Be Somebody - Thousand Foot Krutch
No podía creer que después de casi un mes al fin habíamos llegado a Francia. Mi cuerpo ya acostumbrado al aislamiento y al movimiento de la nave aún no lo creía. Y es que en serio era maravilloso dejar atrás el yate de la mala suerte. No más océano, no más espacio limitado, pero lo más importante: no más el cuarto de los chicos.
Después de la noche de reencuentro las cosas habían estado calmadas, normales, hasta diría que divertidas. Entrenamos y pasábamos el tiempo juntos en actividades más tranquilas; poco se tocó el tema de la desaparición de los chicos, cosa que agradecía. Aquello era un tema estancado por la falta de información. Doce días pasaron desde que encontramos a Sara y Daymon, la mitad del viaje, por lo que nos tomó una semana de más llegar a Francia.
Además, en mi tiempo libre me dediqué a leer los libros sobre Atenea en busca de algo que me conectara a ella. Si aceptarla me daba el poder para proteger a mis amigos, no tenía más opción que conectar con sus deseos. Completar mi Arma Divina era de los primeros pasos para llegar a ser tan fuerte como ella.
Y eso me hizo entenderla un poco mejor. La fuera de Atenea, a pesar de todas las cosas que hizo y todas las deidades a las que lastimó, de las guerras y los desastres, le permitía proteger a los demás. A sus amigos y a los humanos. El poder que ahora poseía de ella era la llave que necesitaba.
La tarde era hermosa, ya que además del olor a diferentes perfumes que inundaba el aire, el cielo se veía teñido de una mezcla entre amarillo y azul. El ruido de la ciudad se alcanzaba a escuchar hasta el puerto, invitándome a adentrarme en ella, junto con la curiosidad por ver cómo era dicho país.
—No te quedes embobada mirando quién sabe qué —regañó Andrew, pasando por mi lado—, ayuda a bajar las cosas, ya no estás enferma, así que no tienes excusas. Ponte a hacer algo productivo.
Puse los ojos en blanco y entré al recibidor dejando a Andrew parado en la cubierta con expresión molesta. No pensaba quedarme mirando el muelle de la ciudad de Nantes toda la vida, ni escuchando con intriga a la gente hablar francés, solo quería tomar aire fresco y de paso, pues, conocer un poco el ambiente europeo que solo había visto en películas y despertaba en mí tanto interés.
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Kamika: Dioses Guardianes
FantasyLa vida cotidiana puede desaparecer en menos de un parpadeo, eso Ailyn Will lo tiene claro desde que su vida toma un giro inesperado al descubrir que no es solo una adolescente, sino que es la reencarnación de uno de los siete Dioses Guardianes: un...