Me levanté de mi cama con un fuerte dolor de cabeza, dormir tres horas y media no es muy sano para nadie, cuando puse mis pies en el suelo, sentí un escalofrío de me recorrió toda la espina dorsal, me puse unas medias que estaban en mi mesita de noche y me dirigí al baño de mi cuarto, me vi en el espejo y mi cara era mortalmente lamentable, estaba muy pálida, con los ojos rojos he hinchado y tenía unas ojeras que parecían que me hubiese puesto sombra morada en esa zona, me lave el rostro para desperezarse un poco más, luego me lo hidrate un poco, hice mis debidas necesidades y me metí a bañarme.
Luego me dirigí a mi cuarto y tome mi uniforme del día, hoy me tocaba deporte, por lo que el uniforme era diferente que el de costumbre, el mismo contaba con un pequeño short que me llegaba aproximadamente diez dedos por encima de la rodilla y una franela de color blanco con el logo correspondiente del Colegio Victoria, me hice una cola alta y el cabello me llegó más o menos a la mitad de la espalda, me puse un poco de maquillaje, más que todo corrector para tapar esos parches que tenía debajo de los ojos, agarre mi bolso y salí de mi habitación.
En la sala de nuestra habitación-apartamento no había nadie, seguro ya bajaron para desayunar, salí del lugar para dirigirme hacia el gran comedor, donde comía toda la familia, baje las escaleras y me dirigí al ala derecha de la casa.
Cuando abrí las puertas del lugar, unas 20 personas se voltearon a mirarme, aun no entendía cómo podíamos ser tantos, éramos aproximadamente 20 personas en el comedor y eso que faltaban otras 20 que vivían fuera de la casa, di una sonrisa más grande de lo usual, la verdad es que disfrutaba pasar tiempo con cada uno de ellos.
― Buenos días Familia― dije caminando al único lugar que quedaba libre, en medio de Sofía y de Juana, mis sobrinas, ellas me dieron un abrazo en cuanto me senté
― Buenos Días Geovanna- me respondieron con alegría
― La verdad me encuentro sorprendido con tu cara esta mañana, me esperaba un zombie en vez de a mi sobrina― Comento mi tío Leónidas desde unos de los extremos de la mesa, los adultos rieron, los niños estaban en sus cosas
― Dale gracias al poder del maquillaje― le respondí con una gran sonrisa, toda la mesa volvió a reír
Le di una rápida mirada a la mesa, cuando me encontré con la mirada seria pero curiosa de mamá Rossa, apartó la mirada rápidamente de ella, siento como si me descubrieran infraganti, sentí como el calor se acumulaba en mis mejillas.
― No está acá― me dijo Mama Rossa en un susurro, ella estaba al lado de Juana- tenía un desayuno de pre boda con los Cappola ― la mire y ella me dio una sonrisa reconfortante
Me serví un poco de pan con natilla y unas pocas frutas, sin hablar del café dulce que me tomé para despertarme, cuando fueron las 7:40 empezó todo el jaleo para ir a clases, Enricco, Roxana y yo como éramos los mayores nos íbamos caminando hasta el Victoria. Cuando los tres salimos de la casa, nos dispusimos a caminar por las calles de Roma en silencio, esto era muy común entre nosotros, este momento de quietud alejados de tantas cosas...realmente valía oro.
― ¿De qué hablaron ayer en la reunión? ― pregunto Enricco, Roxana asintió como diciendo que también quería saber que había ocurrido
― Nada extraordinario a decir verdad, hablaron de la construcción en Florencia, de las elecciones y nos volvieron a proponer el negocio de las drogas― dije en casi un susurro, ellos se acercaron más a mí para escucharme
― No se rinden ¿eh? ― dijo con una sonrisa Roxana ― ¿cuántas veces les hemos dicho que no?
― Más de las que alguno de nosotros pudiera contar ― Respondió esta vez Enricco, los tres reímos
ESTÁS LEYENDO
Roja como la mafia.
RomanceItalia, todo el mundo describiría a este país como un lugar de contrastes, donde la historia se mezcla con la actualidad, donde lo de antes se mezcla con el ahora, otros describirían a Italia como un museo andante, y si, definitivamente lo es, pero...