Capítulo 5- En problemas

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4 de Marzo - Época de Ichtheis

FABIO

«¡Mierda, mierda y mierda! ¡Tenía sólo un maldito trabajo y la he perdido de vista!».

Miraba en todas las direcciones, desesperado por encontrar algún indicio de donde podía hallarse la guardiana. El plan de ser discreto se había ido al garete cuando los Téfra aparecieron, ahora mi prioridad era encontrar a la chica y protegerla.

Intenté buscar su aura, pero entre la angustia y la desesperación no podía concentrarme, lo cuál me llenaba de frustración y me distraía aún más. Era un círculo vicioso lamentable.

Me adentré en la casa y esta vez no me molesté en ser cuidadoso. Arrollaba y empujaba a cualquiera que obstruyera mi paso, dejando un camino de insultos y maldiciones atrás. Sin importarme, me subí sobre el primer asiento libre que vi para ganar altura. Fijándome mejor, parecía ser una mesa, me daba igual. Aun así, seguía sin verla por ningún lado.

—¡Tú, el de cabello verde! —grité todavía sobre la mesa a un chico que estaba a mi lado. El único adolescente con cabello teñido de aquel ridículo color alzó la vista—. Una chica alta, vestido rojo y cabellos marrones. Creo que iba un chico punk. ¿Los has visto?

El tipo me observó desconcertado. Normal, ya estaba muy grande para subirme sobre mesas y gritar, pero no iba a darle detalles del asunto.

—¿Vestido rojo y cabello castaño? No sé. —Llevó la mano al mentón y se tomó unos segundos para pensar. «Athenea, dale sabiduría y haz que mueva el puto culo por favor». Chasqueó sus dedos, parecía haber recordado algo—. Chico punk. ¿Te refieres a Michael y a Aria?

—¡Sí, Aria!

Me bajé de la mesa y tomé sus hombros. El pobre chico se echó hacia atrás y me miró asustado, puede que me estuviera pasando un poco.

—¿¡Donde están!?

—Acaban de subir las escaleras, supongo que entraron en una de las habitacio-

Eso me bastaba. Aparté al sujeto y atravesé la sala de estar en dirección a las escaleras. No podía evitar mirar en todas las direcciones posibles, temía encontrarme con los Téfras sabiendo que estaban tan cerca de mí. Ya me había enfrentado a muchos de ellos en el pasado, pero una fiesta llena de humanos no era una situación favorable en lo absoluto, y lo que era peor, tener a una guardiana a la que debía proteger de por medio.

Logré atravesar la gentuza y llegué hasta el pie de las escaleras. Me fijé que a un lado de estas había una mesa, donde se hallaban diferentes tipos de bebidas y vasos. Sin embargo, lo que llamó mi atención fue la caja de cigarrillos y el encendedor que estaban puestos uno al lado del otro. Disimuladamente tomé el encendedor y me lo guardé en la chaqueta que llevaba puesta. Por el rumbo que iban las cosas, la iba a necesitar pronto.

Subí las escaleras de tres en tres hasta dar con el segundo piso. Tenía en frente un pasillo con varias puertas de par en par. Fui examinando una por una tan rápido como podía: habitación, habitación con pareja besándose, baño, habitación... Me estoy acercando al final del pasillo cuando me topo con una puerta cuyo pomo no se movía. Tenía seguro.

—Ocupado —oí decir a un chico al otro lado.

Sin la más mínima intención de hacerle caso, me hecho hacia atrás y embisto la puerta con todo mi cuerpo. Para mi suerte, la derribé a la primera.

La guerra del zodiaco I: Fuego EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora