Capítulo 9 El Día Despues

2 0 0
                                    

- Arriba joven Amílcar, el novis de nivel 9 fue atrapado y enviado una vez más a su cuarto de tratamiento – dijo el Gral. Johnson para despertarme luego de estar un día entero dentro del refugio camuflado.
Su modo de despertarme fue como si se tratara de algo habitual para el Gral. y sus soldados. Como cuando me despertaba en las calles a las siete de la mañana, como todos los días, cuando de las medialunas de Don Ernesto se trataba. Siempre me daba las medialunas sobrantes todas las noches previas a cerrar el negocio. Aunque esa costumbre nocturna dejo de suceder cuando falleció y su hijastro Néstor mudara el negocio a otras calles debido a que “la mala gente vive en esta zona”. Como si se hubiera mudado a Village Geist y tan solo mudo el negocio dos cuadras más adelante…pero eso es otra historia. El punto a tratar, es que note un costumbrismo raro a la situación que habíamos vivido en desesperante persecución invisible a mi parecer. Nadie nos perseguía, bueno, al menos eso percibí yo. Solo escuchaba gritos y balas, y los gritos no provenían de los soldados. No señor. Los gritos provenían de aquello a lo cual estaban tratando de volver a capturar. Gritos de tristeza y furia al no poder lograr su cometido. No sé si escapar era su cometido, o tal vez porque no podía ni siquiera tocar a sus “ayudadores” (que era lo que el Gral. Johnson me dijo que eran de los novis). La cosa, era que esos gritos lograron penetrar mi mente y generar en mi memoria un recuerdo que no podría olvidar, al menos, al menos por ahora.
Salimos del refugio como si nada hubiera pasado horas antes. Me sentí el único tonto mirando a ambos lados al cruzar la puerta como si el novis continuara ahí afuera.
- Tranquilo Amílcar, estas cosas pasan muy rara vez, pero estamos listos para estas situaciones – me dijo el soldado que nos acompañó en el refugio mientras esbozaba una sonrisa de oreja a oreja como si eso me trajera paz.
Le respondí con una sonrisa pequeña y veloz intentando agradecerle esa supuesta tranquilidad que el soldado trataba de transmitirme. Más por dentro, ansiaba preguntarle al Gral. sobre quien era ese novis de nivel 9 y que es lo que podía hacer para dejar a todos en alerta. Así que no resistí más y me pare justo enfrente del Gral. bloqueándole el camino hacia donde se dirigiera.
- Disculpe que lo frene de esta manera, pero necesito respuestas ¡y las necesito ahora mismo! – dije casi gritando en las últimas palabras.
- Calma joven Amílcar, ten calma. La biblia misma lo dice, “Todo tiene su tiempo” – comentaba el Gral. Johnson mientras buscaba en su bolsillo un atado de cigarros cubanos. – Ya habrá tiempo para respuestas. Al fin y al cabo, aún hay mucho tiempo para hablar.
Y luego se retiró de mi presencia esquivándome como si un obstáculo se presentara en su camino. “…Aun hay mucho tiempo para hablar”, ¿Por qué dijo esas palabras? ¿Qué tanto tiempo hay? Siento que cada vez el Abruptum trae más incognitos a mi cabeza que respuestas a mi existencia y por qué soy el único capaz de matar a los Magnus Canis. Decidí irme a recostar a mi habitación, dejar de pensar por un momento en esta situación ocurrida hace unas horas y enfocarme en el entrenamiento por si los Magnus Canis volvían aparecer y debía hacerles frente. Claro, como si se tratara de que me iba a enfrentar a un niño de 5 años. Estas bestias son enormes, horribles y salvajes. Digo bestias y solo vi una en lo que va desde que estadía en el Abruptum. ¿Realmente hay más Magus Canis? No lo sé, pero tal vez alguien del Área 8 pueda ayudarme. Tal vez, hay algún novis que pueda dar respuesta a mis interrogantes o al menos darme una señal de vida. No lo dude más. Busque unos cuantos bolígrafos y pares de hojas para ver si podía pasar por algunas de las puertas y obtener al menos una línea o un boceto de que no estaba solo o no era el único “raro” en el Abruptum. Abrí la puerta de mi habitación y me lance a la aventura por respuestas, por señales de vida, por amigos. Al llegar al área 8 comencé a mirar por cada puerta para lograr ver si había alguna pequeña abertura para lograrles pasar un bolígrafo y un trozo de papel. Logre encontrar un pequeño espacio entre las enormes bisagras de las puertas, espacio el cual se encontraba en lo más alto de cada puerta, espacio el cual agradecí a Dios el haberlo encontrado. Ni lo dude, empecé a mandar un bolígrafo y trozo de papel al interior de cada una de las 12 puertas que se encontraban en el área 8. Y cada vez que arrojaba la lapicera y el pequeño trozo de papel decía la misma línea:
- Hola, me llamo Amílcar y llevo ya un tiempo aquí en el Abruptum. Como se llaman y desde hace cuánto están aquí? Por favor anótenlo, necesito su ayuda. Espero me hayan entendido.
Luego de ese mini discurso, decidí optar por sentarme a esperar en uno de los rincones del Área 8. Esperar respuestas, o algo. Lo que sea. Me conformaba el saber que no estaba solo de nuevo. Al cabo de dos horas, escucho un golpe en la última puerta, la puerta Nº12. Y veo cómo sale lentamente el trozo de papel por debajo de la puerta. Cuando estaba acercándome a tomarlo escucho otros 11 golpes y veo emerger por debajo de cada una de las puertas el pequeño trozo de papel que les di. Mi alegría fue tan grande que grite de alegría al ver que no era el único “raro” en el Abruptum. Tan fuerte fue mi grito que se escuchó a lo lejos:
- ¿Quién anda ahí? – dijo esa voz imponente mientras se acercaba rápidamente a donde me encontraba
Instantáneamente tome cada uno de los papeles sin leer ninguno de estos y los guarde en mi bolsillo. Cuando estaba por salir del área 8, me encuentro con nada más y nada menos que con el Cabo Nicolás, el único amigo que estaba haciendo desde mi estadía en el Abruptum, la persona que me dijo que no ingresara al área 8.
- ¿Te has vuelto loco Amílcar? Si el Gral. Johnson te hubiera visto primero, quien sabe lo que hubiera sido capaz. ¡Rápido! – decía el Cabo Nicolás mientras me tomaba del brazo derecho – Hay que salir de aquí.
Me llevo a mi habitación con un silencio incomodo en el camino hacia allí. Me repitió que no quería volverme a ver por esos lados sino se vería forzado a anunciárselo al Gral. Johnson.
- Tranquilo Nicolás, no volverá a ocurrir – le dije cerrando la puerta lentamente.
No mentí. Dije que no volvería a ocurrir…ese día. Pero mis dudas no iban a quedarse allí. No después de haber recibido 12 trozos de papel con respuestas, o al menos 12 papeles que me volvieron a entregar dándome a entender que no estaba solo. Mi emoción no aguanto más y empecé a mirar cada uno de los papeles. Mi asombro fue grande. Solo uno decía un nombre el cual era Hugo Falcón, pero también estaba escrito dos palabras, dos palabras que estaba en cada uno de los 12 trozos de papel: Huye o Sálvanos.
Al instante que termine de leer los 12 trozos de papel, corrí al Área 8 y dije en voz alta: Por mucho tiempo hui ante la primera señal de peligro, ante la primera señal de problemas. Ya me canse de huir, de caer en mis debilidades. Me canse de ser débil. Los voy a ayudar. Tengan Fe. Yo lo intento cada día.
Y me fui a mi habitación sin saber cómo, cuándo y de qué manera lograría sacarlos de ahí. Pero de algo estaba seguro, iba a ayudarlos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 02, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amilcar: Héroe En Progreso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora