Capítulo 2 El Don

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Mi nombre completo es Amílcar Reynolds. Mi vida nunca ha sido la gran cosa. Nunca conocí a mis padres, y viví con mi tía Eusebia hasta los 9 años. Ella era una mujer bella pero con un corazón que no le acompañaba al rostro. Demasiado arisca, demasiado narcisista, en pocas palabras, su mundo, era ella sola. Siempre tuve dudas respecto a lo que les paso a mis papás. Quería quedarme con mi propia imagen de que ellos tal vez fueron unos grandes héroes de la humanidad y sacrificaron su vida por mi bienestar en una misión contra los rusos (nose porque pensaba en los rusos como los malos, pero muchas películas decían que era así y así quedo en mi cabeza). Otras veces imaginaba que tal vez desenmascararon a una gran familia mafiosa y me dejaron con mi tía por temor a que me mataran. Cualquier excusa en mi cabeza era validad con tal de no pensar que simplemente me abandonaron porque no me querían.
El 30 de noviembre del 2003, en mi cumpleaños número 10, mi tía me mando a llamar por Francis su mayordomo, y me dijo que preparara mi bolso que me iría de vacaciones adelantadas con un montón de niños de mi edad. No se imaginan mi cara de felicidad, siempre fuimos Francis y yo (ahora que lo pienso, ¿todos los mayordomos porque se llaman igual?). En el camino note que a Francis se le escapaban unas cuantas lágrimas y le pregunte:
-Francis, ¿Por qué lloras? Cuando me vengas a buscar te prometo jugar al futbol. No me gusta, pero a ti si y eso es suficiente.
-No es por eso pequeño Amílcar, además con mis 72 años es un milagro que aún camine.
Los dos nos empezamos a reír, aunque note que todavía algunas lágrimas caían por las arrugadas mejillas de Francis. El viaje se tornó bastante cansador y me dormí en el camino. Al despertar ya era de noche y estaba acostado en un lugar bastante desconocido para mí. Me levante apresuradamente y fui directo a la ventana de ese cuarto el cual estaba repleto de camas dobles y note como el auto de Francis se iba a toda velocidad. Sus últimas palabras mientras cerraba mis ojos fueron:
-Niño, tú naciste para grandes cosas en este mundo. Date el tiempo a descubrirlas y veras.
Nunca creí que el tiempo que tardaría en descubrir las grandes cosas sean 15 años. Quince años viviendo en la calle, sobreviviendo, debido que para mi única tía yo no existía. Hoy estoy viajando en helicóptero, rodeado de soldados mirándome perplejo como si hubieran visto un alíen o un hombre con tres ojos. Ante mi shock el General, que se presentó como General Drake Johnson, me dijo:
-No todos los días se salva al mundo, verdad? Fuiste muy valiente. – Dijo el General mientras se sentaba a mi lado y me miraba fijo a los ojos. -  Dime, ¿Qué arma usaste para matarlo?
-Ninguna – Le dije - Solo estire mi puño contra la bestia y cayo muerta frente a mí.
El General Johnson me miro fijo un buen tiempo, casi como intentando ver si había alguna mentira en mis palabras.
-Bueno, se ve que tienes un gran potencial oculto querido –Dijo mientras encendía un cigarrillo
Pero sus palabras no me convencían. Creo que pensaba que ocultaba algo. Un callejero como yo puede ocultar muchas cosas, pero esto, ni yo sabía que lo tenía oculto.
-¡Hijo! – Oí que me gritaba el General Johnson como si me hubiera quedado pasmado en mis pensamientos – ¿Rara forma de conocer a tu padre verdad?
-¿Usted es mi padre? – Le dije mientras mis ojos no pasaban de pasar a una emoción a otra.
-Claro que no – Dijo el General mientras lanzaba una pequeña risa – Tu padre es aquel hombre muerto que estaba tirado en el suelo, ese que estaba cerca de ti. Trabajaba para nosotros y al parecer no soporto la culpa.
-¿De qué está hablando? Ese no era mi padre
-Claro que si jovencito – Dijo el General – Siempre te cuido. Era medio raro, pero te cuido.
-Pero… - Y antes de decir otra palabra el General me interrumpió
-Hijo, todas tus dudas serán aclaradas al llegar a la base de operaciones. Tu solo relájate.
Todo sucedió ese Día: Fui un héroe. Salve el día al parecer. Y mi única oportunidad de conocer a mi padre, de sacarme varias dudas y preguntas…se esfumaron.
Y ahora un don, o como el General Johnson me dijo “un gran potencial oculto” me invade.
Tal vez mi suerte cambie de ahora en adelante. No lo sé. Solo sé que el mundo, al menos la ciudad de Geist estaba a salvo y la gente quería saber cómo.
Y yo, yo también quisiera saberlo.

Amilcar: Héroe En Progreso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora