VII
Mayo, 2017
―Mamá ya te dije que puedo comer sola, tengo rota una costilla no el brazo o la mano―dije como por octava vez, pero a Sofía Angelini no tomo en cuenta lo que dije como las siete veces anteriores
―Ahora no puedo consentir a mi bebé, pasaste por tanto mi vida, solo quiero tenerte para mí en este momento― me respondió abrazándome la cabeza con mucho cuidado de no tocar la herida en la parte posterior
―Gracias madre, pero en serio, no es para nada necesario―le respondí quitándomela de encima.
A lo largo de la mañana estuve muy irritada, todo me molestaba, según el doctor que está a cargo de mí es completamente normal, a demás de la irritación dijo otra serie de síntomas que iba a sentir, pero hasta el momento estos no han aparecido y desea con toda mi alma que no aparecieran, ya tengo suficiente con el ligero dolor de cabeza y el dolor en las costillas como para sumarles los otros, dolores que por cierto desaparecen cuando me ponen hielo o abrazo una almohada, pero estos vuelven en cuanto dejo de hacer esas cosas.
Mi mamá volvió a intentar darme de comer, dándome por vencida sin mencionar el hambre que tengo abrí la boca, la crema de calabacín estaba deliciosa como todo lo que cocina la señora Ana, abrí la boca de nuevo para que mi mamá me alimentara cuando la puerta fue abierta, entrando tres hombres que conocía muy bien.
Mi padre Luciano Angelini, FedericcoBattaglia y el psicólogo de la familia Camillo De Santis. Mi padre me sonríe con una mezcla de orgullo, seguridad y amor, me mira de la forma que todo el mundo quiere que sus padres lo miren, por otro lado Federicco me mira con preocupación y confidencialidad, cosa que hace que retire la mirada con un poco de incomodidad, siento mi rostro con un poco de calor, seguro estoy sonrojada, finalmente el licenciado De Santis me mira con una sonrisa en sus ojos y su rostro, el siempre ha sido así, me trata como una niña y me molesta como si fuera su hermana menor. Cierro la boca que iba a recibir alimento de la pena y me sonrojo más aun.
―Pero miren lo sonrojada que esta la princesa Angelini― se acerca el psicólogo y se sienta a un lado de mi en la cama― Tranquila, es normal que a los bebés se les dé de comer en la boca― me regala una sonrisa burlona haciendo que me sonroje aun más
― Cállate, mira lo que haces ―me trato de relajar, solo que el calor en mi rostro no se va
―No nos vemos desde hace...― lo interrumpo rápidamente
―Desde hace mucho tiempo―mi familia no necesita saber las idas al psicólogo que tengo
― Bueno, señores y dama, déjenme hacer mi trabajo y les agradecería que cerraran la puerta antes de salir, por favor, gracias―Dijo al resto de los presentes sacando una libreta negra y un bolígrafo de su maletín.
Mi madre me da un beso en la frente y yo ruedo los ojos, mi padre me sonríe y espera a que mi mamá llegue hasta él para salir por la puerta, finalmente Federicco camina hasta la puerta y antes de cerrarla me regala una mirada que por mi cansancio prefiero no analizar. El licenciado camina hasta la puerta y la cierra con seguro, luego me da una mirada confidencialidad y con eso sé que no se perdió la mirada de Federicco, yo solo ruedo los ojos.
― ¿Qué pasa si me tienen que dar algo durante la sesión? ― Pregunto viendo como camina hacia mí
―No creo que mueras.
Me indica que me siente y con su ayuda lo hago, me dice que me pare para poder sentarnos en el muele de cuatro asientos que está a un lado de la ventana, cuando mis pies tocan el frio piso de mármol siento como una corriente recorrer toda mi espina dorsal, aun así Camillo De Santis me ayuda a apoyarme en mis pies y cuando lo hago siento como si estuviera asomada en la punta de la torre eiffel sin ningún tipo de protección.

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Roja como la mafia.
RomanceItalia, todo el mundo describiría a este país como un lugar de contrastes, donde la historia se mezcla con la actualidad, donde lo de antes se mezcla con el ahora, otros describirían a Italia como un museo andante, y si, definitivamente lo es, pero...