios y sabía que me llevarían de nuevo a la celda de carbón, a la cual llegaríamos pasando por el puente, pasando por mí esposo.
Afuera de la sala había 7 hombres más que apuntaban a la puerta y que vinieron con nosotros, rodeándome. Pasamos el resto del pasillo y llegamos al puente donde varios agentes trabajaban lenta y perezosamente y no nos prestaron mucha atención.
Mi esposo estaba en medio de la entrada mirando al frente, hacia las nubes que sobrevolábamos.
Saqué la poca fuerza que quedaba en mi hambriento cuerpo y con mi telekinesia empujé a los agentes para congelarlos en posiciones más o menos normales, para que no llamaran la atención de inmediato. Seguí caminando hacia mi esposo con las manos esposadas atrás y con confianza.
– ¿A quién crees que engañas con ese disfraz? – le dije cuando me puse a su lado e imité su posición sólo que mucho más bajita, midiendo yo un metro sesenta y él casi dos.
– ¿Eh? – dijo él volteándose hacia mi notando de inmediato mi cabello y mi rostro, era una copia morena de mi mamá. Incluso nuestros cuerpos se parecían. Pero él se fijó en que en verdad no era La Viuda Negra. – ¿A qué se refiere?
– Sé que eres tú, Loki. Necesito que me digas qué haces aquí, luego me sigas y hagas lo que te diga, ¿ok? – le dije mirando a los agentes a mi lado y luego a él, en ese momento se dieron cuenta de quien era y sacaron sus armas. Escuché a mamá gritando desde detrás de los agentes congelados en el portal de entrada, ordenando a todos en el puente que nos apuntaran. – No te preocupes, me apuntan a mí, no a ti.
– ¿Qué es esto? ¿Cómo sabía que iba a venir? – él preguntó levantando las manos y volteándose.
– No sabíamos. Fue una sorpresa. ¿Qué viniste a hacer aquí, de todos modos? – entrecerré un poco los ojos con curiosidad, ignorando el dolor de cabeza y la violenta hambre que me causaba usar tanto mis poderes prácticamente en ayuno.
Él miró a los agentes que eran empujados del portal para que pudieran pasar otros.
– Quiero ser agente de SHIELD. Quiero asilo, aunque quizás me den cárcel, y poder ayudarlos con otros reinos. – dijo rápidamente palabras ensayadas. Eso no era propio de él pero me recordé que él era una versión más joven de mi esposo.
– Oh. Bueno, vienes conmigo entonces. – me reí.
Nos iban a súper encerrar, me reí un poco más y descongelé a los agentes que corrieron hacia nosotros con rabia.
– ¡No hagas eso! – me gritó mi mamá y temblé por un momento. Nunca me regañó en mi vida.
Volteó a Loki y le puso esposas.
Ella aun no sabía quién era en realidad por la ilusión que tenía puesta, pero era aliado mío obviamente, así que sólo por eso se merecía esposas y celda de carbón.
– Puedes quitarte la ilusión. – le dije tranquilamente. Él miró a mi mamá inseguro de si era buena idea. – Tranquilo, ella no te hace nada. – me reí de nuevo. En verdad esperaba verlos pelear para que se volviera más ridícula la situación y tener una mejor excusa para reírme que mis propios nervios.
Loki se quitó la ilusión del agente y cuando lo vieron todos se asombraron, apuntándolo ahora a él directamente.
Había puntitos rojos de rabia alrededor de nosotros dos, esos cositos siempre me mareaban. Loki también vio los puntitos, que tenían el mismo efecto en él, así que cuando sacudimos la cabeza al mismo tiempo y de la misma manera, me miró, vi en sus ojos la intriga del porqué lo habría hecho.
Mi mamá nos empujó a los dos hasta que llegamos a la celda de carbón.
– ¿Pueden traer comida? Por favor. – pregunté otra vez.
Mi mamá estaba apunto de decirme agresivamente que no pero vio mi rostro, el cual estoy 100% segura de que se veía esquelético, y asintió, confundida porque hace unos minutos juraría que estaba tan saludable como ella. Mi metabolismo es una locura y me desgasta por completo si uso seguido mis habilidades sin tener como reponerlo.
Nos quitaron las esposas y fui directo a recostarme en el suelo, con las piernas hacia arriba para ayudar mi circulación, me temblaban del cansancio.
Loki buscó una de las sillas y se sentó frente a mi rostro.
– Entonces, ¿qué está pasando? ¿Quién eres?
Me reí débilmente. Tenía los ojos cerrados y la mano recostada en mi frente, tapando la luz.
– Me llamo Leia, mucho gusto. – sonreí.
– Loki, es un placer. – tenía un tono sarcástico; así se parecía más a mi esposo: riéndose de una situación rara y ridícula. – En serio, ¿quién eres? ¿De dónde eres?
– Nací aquí en La Tierra, soy agente de SHIELD...
– No te creo.
Abrí los ojos solo para mirarlo mal y confundida.
– ¿Qué? Si trabajo en SHIELD. – me defendí.
– ¿Entonces por qué estas en una celda de máxima seguridad conmigo?
– Porque ellos tampoco me creen.
Bufó, riéndose un poco.
– ¿Cómo es eso posible? – apoyó sus codos en sus rodillas y escuché su voz más cerca. Su voz era lo más sensual en él, sobre todo si se acercaba así mientras yo mantenía los ojos cerrados.
Me acordé de la vez que él me había dicho "La primera vez que te vi no podía contenerme de acercarme más. Tu siempre inspiras confianza y, aja, también es que ese día te veías resplandeciente"
El día que me lo dijo, cuando tenía veintitantos años, yo me reí de él porque nos conocimos en un club nocturno bien entrada la noche, cuando mi clase y yo celebrábamos habernos graduado y terminado las pasantías en el campo oficialmente, por lo que yo estaba sudada, despeinada y definitivamente no resplandeciente.
Pero ahora me preguntaba si en realidad no estaba hablando de este encuentro, que debía ser el primero para él, aunque, dada la situación y mi aspecto famélico, dudaba que fuera algo más que una buena línea para enamorarme.
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Vidas Desorganizadas
Science FictionLeia Fury pasa el año nuevo con su esposo a cargo de la maquinaría que su padre le dejó a cargo. Una máquina del tiempo averiada la lleva hasta el mismo día en el que fue creada. Al probar quién es a sus padres, la siguiente piedra...