Capítulo 8 El Primer Novis

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22 de Febrero de 1883, recuerdo esta fecha con exactitud. De hecho recuerdo cada cosa en mi vida desde los 6 años. Sean fechas, lugares, historias, detalles, lo que haya visto u oído mi memoria los recordaba y recuerda hasta el día de hoy. Papá siempre me dijo que nací para cosas mayores, cosas grandes que ninguna persona de mi edad podría imaginar. 

Mi padre se llamaba Benjamín Falcón, una de las mentes más brillantes del siglo XIX y trabaja en la investigación sobre los anticuerpos a escala rápida para curar a las personas con fiebre amarilla. Esta desesperación por sanar a las personas de esta plaga surgió cuando mi hermana mayor Athila falleció por esta fiebre. A las ciudades vecinas no les sorprendía esta cualidad de mi padre debido a que mi ciudad siempre ha estado envuelta en misterios y gente extraordinaria… según viejas leyendas que se rumoreaba en los alrededores. Yo nunca creí en esos absurdos cuentos y palabrerías de parte de la gente, siempre me considere un hombre de ciencia. Por cierto, que descortés de mi parte, no me he presentado, mi nombre es Hugo Falcón y nací el 05 de Abril de 1864. Tengo dos hermanas Gemelas de 17 años llamadas Vilma y Delma. Y como el significado de sus nombres lo dice, ambas son realmente protectoras la una de la otra…y algunas veces de la familia jaja. Vilma es amante de los animales y Delma de las plantas, y debo admitir que no están para nada ignorantes respecto a sus gustos y cada una sabe tanto de plantas como de animales. 

¿Recuerdan que mencione la fecha del 22 de Febrero de 1883? La razón por la cual recuerdo esta fecha tan particularmente y con exactitud, es porque ese día mi padre desarrollo la formula contra la fiebre amarrilla y como si el “destino” nos jugara una rara broma, mis hermanas y yo tuvimos fiebre amarilla…aunque a una escala por arriba de la normal en los demás. Mi padre, desesperado por lo que iba a ocurrirnos, decide utilizarnos como las primeras personas en probar su medicamento. Funciono. Los tres hermanos Falcón estábamos sanados por completo de dicha fiebre. Me encantaría que este relato terminara aquí con un: “Y cada uno creció, se desarrolló en lo que más les gustaba y formaron sus familias. Y vivieron felices…de vez en cuando. Y blablablá”. Pero no, no fue así. Días después de que mis hermanas y yo fuimos curados, decidí visitar a mi amada Jimena en la ciudad de Herz, la cual quedaba a una hora a caballo partiendo desde de mi casa. No había pasado ni diez minutos desde que partí de mi casa que oigo una explosión aturdidora y voraz que caigo del caballo y me levanto sin ningún rasguño. No le di importancia debido a que la explosión se escucho tan cerca que mi preocupación en ese instante era que esa explosión no haya provenido de mi hogar. Nunca tengo suerte con lo que deseo, pues la explosión si había venido de mi casa. Según mis vecinos, mis padres y mis hermanas estaban dentro de mi hogar cuando transcurrió lo sucedido. Me comentaron que un objeto brillante salió disparado directo a la casa de mis padres y la explosión hizo añicos el techo de madera comenzando un incendio desgarrador e infrenable. No llore en todo ese momento de shock. Solo observaba como mi hogar, mi familia desaparecía ante mis ojos. A la semana el pueblo se hizo presente para acompañarme en el funeral. Jimena fue mi sostén durante ese duro momento dado que no tenía otros familiares más que mi familia. Ella era una mujer muy graciosa y divertida a comparación mía, un ser bastante cerrado al mundo y dedicado solamente a los estudios como mí padre.

Al año siguiente nos casamos  y decidimos vivir en la ciudad de Herz para no tener que pasar por mi antiguo hogar incinerado. Tuvimos una hija al poco tiempo la cual llamamos Helena. Mi preciosa Helena. Tan delicada y tierna que me da temor el tenerla en mis brazos y se desvaneciera sobre mis dedos. Ella apaciguo el dolor que sentía hasta ese entonces por la pérdida de mi familia. El tiempo pasa, y hoy Helena tiene 5 años. Comencé a notar algo raro en mí. Mi rostro permanecía intacto, como si no estuviera creciendo o desarrollándose. Pero me dije: “-Debe ser de familia”; puesto que mi madre con sus 45 años parecía una mujer de 30 años y muchas veces algunos vecinos pensaban que era mi hermana. Continúe con mi vida sin darle importancia a ese detalle. 

El 28 de marzo de 1904 cumplimos 20 años de casados y lo que vi en el espejo a mi edad de 20 años, permanecía intacto. Jimena tiene 40 y ya se le ven algunas canas y arrugas y mi Helena tiene 15 y parece que somos hermanos. Su rostro es igual al de mi madre y eso me hace amarla más. Eso, aun así y todo, no quitaron de mi cabeza el hecho de que seguía con la misma imagen de mis 19 años. ¿Por qué no envejezco junto a mi Jimena? Decidí dejar mi maestría en Biología y Medicina para atender a mi esposa cuando ella tenía 45 años, la edad la cual tuvo ese maldito Cáncer. Cáncer el cual antes de quitarme a mi amada esposa, le quito a ella lo más hermoso y brillante de mi existencia, su sonrisa. Dos años después falleció en mis brazos y mi hija Helena huyo de casa al no poder soportar la muerte de su madre dejándome solo, varado, en un hogar sin mi amada Jimena y su presencia. 

Pasado algunos días del fallecimiento de Jimena, decidí volver mi antiguo barrio. Camine por los bosques de Geist hasta llegar a mi hogar y me pare frente a los restos de mi antiguo hogar. Al instante de pararme y detenerme a observar los restos quemados de madera apareció junto a mí un hombre con traje militar y un bolso en la mano derecha y dijo:

- Tú debes ser Hugo Falcón. Soy el Capitán Tomas Mortimer. Y vengo a hablarte de tu padre. Veras, ambos trabajábamos juntos en la cura para la fiebre amarilla, pero el descubrió algo mas – decía mientras se acomodaba la corbata. - ¿No haz notado nada raro en ti últimamente?

- Claro que sí! Vera… - dije mientras miraba a ambos lados – sigo teniendo la misma apariencia de mis 19 años y si hago más memoria. No he tenido ninguna enfermedad desde ese día. Pero, ¿Qué tiene que ver mi padre con todo esto?

- Bueno Jovencito, lo que su padre desarrollo es un medicamento que extrañamente solo funciona en su sangre. Al parecer hizo las pruebas solo con su sangre la cual tú también posees. Y felicidades, no puedes morir por enfermedades o causas naturales. – Comentaba tranquilamente mientras encendía un cigarro.

- Pero es imposible…pruébelo. – Comente esbozando una sonrisa irónica a su rostro.

En ese mismo instante, saco del bolso negro un pequeño conejo y dos jeringas. Tomo al conejo y le coloco la inyecto una de las jeringas con un líquido amarillo generando que en segundos el conejo se retorciera y muriera frente a mis ojos. Mis ojos estaban tan fijos sobre el pequeño conejo que no preste atención a que al instante me coloco la otra jeringa sobre mi brazo derecho. Yo lo observe sorprendidamente y esperando mi final. Simplemente sentí cosquillas y pude ver una sonrisa de “tengo razón” en el rostro arrugado del Capitán Mortimer. 

- Lo que acabe de inyectarle a usted y al pequeño conejo era veneno de efecto instantáneo. Usted no puede morir por esto ni por ningún arma toxica. Mucho menos por causas naturales. A todo eso le sumamos, la juventud. Nuestro Gobierno sabe de usted y queremos ayudarle a encontrar la cura contra este tipo de maldición si nos lo permite. 

- Está bien, acepto. No tolero la vida sin mí amada Jimena y Helena a mi lado.

Hoy es 19 de Febrero del año 2018 y decidí escaparme de una vez por todas del Abruptum. Por días he estado escuchando en los pasillos a un joven perdido. Creo que necesitara mi ayuda y habilidades para poder escapar de aquí, o tal vez él logre ayudarme. Por cierto, me volveré a presentar.  Me llamo Hugo Falcón, tengo 154 años y soy el hombre más inteligente del planeta. Soy el primer Novis.

Amilcar: Héroe En Progreso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora