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Normalmente la familia Angelini se mantenía unida, alrededor de ellos mismos, de su amor hacia ellos, del amor familiar que siempre ha existido en la familia de los ángeles, pero cuando el viernes Roxana dio a conocer a los familiares lo que había ocurrido, esa unión, ese equilibrio se había tambaleado.

En momentos difíciles la familia Angelini se mantenía unida, esta ocasión no fue nada diferente.

Todos estaban reunidos en la sala de la casa, frente a cuatro grandes ventanales, dos a cada lado de la gran puerta caoba, muchos tenían una taza de té en la mano, ellos querían creer que eso les calmaba los nervios, otros tenían un vaso de ron o whisky, ellos querían creer que eso les calmaba el dolor.

Habían ratos donde uno de los miembros se paraba totalmente desesperado a ver por los ventanales, con la esperanza que la desaparecida apareciera por la reja de la casa, pero muchos de ellos recibían un sabor amargo al darse cuenta que tal deseo no se cumplía.

Había total silencio en la casa, los niños no estaban, ellos estaban a las afueras de la ciudad con algunas de las esposas de los hermanos mayores, el resto estaba en esta gran mansión, sumidos en la preocupación.

En eso separa Alexandros, de treinta y dos años, primer hijo de uno de los grandes hermanos, Leonardo Angelini y Gabriela Angelini. El primogénito del matrimonio se sitúa en el ventanal izquierdo siguiente a la puerta y se pone a observar todo, en eso suena como si un vaso de vidrio se partiera en mil pedazos, el instinto de Alexandros es voltear al sonido, cuando se encuentra a un muy preocupado Federicco tomarse la cabeza con ambas manos en gesto de frustración.

Alexandros vuelve a observar la ventana, pero en su pensamiento ronda dos cosas, Geovanna claro está y Federicco, el rostro del Battaglia luce demacrado, tiene las ojeras más oscuras que alguna vez Alexandros ha visto, sin mencionar esa cara de preocupación/ tristeza que alberga el rostro del varón de los Battaglia desde el día de ayer.

Aun así Alexandros dispersa esos pensamientos y se enfoca en Geovanna, que es su única preocupación en estos momentos.

Como si de una película de asesinos se tratara, al frente de la reja de la casa se para una camioneta negra que Alexandros no logra identificar, en eso se abre la puerta de atrás del auto y dos hombres con pasamontañas en sus rostros tiran a una inconsciente y ensangrentada Geovanna, los tipos no pierden tiempo, se suben a la camioneta y salen a toda velocidad del sitio.

Pero eso no le importo realmente a Alexandros.

  ¡Santo Cielo! ¡Geovanna!grito Alexandros

Y no esperando a que la familia reaccionara salió corriendo por la gran puerta caoba, cruzó el patio delantero con todas las fuerzas que tenía para ese momento el joven.

Cuando llegó al lado de la aparecida pudo notar dos cosas:


1. Geovanna hacia un pequeño charco de sangre en el suelo.

2. La chica Angelini estaba extremadamente pálida.


Geovanna, vamos cariño reacciona  le decía un preocupado Alexandros mientras trataba de ponerla recta en el suelo  Geovanna, vamos, tu eres una chica muy fuerte le volvió a decir, pero la Angelini estaba perdida en una oscuridad y un silencio ensordecedor

En eso sintió como alguien llegaba a su lado, era Federicco con una cara de preocupación, se notaba a leguas que estaba a punto de darle un ataque de pánico. Alexandros trato de neutralizar sus emociones e hizo lo que se debía de hacer en estos momentos: Le tomó la tensión.

Roja como la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora