16. En algún momento.

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Meses después

Alec despertó como lo había hecho desde hace mucho: junto a Magnus y desnudos, cubiertos por las sabanas. Con la sensación de piel con piel.
No era la única vez, pero desde la primera se dio cuenta que querría despertar junto a Magnus cada mañana desde el resto de su vida. Era una mágica y maravillosa sensación estar enamorado.
Alec se acurrucó más a Magnus y respiró el su aroma. Ambos olían a sexo.
Te amo, susurró en silencio. Te amo tanto.
-Alec?- dijo Magnus. Había despertado.
-Buenos días- contestó Alec.
-Buenos días- respondió Magnus.
El moreno se separó de Alec para poder besarlo. Su novio correspondió con gusto.
-Desde hace cuanto estás despierto?
-Desperté contigo.
-Si, claro. Podía sentir tu mirada sobre mí.
-De verdad?
-Entonces no lo niegas.

Alec sonrió y atacó los labios de Magnus.
-Por qué eso?
-Distracción.
Alec continuó atacando los labios de Magnus hasta que se quedaron sin aire.
-Tengo que ir a trabajar- dijo Magnus, con una sonrisa triste.
Alec hizo un puchero.
-Renuncia y vivamos del dinero de la taberna.
-Ojos azules, no puedes tenerme cautivo por mucho tiempo. Necesito normalidad en mi vida.
-Creía que yo era tu normalidad.
-Tu no haces normal mi vida, la haces extraordinaria.
-Bien- se quejó Alec.
Se levantó y Magnus sonrió ante la vista del trasero de su novio. Se cansaría alguna vez de esa vista? Nunca.
-Magnus, estás escuchando?
-Que? Oh, lo siento. Me distraje y no te escuché.
-Dije que si recuerdas que esta noche iremos a cenar con Raphael y Lily para arreglar los últimos detalles de la publicación del libro.
-Claro que lo recuerdo. No has parado de repetirlo.
-Lo siento.
-No lo hagas. En unas semanas tu nombre estará en todas las librerías del país. Es normal sentirse de este modo.
-Te sentiste así cuando te pasó?
-Estaba peor.
Alec río y Magnus se sintió tentado a arrojar a su novio en la cama y hacerle el amor. Luego sacaría el anillo del cajón de la mesita de noche y cuando se comprometieran harían el amor de nuevo para celebrarlo.
-Alec...
-Si?- Alec estaba enfrente de la puerta del baño, iba a ducharse.
-Nada.

Aún no era el momento.

***

-Como te fue, campeón?- preguntó Helen cuando Magnus llegó a la cafetería- Ya puedo llamarte señor Lightwood?
-Tendrás que esperar un poco más, querida- dijo Magnus.
-Maldición. No lo hiciste? Llevas semanas queriendo hacerlo, cobarde.
-Ya lo sé! Sólo... no he encontrado el momento adecuado. Y desde cuando dices maldición?
-Y desde cuando eres un cobarde? Magnus, el problema no es el momento adecuado. Sino que tu no estás listo.
-Quiero casarme con Alec, Helen, más que otra cosa en el mundo.
Magnus buscó tomó una libreta y empezó a atender a los clientes que empezaban a llegar.
Intentaba concentrarse, pero su mente viajaba a esa noche lluviosa en la que habían hecho el amor por primera vez. Podía jurar sentir como sus cuerpos y sus almas habían conectado como nunca antes lo habían hecho.
Entonces, sus ojos vieron un auto se estacionaba enfrente y unos hombres se bajaron. Llevaban armas y apuntaban a la ventana de la cafetería.
-Al suelo!- gritó Magnus.
Todos hicieron caso de la advertencia cuando una lluvia de balas rompió el cristal.
Magnus estaba debajo de una mesa y tuvo el impulso de sacar su arma. Pero luego escuchó el auto marchar y gritos de policía.
Todos empezaron a salir de sus escondites cuando los agentes ingresaron al local.
Magnus sabía que estarían a salvo. Pero también que  no por mucho tiempo.

***

-Magnus.
Alec se arrojó a su brazos cuando entró al departamento y no se separó de él.
-Escuché en la radio lo que pasó- dijo un alterado Alec- Me preocupé demasiado y creí que te había perdido.
-Tranquilo- contestó el moreno- estoy aquí. Hubo algunos heridos, pero no murió nadie.
-Fue Victor, verdad? El mandó el ataque?
-Alec...
Magnus sabía que su ojiazul estaba en lo correcto. Reconoció el vehículo como uno de los del hombre.
-Voy a matarlo.
Alec caminó hacia su habitación y buscó un arma en la caja fuerte.
Cuando dijo que iba a matar al hombre, lo decía en serio.
-Alec, para.
-No voy a parar, intentó matarte.
-Pero no puedes ir a la boca del lobo e intentar matar al mismo lobo.
-No me importa, nadie lástima a mi chico y se sale con la suya.
-Pero no puedo perderte- Alec estaba en la puerta cuando escuchó la voz de Magnus- No quiero que me abandones.
-Magnus.
-Todos se han ido, Alec. Por favor, tu tampoco.

Alec dejó el arma en la mesa y tomó a Magnus en sus brazos.
No sabían cuando habían empezado a llorar.
-Te amo, Magnus.
-Alec- susurró Magnus- Ojos azules, no te vayas.

***

-Crees, que en algún lugar de este mundo, alguien esté esperando para encontrarte? Y que pasaría, si ese alguien es por quien siempre has estado esperando? Acaso eso significa vivir?; esperar a encontrar a esa persona? Y como sabremos que la encontramos?
Alec no contestó. Sólo miró a Magnus, fijamente a los ojos. Lo miró como si quisiera perderse mientras lo miraba.
Ambos, estaban en silencio. Pero un silencio cómodo y casi encantador.
Luego, Alec tomó la mano de Magnus con la suya y la apretó firmemente. Magnus sólo se le quedaba mirando.
-Por favor- volvió a hablar Magnus mientras Alec seguía callado- no pienses que digo eso sólo porque acabamos de hacer el amor y que trato de parecer romántico.
Alec seguía sin contestar y besó a Magnus. Lo besó tiernamente y profundamente, como siempre era propio de él.
-Quizás lo sabes- dijo Alec, cuando acabó el beso- cuando tu y esa persona se den su primer beso. Luego, sigue la embriagadora sensación de que sus almas encajan perfectamente bien juntas; y después descubrir que te sientes completo por primera vez.
"Pero al principio no lo sabrás, porque tendrá que transcurrir un tiempo para que lo descubras. Y cuando lo sepas, será en el momento que decidas no apartarte de su lado"
Magnus no respondió, sólo volvió a besar a Alec. Para el otro, era la respuesta que necesitaba: un beso y no palabras. Ese beso, era todo lo que necesitaba.
-Eso me alegra- dijo Magnus- por que es así como me siento. Desde cuando nos hemos vuelto cursis en cuanto amor se refiere?
-Desde que te conocí en esa cafetería en mi primer día en Nueva York- dijo Alec. Magnus jugó con los cabellos en la frente de Alec- y  senti que escuchaba que alguien me decía No lo pierdas, no lo dejes ir. Eres el resto de mí mismo, Magnus Bane.
-No quiero que sea de otra manera, Alexander Lightwood

Magnus volvió a mirar a Alec, estaba perdido en el zafiro de sus ojos que le traía recuerdos de un cielo vestido de estrellas, olas chocando en una costa, la lluvia suave que cuando cae parece cantar una nana para los perdidos. Frías tormentas de marzo por cálidas brisas de julio.

Lo que está en cursiva es el recuerdo de su primera vez juntos💜

Gracias a todos por leer y espero que les haya gustado💜

La Canción Sigue Igual (Caigo Cautivo #3. Malec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora