Si JJ tuviera que describir a Otabek en una palabra utilizaría tristeza, porque siempre parecía irradiar esa aura cargada de nostalgia, también pensaría en fuerte, porque después de todo lo que perdió y lo que estaba a punto de perder...sabía que se...
Las siguientes veces que se vieron ya no fue casualidad, JJ siempre se topaba a Beka y a Sean en el mismo restaurante, comenzaba a hacerse rutina cenar juntos y llevarles a su casa. Le gustaba, sentirse parte de algo y convivir con un niño que era adorable a pesar de las circunstancias en las que vivía...Sean era el niño más fuerte que había tenido el honor de conocer.
A veces acompañaba a Otabek a las quimioterapias, sabía que al pequeño le gustaba entrar solo y que al mayor no le parecía ni un poco, así que le aseguraba al menor que cuidaría de su padre hasta que volviera. Así solo había conocido más de la historia del menor.
—Sean fue operado, poco después de que lo diagnosticaron —le contó una tarde, mientras esperaban al otro—. Mejoró un tiempo...y hace unos meses volvió a enfermar de la nada, le empezaron a dar la quimio pero el doctor no me dice si ha funcionado o no.
— ¿Y otro transplante?
—No hay, no soy compatible y la familia de Yuri se alejó en cuanto supieron que Sean enfermo de nuevo —suspiró y sonrió cansado—. Estoy desesperado...pero no me doy por vencido.
—El tratamiento debe funcionar.
—Eso espero, de verdad...
Mila, la enfermera de siempre se acercó para avisarles que había terminado el tratamiento, pero que Sean quería ver a JJ y el doctor a Otabek. Los dos intercambiaron una larga mirada, Jean se puso de pie y camino hasta la habitación privada donde dejaban que el pequeño se quedara mientras el padre iba a buscar al médico; en su mente, Leroy suplicó mentalmente por buenas noticias.
Abrió con calma y cerró tras él, deteniéndose al ver al pequeño acomodarse en la cama, aún no se cambiaba y tenía la intravenosa del suero en el brazo.
—Sean —le llamó, caminando hasta él.
El niño le sonrió y se acomodó, como emocionado con su visita.
— ¿Cómo te sientes?
—Quiero vomitar murmuró ignorando la gelatina que esperaba por él en la bandeja del mueble junto a la camilla—. Pero estoy bien...preocupado —agregó luego de una pausa.
— ¿Qué te preocupa? —preguntó acercándose para sentarse en la orilla de la cama.
—El doctor dijo que tengo que quedarme aquí.
Hubo un silencio prolongado en el que el mayor no supo qué decir.
—Papá se pondrá triste.
—Lo hará —asintió, viendo al menor con atención.
— ¿Seguirás siendo su amigo? —preguntó estirando la mano para tomar la de Leroy, muy preocupado—, ¿aunque tenga que vivir aquí por mi culpa?
Le sonrió enternecido y acarició su mejilla, peinando sus hebras doradas hacia atrás, tratando de calmarle.
—Seguiré siendo su amigo.
— ¿Incluso cuando yo no este?
Sintió su corazón apretarse en su pecho y suspiró de nuevo, intentando sacar así todo lo que tenía en su interior.
—Tú no vas a ir a ningún lado —le dijo serio, viéndolo a los ojos.
—Sé que lo haré —le sonrió tranquilo, sin soltar su mano—. Pero no quiero que papá se quede solo por mi culpa, sólo nos tenemos el uno al otro.
Tragó saliva y esbozó una sonrisa, la más sincera que tenía.
—Te prometo que seré su amigo para siempre.
—Gracias, Jean —le regaló una de esas hermosas sonrisas que sólo Sean podía dar, apretando un poco más su corazón.
—Sean —le llamó sin saber en realidad qué decir.
La puerta se abrió y Otabek entró, parecía un zombi, con los ojos levemente rojos y la expresión más derrotada que se podía ver en el rostro de una persona. Tragó saliva y se puso de pie, como si estuviera usurpando el lugar al lado del pequeño.
—Bebé...
—Está bien —se apresuró a decir el niño sin inmutarse.
— ¿Estás seguro?
—Lo estoy —murmuró acomodándose bien en la camilla, como buscando la posición más cómoda.
—Sean —se inclinó y abrazó al niño, se sentía un terrible fraude, con su hijo, con su difunta esposa y con todos.
—También te amo, papá —dijo correspondiendo al abrazo—. No te preocupes, estarás bien.
—Me preocupa más como estarás tú.
—Estarás bien —reafirmó, volviendo a sonreírle.
Estuvieron abrazados un rato, Jean no dijo nada porque sabía que no debía hacerlo, no era bueno interrumpir en algo tan intimo; estuvo a punto de irse cuando el pequeño le pidió que se quedara para que le contara esa historia que tanto le había presumido Nathalie cuando la conoció.
JJ no era una persona religiosa, pero en ese preciso momento deseo saber a quién podía rezarle por el bienestar de Sean. Suspiró algo triste y le sonrió al niño que lo observó con su gesto dulce, sereno, muy sincero, se preguntó cómo era posible que actuará así. Su padre era muy importante para él, eso era obvio, y seguramente si se derrumbaba entonces Otabek lo haría también.
Sean era muy fuerte, tanto como su padre. No había dudas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hey y'all! Aquí el cap de esta semana :3 espero les guste y no me quieran golpear xD Trataré de actualizar otro el día de hoy porque como ya les dije, mañana es cumple de mi hermana y no escribiré xD ténganme paciencia plz
Gracias por leer, votar y comentar! Lof, smooches y galletitas