En la ciudad de Londres llueve, tenía una necesidad. Debía de comprar los medicamentos de mi madre, nos quedaban unos pocos y ella los necesitaba urgente.
Me puse un abrigo, zapatilla. Antes de salir comprobé si está estaba completamente dormida. Salí de casa directo a la farmacia más cercana. No traía paraguas, no tenía. Cuando llegue estaba completamente empapada.
Me dirigí al vendedor y él me miro con desprecio, arranco la receta de los medicamentos de mi mano, se colocó los lentes para ver lo que tenía que darme. Ya me había acostumbrado a esa mirada en las personas.
Años atrás.
El día que madre se había enterado de su enfermedad fue la última vez que la vi sonriendo. Nosotras habíamos ido al parque de diversión, estábamos caminando al siguiente juego cuando ella se desmayó repentinamente.
Ella fue trasladada al hospital de urgencia y allí se había enterado de que tenía una enfermedad muy grave. Claro apenas entendía lo que estaba sucediendo, solo tenía unos once años. Cuando me entere no sabía de qué se trataba su enfermedad y lo peligrosa que pudiese ser. Ella luchaba día a día con su enfermedad, siempre para sacarnos adelante.
—¡NIÑA! —exclama mirándome el señor.
—Disculpe ¿Cuánto es?—pregunto avergonzada.
—Son 100 libras.—siento su irritación, pero no dice nada más.
Me disculpó nuevamente, le entrego el dinero y salgo del lugar rápidamente. Al salir veo que dejo de llover. Unas cuántas calles después me percato que son oscuras, no hay iluminación. Me da cierto pánico el hecho de oír pasos, miro de reojo.
Veo un hombre pasa hacia la otra calle, me detengo, espero a que mi corazón se calme y sigo caminado, pero al volver la vista noto que se ubica delante de mí. Los vellos de mi nuca se paran del pavor lo que siento en este momento. Retrocedo lentamente buscando alternativas de escapar de esto, pero me agarra rápidamente del brazo antes de intentar escapar, soy arrastrada hasta un callejón.
—Mira lo tenemos aquí, una linda niña.—habla otro hombre saliendo de las sombras.
El extraño se cerca a mi cuello y lo besa, lo empujo, pero él me presiona más contra la pared. La pocas luces no me dejan verle bien el rostro, pero lo que si puede divisar fue una cicatriz en su mejilla.
—Por favor, suéltame.—trato de zafarme de aterrorizada.
—No, haré algo que nunca olvidaras.— empieza a tocarme los pechos arriba de mi ropa.
—No, por favor no ¡¡¡Ayuda!!!—gritaba con toda mis fuerzas llena de pánico.
—Nadie te escuchará pequeña zorra.—ríe para después abofetearme fuertemente porque sigo gritando por ayuda.
Comienzo a lanzar golpes, uno le atina en su tráquea dejándolo sin aire, salgo de ahí corriendo, pero el otro tipo me sujeta del cabello arrogándome al suelo. Se sube arriba de mí arrancándome de un tirón el suéter y romper parte de mi pantalón. Forcejeo con él, pero es más fuerte.
—Agarra sus brazos.—le dice al hombre que golpe hace un momento, él le obedece y sostiene mis brazos arriba de mi cabeza sin posibilidades de poder moverme, pero no me rindo.
—Ya deja de forcejear, que nadie te va a ayudar. —me golpean nuevamente en el rostro.
—Primero te violaré y después probaré tu deliciosa sangre. —dice el otro hombre.
No entendí sus últimas palabras, pero aquello me causo miedo. Sabía que nadie me ayudaría. Esas calles ya nadie transitaba y era media noche. Nadie me escucharía, pero seguía gritando por ayuda.
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HÍBRIDA ©.
WerwolfAdam Lébedev alfa de la manada ha buscado por años a su mate, se volvió frió al no encontrarla, luego de unos años dejo de buscarla y se volvió un mujeriego total. Grace Stevenson una mujer de 20 años que tuvo que madurar. Una vida normal o eso es...