IV

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  IV

Abrí los ojos.

Estaba en la misma bodega inmunda de anoche, ya más alerta, hago una revisión rápida de mi cuerpo, como si en realidad no supiera que me duele cuando el dolor es tan palpitante como lo es ya.

El dolor palpitante de cabeza que tengo es más grande que China y Rusia juntos, sin contar que siento como tengo un roto en la parte posterior de mi cabeza, el dolor en el estomago que tengo gracias a la última tortura física que me aplicaron sigue más fuerte que nunca, debo de tener algún morado en distintas partes del cuerpo incluido el rostro, el dolor en los huesos y músculos era palpitante... y completamente doloroso, las toallas mojadas no son buenos amigos del cuerpo.

El cansancio mental que tenía era muchísimo mayor que el físico, todas las torturas no fueron solo a mi cuerpo, sino a mi mente, hubieron muchas torturas psicológicas toda la noche y parte del día de ayer. Fueron varias, directamente sacadas de algún libro de bárbaros, la privación del sueño y los insultos fueron los que más utilizaron, pero hubo específicamente uno que me heló los huesos, todo se resume en una palabra: Gritos, pero no gritos de alegría o de gozo, gritos de dolor y angustia, en mi familia hay una capacitación básica para este tipo de situaciones, somos dianas a las cuales muchas personas quieren disparar, sin la capacitación de me dieron mis tíos, primos y mi padre e hermano ya me hubiera dado un ataque nervioso, pero específicamente en el momento en el que escuche los gritos, sumándole a la falta de sueño y al dolor tan intenso en el cuerpo, por primera vez en mi vida vi y senti mi voluntad y fuerza caer, involuntariamente asociaba los gritos a miembros de mi familia y eso me ponía peor.

Y comenzó un sonido.

Eran gritos.

De nuevo.

Trato de taparme los oídos.

Las manos las tenía amarradas.

Grito. No sé por cuánto tiempo.

Me desmayo, eso era en lo único que mi cuerpo me podía ayudar.




Federicco

No se sabía nada de Geovanna, más de 24 horas desaparecida, más bien secuestrada, así es la mafia, uno tiene que cuidar lo que dice, no vaya a ser que a uno de los peces gordos no le gusta lo que digas o lo que hagas y termines como Geovanna o peor, termines muerto.

Sentí como se me subió la bilis a la garganta y con un grito propio de un soldado romano arrojé el vaso de vidrio con vodka que tenía en la mano a la pared, sonó el estruendo del vaso partiéndose en pedazos.

Ya era medio día y Geovanna no aparecía, promesa rota, como todo en la mafia.

Toda la familia Angelini estaba reunida en la sala, más de uno tenía un té en la mano, otros se iban por una bebida más fuerte para contener las emociones, mas de 25 personas unidas en una sola súplica, un solo aliento, una sola oración.

En la mafia estas situaciones son muy comunes, el secuestro de alguien es muy común, y siempre a la familia se le pone el corazón en la boca, pero en la unión de la familia Angelini la desaparición o daño de uno de sus miembros podía traer una desestabilización impresionante, y esa es una de las debilidades de la familia, pero también es su mayor fortaleza.

Nadie se inmuto cuando arroje el vaso a la pared, todos seguían sumidos en sus pensamientos, en eso vino la señora Ana a recoger todo el reguero que hice por mis impulsos, la mire y ella dedicó una visión totalmente desaliñada, con ojos y nariz roja. Ha estado llorando.

Vaya, Geovanna, tienes el don de meterte en el corazón y en la mente de más de uno.

Me agache y le di una pequeña sonrisa a la cocinera de la casa, empecé a ayudarla a recoger todos los desperdicios que yo había causado, cuando ya recogimos todo, la señora Ana y yo nos paramos, nos miramos a los ojos y la abrace, esta señora ha hecho tantas cosas por nosotros, por la familia que el agradecimiento no se puede expresar de ninguna manera, le di un beso en la frente y le susurre un "todo va a estar bien" pero no se a quien se lo dije, si a ella, para levantarle un poco la moral o a mi, para convencerme que efectivamente todo iba a estar bien y que no hice mal en confiar en el viejo Cappola.

Decidí sentarme en uno de los muebles que está desocupado, es un mueble de un puesto acolchado con el color escarlata como muchas de las decoraciones de la casa, a un lado mío estaba Giulianno, angustiado y seguro recordando cosas que sucedieron hace menos de dos años en la familia, él es uno de los más afectados que están en el recibidor de la casa, miro a mi alrededor y lo único que veo es angustia, apoyo mi cabeza en el respaldar.

Hasta que escucho...

Un carro muy cerca de la casa parándose y luego en la casa se escuchó el grito:

  ¡Santo Cielo! ¡Geovanna!― era Alexandros quien gritaba

Luego todo en la casa fue gritos y corredera a la salida de la misma, yo moviéndome con algo más que la mera adrenalina fui el segundo en salir por la puerta.

Y allí estaba, afuera de la reja que divide la calle con la propiedad, allí está Geovanna, tirada en el frío suelo de la calle, haciendo un pequeño charco de sangre, pálida.














¿Un poco corto? Si bueno tienen razón en eso... Estoy segura que no es de los mejores capitulos que he escrito pero puedo decir que siento cierto orgullo con por el.


Hoy ha sigo un día de locos...pero definitivamente de una locura muuuuy buena, estoy muy feliz, siento como todo cada vez se aclara mas.


Espero que les guste el capitulo... NOS VEMOS EL PROXIMO VIERNES 

BYEEEE


MD2XRO

Roja como la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora