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Mayo, 2017

En el colegio Victoria estudiaba toda la alta sociedad de Roma, pero personalmente no tenía a ningún amigo en el, bueno a excepción de Roxana, su novio y mi primo, de resto no quería involucrarme con nadie, no quería poner a personas inocentes en peligro, debido a que la mayoría de los que estudiaban acá eran simples personas mortales, sin ninguna falta o muerto en su hombro, así la vida de cualquiera es más fácil.

Sonó la campana que indicaba el fin de las clases, y el profesor Steffano dio por terminada la clase de Biología avanzada, me paré de la silla y guarde mi cuaderno en el morral que usaba para clases, me emocionaba la idea de que en dos meses, me mudaría a Estados Unidos a cumplir mis sueños de ser doctora, pero lo más importante de todo esto es que me alejaría del "negocio" familiar, así lo llamaba para hacerlo sonar más normal.

Hoy no tendría que esperar a nadie, Roxana me dijo que se iba con su novio a quien sabe qué lugar, camine hasta la salida del Colegio Victoria, cuando llegará a casa me encontraría con una realidad diferente al colegio, llegaría y todo sería, tenemos su hacer esto, tenemos que hacer lo otro, que si llego el cargamento, que mira esta nueva pistola que compre, que los niños tienen que ir a clase de defensa personal, o al psicólogo, la boda, ¡La bendita Boda! Maldita sea, Diosito ¿Que hice yo para merecer esto? Está bien, si he hecho muchas cosas para que me pase esto, pero obviemos ese tema.

Llegué a la entrada del colegio, para irme a casa caminando como todos los días, no me gustaba que me vinieran a buscar o tener carro, sentí el aire fresco en mi rostro, cuando visualice algo que hizo que el corazón se me parara, o al menos así se sintió, aun no sabía si era de felicidad o de extrañeza, cuando vi ese carro me faltó muy poco pare regresarme por donde había venido para evitarlo, pero era tarde, porque la corneta sonó.

El Lamborghini Veneno color negro, que podía confundirse fácilmente con el carro de Batman, ese carro fue el que me había llamado, no tuve otra elección, me encamine con paso lento pero seguro hasta el Batimovil, llegue a el carro y abrí la puerta, ya cuando estuve adentro del mismo me quedé mirando al frente, no quería voltear y que se me arrugara el corazón.

-Buenas Tardes Geovanna- me saludó, y no tuve otra opción que voltear a verlo.

Y como lo dije anteriormente, mi corazón se arrugó y sentí esa incomodidad en el estomago que estoy evitándole poner nombre desde hace años, eso me pasaba cada vez que lo veía

-Buenas Tardes Federicco- dije con una voz más chillona de lo normal- en vez de estudiar medicina, debería entrar a la policía, si voy a tener al propio Batimovil - dije admirando por millonésima vez el carro

-No te hagas la graciosa Geovanna- dijo con una sonrisa en la boca

-Federicco, en nuestra vida, sin un par de chiste ya estuviéramos locos- dije mirando por la ventana, aun estábamos estacionados, de repente siento una mano en mi pierna, que me sobresalta

- ¿En qué piensas Geovanna?

- ehh ¿Cómo esta Gia? - pregunté, en realidad no estaba pensando en nada, me tomó de sorpresa su pregunta, me volteo a mirarlo, como me encantaba hacerlo, su semblante relajado se había transformado considerablemente a uno estresado e incómodo.

- Sinceramente se está volviendo loca, vestidos por aquí, vestidos por allá, histeria y mucha histeria- se paso la mano por el cabello

-¿Y que tanto le falta? - pregunté sólo para seguir el juego al asunto

- Que voy a saber yo... ¡Esta loca! - dijo como para quitarle peso al asunto, eso no me lo creía ni yo

La verdad del asunto es que Mi tío Leónidas, le dio la tarea a Federicco de enamorar a la mayor de las hijas de los Cappola, una misión un tanto dura, debido que ese chica llamada Gia Cappola era el demonio en persona, pero como todo lo que hace Federicco sale bien, en dos meses meses y un poco más estará contrayendo matrimonio con la chica Cappola, y yo estaré montada en un avión con destino a Nueva York.

Roja como la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora