Se sentó junto a Otabek y rodeo sus hombros sin decir nada, le vio suspirar y dejarse hacer sin muchas ganas, viendo al suelo. Por un segundo no supo qué decirle, al funeral habían asistido las enfermeras y el doctor de Sean, un par de pacientes del hospital que habían conocido al niño y lo llegaron a estimar, él y su madre, y el resto de la sala estuvo vacía.
Otabek le había contado que los pocos amigos que tuvo alguna vez y la familia de su difunta esposa se alejaron cuando Sean recayó. Jean no podía entender cómo es que le habían dejado solo cuando más necesitaba apoyo.Beka también había vendido la casa en la que solían vivir para pagar el tratamiento, en su departamento había sólo un par de cosas esenciales. Otabek estaba solo y sin casi nada, además parecía que toda su razón para vivir se había ido con su hijo.
Su madre estaba preocupada como él, no querían dejarle solo porque pensaban que podía hacer alguna tontería y Jean estaba aterrado con sólo pensarlo, aunque Beka no parecía de ese tipo de personas prefería prevenir a lamentar después otra pérdida.
—Gracias por venir —murmuró luego de un rato callado, viéndole a él y luego a Nathalie—. Siempre creí que iba a estar solo cuando llegara el momento pero es bueno ver qué no soy el único que extrañará a Sean.
—No podíamos dejarte solo —le sonrió levemente, entre las manos de su amigo estaba el peluche favorito del pequeño.
—Me refiero a...gracias por quedarse hasta el final —suspiró, sus ojos no se veían rojos por llanto pero su rostro y su mirada estaban perdidos en la nada—, no tenían que hacerlo.
—Un padre jamás debería enterrar a su hijo —murmuró Nathalie, posando una mano en la del mayor.
—Creo que esa frase es de una película o un libro —contestó intentando sonreír para aligerar un poco el ambiente.
—Pero es muy cierta, ¿no lo crees?
Asintió soltando un suspiro muy largo y cansado. Se puso de pie sin prisas y volteo a verlos.
—Encontraré alguna manera de compensarles lo que hicieron por él y por acompañarme, son...los primeros amigos que tengo que se quedan cuando la situación es complicada.
—Los verdaderos amigos hacen eso, Ota —Jean se puso de pie también, tomando su mano de inmediato.
—Gracias —murmuró mirando a la nada por la ventana—. Creo que es hora de que vuelva a casa, me gustaría tratar de dormir un poco.
— ¿Quieres que te lleve?
—No dejes a tu madre botada por mi.
—No te preocupes por mí, Otabek —Nathalie se levanto para darle un fuerte abrazo, lleno de cariño maternal—. Vengo en mi auto y puedo irme a casa sola, sin problemas, deja que Jean te lleve.
—No quiero ser una molestia.
—No lo eres —le aseguró volviendo a rodear sus hombros.
—Está bien, creo que estoy demasiado cansado para caminar —se resignó por completo, tal vez el viaje le distrajera un poco y lograra dormir en verdad al llegar a casa.
Caminaron sin prisas al estacionamiento, se despidieron de Nathalie, subieron al auto y Jean apago el radio para que no molestara a su amigo. El camino fue silencioso porque ninguno supo qué decir en realidad, era extraño que Jean se quedará sin temas de conversación pero parecía que también ocurría.
Cuando el auto paró frente al edificio, intercambiaron una larga mirada y una pequeña sonrisa, una más forzada que la otra.
— ¿Necesitas algo más?
—No, creo que estaré bien.
— ¿Seguro?
Asintió y desvío la mirada.
—Gracias por traerme.
—Me agradeces mucho últimamente.
Se encogió de hombros, restándole importancia.
—Me he dado cuenta que no soy lo suficientemente agradecido.
—Creo que exageras.
Se miraron un rato más, Beka parecía no querer bajar del auto y Jean no sabía que decir, de verdad que no, ¿qué le dices a un padre que acababa de perder a su único hijo?
—Llámame si necesitas algo, no importa la hora.
Asintió y abrió la puerta, bajando sin prisas.
—Nos vemos —murmuró antes de cerrar y comenzar a caminar dentro del edificio.
Sus pies se sentían pesados, su cuerpo no quería llegar al departamento porque sabía que los recuerdos le azotarían de la peor forma, pero tenía que ser valiente y aceptar la verdad antes de que se derrumbara sin razón.
Tomó un baño caliente y se puso la ropa para dormir, estaba tan intranquilo que por su mente pasó la idea de llamar a Jean. Pero no, se recostó y cerró los ojos, no quería ver nada que le volviera a llenar la cabeza de recuerdos.
Se quedó en silencio un rato, inmóvil, escuchaba el segundero del reloj avanzar, su respiración intranquila y los sonidos de la calle.
La cama se sentía enorme, el techo parecía irse elevando a cada segundo y se sintió pequeño en su propio lecho. Quiso sacar una mano de las cobijas y buscar el teléfono, llamar a alguien y pedir compañía, pero de repente se sentía invadido por el miedo... ¿por qué tenía miedo de sacar la mano de las cobijas?, no tenía idea, solo no quería hacerlo porque sentía que algo malo pasaría, ¿sería que todas las personas que quería estaban destinadas a dejarlo solo?
El timbre sonó, provocando que abriera los ojos y se levantara con prisa, huyendo de esa cama que jugaba con sus percepciones. Abrió despacio y se sorprendió al encontrar a su único amigo del otro lado, apretó los puños y terminó de abrir la puerta.
—Beka...
Dio un par de pasos, acortando la distancia y abrazándole con fuerza, con los ojos cerrados. Otabek no era alguien muy afectuoso pero Jean sentía su dolor en ese abrazo.
Correspondió con calma y se metió al departamento, esa noche, ninguno durmió solo.Hey y'all!
Aquí la conti que seguro querían :3 gracias por leer el anterior aunque quisieran matarme xD
Gracias por leer, votar y comentar!
Lof, smooches y galletitasRave (◡‿◡✿)
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Until my heart stop
FanficSi JJ tuviera que describir a Otabek en una palabra utilizaría tristeza, porque siempre parecía irradiar esa aura cargada de nostalgia, también pensaría en fuerte, porque después de todo lo que perdió y lo que estaba a punto de perder...sabía que se...