Demencia

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Al pasar el tiempo, cada vez más personas eran creadas, al igual que casas, animales, plantas y lo necesario para que ellos vivieran. Pero ambos siempre se encontraban  a la lejanía para no interferir en las vidas de los habitantes de este mundo. Sin embargo, la mujer de tinta tuvo la corazonada de que algo no iba bien.

—Creo que algo esta mal—dijo ella.

—¿A que te refieres?—preguntó él mientras continuaba mirando el paisaje que había creado.

—Las personas en aumento al igual que los animales, plantas y objetos. Algo falta.

—¿Qué podría faltar?—preguntó confundido.

—El balance.

—¿Balance?

—Si existe la vida y creación, también debe existir la muerte y destrucción.

—¿No te referiras a...?—se preocupó.

—Sí, Charles. Yo debo tomar mi deber en el balance.

—Pero tu deber es pintar este mundo, no destruirlo o causar la muerte—le dijo en intento de convencerla de lo contrario.

—¿Cómo lo sabes?—preguntó ella.

—Pues porque...—buscaba una respuesta.

—¿Acaso no oyes las voces?

—¿Voces? ¿Cuáles voces?—preguntó.

—Tal vez me estoy volviendo loca—se asustó.

—Noah, Mantén la calma—dijo—Si te vuelves demente, prometo detenerte.

—¿Realmente lo harás?—preguntó de manera entrecortada.

—Lo haré—prometió.

Él le hizo una promesa. Sin embargo ella se preocupo de lo que le pudiera pasar, lo que ella podría hacer. Pues las voces en su cabeza eran persistentes.

Por el bien del balance debes matar.
El caos vendrá sino lo haces,
¿Estás dispuesta a dejar al caos venir?
Debes matar para salvar al mundo que has pintado junto a él.

Ella tragó saliva por el miedo que le causaba. Sin embargo, tenía que sonreír para él.

Papel y tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora