Prólogo

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Son pocos los que conocen la vedad tras los inicios del mundo, aquella en la que los dioses intervinieron y con su poder repartieron el mundo a su cuidado.

Miles de años atrás, cuando la tierra fértil gobernaba en el mundo y el hombre apenas empezaba sus primeros pasos hacia la evolución; los primeros dioses, Urano y Gea, crearon un guardián de apariencia humana que velara por la vida en el mundo y cuidara a todos sus habitantes por igual. Este ser semidivino fue llamado Acuario.

Sin embargo, después de la victoria de Cronos sobre Urano en la mitología, también creó al guardián Capricornio. Un ser contrario a Acuario que no velaría por la tierra, si no que buscaría el mal en el mundo. Enseñó la guerra a los humanos y destruyó la belleza terrenal con incendios y tormentas. Fueron cientos los años que ambos guardianes cumplieron sus funciones, viviendo en relativa paz con el objetivo de mantener un equilibrio entre el mal y el bien. Incluso cuando Cronos fue derrotado por Zeus, ninguno dejó jamás de ser fiel a la labor impuesta por sus creadores.

Pasaron los años y el Olimpo se fue haciendo más grande, dando fin a la era de los titanes para la llegada de nuevos dioses. En búsqueda de una ayuda para Acuario y Capricornio, crearon más guardianes a su propia imagen y semejanza, adquiriendo las virtudes e imperfectos de cada dios con el fin de poder complir sus funciones en la tierra.

Ares, dios de la guerra, creó a Aries. Decidido, lleno de ira y entusiasmo, pero con una ardiente pasión por la guerra. Supervisaba las disputas en los reinos de la tierra.

Helios, señor de la luz, creó a Leo. Seguro y egocéntrico, pero con un corazón noble. Controlaba las luces que caían del cielo, evitando los incendios y sequías sobre los bosques.

Zeus, dios de los truenos y rey del olimpo, creó a Sagitario. Aventurero y entusiasta, pero a la vez frívolo y precoz. Vigilaba las tormentas eléctricas creadas por su padre.

Guardianes entusiastas, orgullosos y preparados para lo que el destino les pusiera, eran la representación viva del fuego.

Hera, la diosa del matrimonio, así como hermana y esposa de Zeus, creó a Tauro. Decidida, conservadora y tranquila; en nombre de su madre aprobaba y bendecía aquellas parejas enamoradas dispuestas contraer matrimonio.

Atenea, diosa de la sabiduría, creó a Virgo. Joven hermosa, modesta e inteligente, reconocida en todos los reinos de la tierra por sus ingenio y perspicacia. La gente viajaba desde muy lejos para oír sus consejos de cualquier tema ocurrido: espirituales, pecuniarios, estratégicos, románticos.

Aún con la misión y labor de Capricornio, debiendo sembrar el mal en el mundo, los dioses no hacían vista ciega a la actitud tímida, gentil e inteligente de la guardiana. Ella y sus hermanas Virgo y Tauro se convirtieron en la representación de la fértil tierra.


Hermes, mensajero de los dioses, creó a los hermanos Géminis. Uno mortal, retraído y temeroso, nacido sin poder alguno, fue separado de su hermano y alejado del mundo divino para vivir entre los humanos. Por otra parte, el otro Géminis y verdadero guardián, era el mensajero de los reyes y campesinos en el mundo.
Afrodita, diosa de la belleza, creó a Libra; un guardián pacifista, optimista, romántico y coqueto como su creadora. Como cupido, sembraba el amor en el mundo, enamorando a lod humanos para entregarse en cuerpo y alma.

Ellos, amantes de la libertad e inteligentes al igual que Acuario, eran la representación del veloz y salvaje viento.

Artemisa, la diosa del bosque y de la caza, creó a Cáncer; emocional y cariñosa, amaba y protegía a todos los seres vivos por igual, fuera al más fuerte de los humanos o a una indefensa hormiga.

La guerra del zodiaco I: Fuego EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora