Capítulo 8

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Luego de despertarme en una bañera fue algo que me pareció muy extraño, Adam me levanto con suavidad, pero eso no fue lo más extraño, lo extraño fue que no estábamos solo, estaba un mujer y Logan, ellos me miraban un tanto sorprendidos, pero la más sorprendida era yo por verlos a ellos.

Adam me llevo al elevador, estar en el elevador fue un tanto incómodo, nuestras ropas estaban mojadas, pero su calor corporal era un calefactor personal, él me llevo todo el camino en sus brazos, entramos a una habitación que deduje que era la suya. Me dejo sentada en la cama, cuando se alejó perdí todo el calor que me había brindado hace unos momentos.

Él entro por una puerta, no me moví y me quede esperando, él volvió con prendas de ropas en sus manos.

—Ponte esto. —ordena, me pasa algunas prendas.

Su orden me molesta, pero no digo nada y espero que se retire, pero no lo hace se queda ahí viéndome, me sigue mirando. Bajo mi vista para ver si tengo algo, y es ahí donde noto que estoy completamente desnuda, no llevo corpiño ni bragas y mi desnudez se trasluce, me cubro, pero él ya me ha visto.

Sonríe, el maldito pervertido sonríe.

—No me vestiré si tu estas aquí observándome de esa manera.

— ¿De qué manera te miro?

Me miras como si me desearas, me miras como si codiciaras hacerme cosas prohibidas. Me remuevo disgustada por mis pensamientos.

— Bien. Vístete y baja al living.

Él seguidamente sale de la habitación dejándome sola, luego de verificar que él no iba a volver a entrar, me cambio.

—Esta ropa es enorme. —digo mirándome en el reflejo del espejo.

Le hago un nudo en el costado derecho de mi cadera, para que no se caiga, la camiseta la dejo suelta.

No sé por qué lo hago, pero huelo la camiseta, huele a él, mi corazón se acelera y no entiendo el porqué.

Salgo del baño, es raro caminar sin ropa interior, pero me gusta, me da libertad, con la mirada escudriño la habitación para colocar algo en mis pies y no andar descalza, veo zapatillas, pero son enormes y obviamente ninguna es de mi talla, a un constado veo unas pantuflas, me las coloco, son enormes, pero caminaré.

Le doy una última mirada a la habitación antes de salir por la puerta.

(...)

Cuando finalmente entro al living, veo a una sirvienta que friega sangre del suelo.

—Mierda. —me había olvidado de la herida, me subo la camiseta y veo que no tengo nada. —Me estoy volviendo loca. —

—No te estás volviendo loca —susurran en mi oído, me volteo rápido tocándome el corazón.

Empujo ligeramente el brazo de logan cuando veo a que es el quien me asusto, él se parte de la risa en mi cara.

— ¿Cómo es que has escuchado mis pensamientos?

—Tú hablaste en voz alta y yo pasaba por aquí, solo te escuché—responde riéndose.

Miro sobre su hombro y veo a Adam mirando con seriedad, me acerco a él.

—De que querías hablar, tengo que irme. He estado mucho tiempo en tu casa, tengo a mi madre enferma y necesita de mí. —trato de explicarme con calma.

Él me mira, pero no me responde, me ignora y luego se da la vuelta a la salida de la casa.

Siguiéndolo recuerdo lo que paso antes de despertarme en la bañera. Esa perra, mi respiración se acelera y los celos de algo que no entiendo llegan a mí, aprieto mis puños.

Veo que las luces se prenden y se apagan, las observo. Adam se voltea y vuelve a mí.

El sujeta mi mano y me tira a su pecho abrazándome, su acción me toma de sorpresa. Luego de un largo minuto él me suelta.

—Oye Adam, creo que debes llamar a un electricista. — digo señalando las luces que antes se prendían y apagaban.

Ellos se me quedan viendo raro, yo los ignoro.

Salgo de la casa, espero que salgan, nos subimos a un coche y Adam comenzó a conducir, no tengo idea hacia donde nos dirigiremos.

— ¿Dónde vamos?­—pregunto

Ninguno de los dos responde, pero se echan una mirada, después de veinte minutos presto atención al camino y caigo en cuenta de que estamos cerca de casa, ellos me están llevando a mi casa.

Aquello me causa nervios, no he visto a mi madre en un largo tiempo, siento una presión en mi pecho, miro a Adam porque note su mirada en mí, el me mira por espejo retrovisor, su mirada es una que no logro descifrar.

Adam está deteniéndose lento, pero yo no puedo esperar a que se estacione, abro la puerta y salgo corriendo.

— ¡Grace!

Escucho que Adam grita mi nombre, pero no le tomo importancia, abro la puerta de mi casa.

— ¡Mamá!

Grito, pero no obtengo respuestas de su parte, la casa esta silenciosa.

Subo las escaleras a la habitación donde verifique antes de irme a comprar sus medicamentos. Al llegar veo que su puerta está cerrada, la abro.

Me calmo cuando la veo, ella está durmiendo, me le acerco tocando su hombro para despertarla, ella abre sus ojos y me sonríe débilmente, me inclino y la abrazo fuerte porque la extrañe mucho.

—Lo siento mama, pasaron muchas cosas, lamento dejarte sola todo este tiempo. —ella acaricia mi mejilla.

Mamá no ha hablado desde que tengo memoria, desde que era pequeña ella se ha comunicado a base de notas. La razón es que su medicación es muy fuerte. Ella trabajaba para darnos de comer, y para mis estudios, obtuve una beca en la escuela por mis buenas calificaciones, lo mismo sucedió con la universidad. Conseguí un trabajo a los quince años, ganaba poco, pero ayudaba. Salgo de mis pensamientos y le sonrió a mi madre

— ¿Grace con quien hablas? — pregunta Adam, escucho sus pasos detrás de mí.

Me he olvidado completamente de ellos.

—Adam gracias por tu ayuda. Como puedes ver mi madre está enferma y me necesita. —digo. —He estado faltando a mi trabajo, y creo que debes irte. —me levanto del suelo y lo miro con enfado por entrar a mi casa sin permiso.

— Grace no hay nadie allí— responde con el ceño fruncido.

—Adam, creo que es muy maleducado de tu parte, entraste a mi casa sin permiso y ahora le faltas el respeto a mi madre, debes irte. —mi tono muestra lo enojada que estoy.

Él me mira sin poder creer lo que le estoy diciendo, se acerca a la cama donde está mi madre, olisquea el lugar y su ceño se frunce.

— ¡Adam! ¡No!

Exclamo cuando veo que saca la manta de mi madre, lo empujo para que se vaya, pero me detengo cuando de la cama sale un humo negro que se extiende por toda la habitación que nos hace toser.

Cuando desaparece, no veo a mi madre, hago un recorrido con la mirada buscando a mi madre, pero no la encuentro.

— ¿Qué has hecho? —lo miro atónita, sin comprender lo que acaba de suceder.

—Era un hechizo, tu madre era una bruja.

¿Hechizo? ¿Una bruja? Sus palabras se repiten continuamente en mi cabeza.

HÍBRIDA ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora