Finalmente estaba todo en calma. Su alma, su mente y su corazón, seguir adelante es difícil luego de una pérdida tan significativa, pero siempre se puede, eso creía Otabek y por eso es que se sentía feliz, luego de casi dos años y medio, había alcanzado la paz que tanto había necesitado.
Aún vivía con Jean, porque era cómodo para ambos y ya era costumbre salir juntos a hacer cosas, ya fuera visitar a Nathalie o solo acompañarse a almorzar; le gustaba la compañía de su amigo, era buena y reconfortante, sabía que con él no necesitaba decir nada porque le entendería bastante bien, los silencios jamás eran incómodos y, de hecho, le apremiaba para que retomará todo lo que le gustaba hacer.Otabek retomó su música pero ya no a nivel profesional, era más para él y Jean, que siempre estaba por ahí cuando recién hacía algo nuevo. Se sentía bien volver a ser él.
Ese día, en su trigésimo segundo cumpleaños, Nathalie le invito a comer a su casa y le preparó su comida favorita, le horneó un pastel y le entregó un regalo muy tierno. Haciendo de la tarde un momento muy dulce.
— ¿Quieres comer algo más, cariño?
—No, estoy bien, gracias.
— ¿Seguro?—se puso de pie y tomó la taza vacía—. Puedo traerte un poco más de café o darte otra rebanada de pastel.
—Creo que ya he comido demasiado por esta noche—murmuró, acomodándose en la silla.
—Yo si quiero más pastel, mamá—Jean le acercó el plato a su madre, con una sonrisa inocente.
La mujer rodó los ojos y sirvió un pedazo pequeño, devolviéndoselo.
—No más, Jaques, debe quedar un poco para que se lleven a casa.
—Mamá, con toda la comida que nos empacaste tendremos para comer un mes.
—Mejor, deben dejar de comer en la calle cualquier tontería, comienzo a verte la cara más redonda y cuando parezcas cerdito nadie te va a querer.
— ¿Qué?—frunció el ceño y sonrió divertido—, ¿ni siquiera tú, mamá?
—Ni siquiera yo, menos Otabek.
Otabek, quien había querido quedarse al margen de su pelea, sólo los veía divertido, sin decir nada en defensa o contra de ninguno.
—Mamá, Otabek me querrá aunque sea una bola y tenga que rodar escaleras abajo para salir del departamento.
— ¿Cómo estás tan seguro? ¿Ya le preguntaste?
—Hm, no, pero...
—Entonces no lo sabes y yo digo que no.
—Beka, dile a mamá que me querrás aunque este gordo.
Soltó una risita baja y negó con la cabeza, provocando una carcajada en Nathalie quien no se había esperado en verdad esa respuesta, Jean hizo una expresión de clara ofensa y posó una mano en su corazón como si le doliera por lo sincero que su amigo había sido.
—No me malentiendas—continuó, poniéndose de pie para ayudar a Nathalie a limpiar—, se que aún haces ejercicio por la mañana, te he escuchado, así que no creo que te pongas gordo.
—Oh, Beka—Nathalie sonrió enternecida y acarició las mejillas del joven, con tanto amor maternal que puso al otro un poco avergonzado—, eres sencillamente adorable y sincero.
—No estoy seguro de eso, pero gracias.
La mujer beso su frente y lo abrazó con mucho cariño, con todo el cariño que le tenía, relativamente lo conocía desde hace poco, pero era claro que se había ganado un espacio muy especial en su corazón.
Jean sonrió viéndolos a ambos, era adorable ver a Otabek tan avergonzado, su corazón había comenzado a saltar en su pecho, como tratando de escapar, y ni siquiera se había dado cuenta de que sus mejillas estaban rosas.
Tragó saliva, desviando la mirada para tomar su plato y caminar a la cocina con prisa, ignorando por completo de lo que ellos hablaban. Suspiró pasándose una mano por la nuca, algo nervioso, desde aquella vez en el mirador que no había encontrado la oportunidad para decirle de nuevo que lo quería. Y ahora no sólo quedaba en la frase de me gustas, ahora estaba más que seguro que estaba enamorado de su amigo, pero pensar en decirle era tan tortuoso que no podía ni pensar en decirlo en voz alta.
—Hey—Beka entró a la habitación, con los platos sucios en las manos—. Desapareciste.
—Vine...a robarle café a mamá.
Sonrió levemente y asintió, comenzando a lavar los trastes.
—Gracias...por traerme y dejar que tu madre me hiciera de comer.
—Ah, no es nada, mamá estaba entusiasmada.
—Gracias de todas formas, eres un buen amigo.
Soltó un suspiro involuntario, tragó saliva y sus labios se despegaron como si las palabras fueran a salir solas.
—Beka...
— ¿Qué haces, Jean?—su madre le dio un golpe en la mano—, te enseñé a ser atento con los invitados.
—Mamá...—suspiró, no sabía ni que decirle ahora, le había interrumpido en un pésimo momento.
—Nada de mamá, ponte a lavar los trastes.
Nathalie continuó regañándolo aún después de que hizo lo que le pidió, Beka trataba de que no se diera cuenta de que se burlaba de él y Jean comenzaba a resignarse, tal vez nunca podría decirle.
Hey y'all!
Aquí el cap 8, el que sigue es el último corazones
Como dije en el mensaje que recientemente publiqué, quiero acabar todos los fics que tengo pronto, así que acortare los que iban a ser muy largos a diez caps o un poquito más, tengo...unos problemitas emocionales ahora y no tengo muchas ganas de alargar los fics jejeEn fin~ muchas gracias por su atención y por pasarse por este fic
Gracias por leer, votar y comentar
Lof, smooches y galletitasRae Rae (◡‿◡✿)
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Until my heart stop
FanfictionSi JJ tuviera que describir a Otabek en una palabra utilizaría tristeza, porque siempre parecía irradiar esa aura cargada de nostalgia, también pensaría en fuerte, porque después de todo lo que perdió y lo que estaba a punto de perder...sabía que se...