Capítulo 1

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<<―No debes temer, Yuuri ―sonrió el hombre mientras extendía su brazo para que el otro lo alcanzara―, siempre estaré aquí, para protegerte y amarte...

El nombrado se sonrojó de un tenue color bermellón que contrastaba con la pálida piel de sus mejillas. Con nerviosismo agarró la mano que se le era ofrecida y regresó el guiño que Víctor le había dado.

Y como si lo hubiesen ensayado, ambos amantes iniciaron una coreografía sin melodía, perdiéndose en los ojos del otro, deslizando sus pies en una secuencia improvisada que solamente dos almas gemelas llevan en su interior...>>

Y se quedó en blanco.

De nuevo...

― ¡Mierda! ―gritó el rubio agarrándose la cabeza y sacudiendo su cabello con desesperación. Llevaba con ese proyecto varios meses en su cuenta de FanFiction, ¡y aún no podía continuar con el siguiente capítulo!

Se había quedado atascado luego de haber ganado el segundo lugar en el Skate Canada GP.

Uno, por desmotivación por haber sacado plata.

Y dos, porque Yakov no le daba tiempo para pensar en sus fics.

Es decir, nadie sabía que él escribía en esas páginas llenas de niñas hormonadas (aunque él también entrara en esa categoría, a pesar de ser varón).

Suspiró agotado, tecleó Ctrl+g y guardó el capítulo que escribía. Estando ya aburrido, ingresó a su perfil y clickeó en la obra que necesitaba actualizar.

Invierno Plateado era su más reciente publicación, con no más de seis capítulos, más de veinte mil palabras escritas (sin contar con las notas de autor), 256 favoritos, 154 follows y 962 reviews. Estaba que ardía.

Bueno, la otepé le ayudó a escalar más alto. Además de sus antiguas fans en los distintos fandoms de Shingeki no Kyojin, Ouran Host Club, Hetalia y Harry Potter, con el ascenso del patinaje artístico logró consolidarse como escritor con una de las parejas más queridas por los fans.

Se sentía tan privilegiado de haber sido testigo, en primera fila, del nacimiento del Victuuri.

Porque sí, a pesar de ser un gruñón algo arisco, él era un fudanshi que adoraba a sus nuevos "padres".

Y por eso, con todo el cariño que les tenía, escribía un fic sobre esos dos.

―Solo aguarden un poco más, amigos... ―murmuraba Yuri acariciando el lomo de su gata―, ya falta poco para que me llegue la inspiración divina...

Agradecía que fuese domingo, así aprovechaba de dormir, vaguear y hacer cosas que no fuera solamente patinaje artístico. Antes de avanzar en su hobby, dedicó un par de horas para ponerse el corriente con las materias de la escuela y uno que otro trabajo. Se cocinó un poco de maruchan (aunque extrañara el katsudon de la señora Katsuki y el piroshki de su abuelo) y se puso a ver televisión.

Tomó su teléfono para revisar un poco sus mensajes. Tenía notificaciones de Instagram (que vería más tarde) y cientos de mensajes por WhatsApp.

Ah, pero tenía siete mensajes sin leer de su preciado Telegram.

Ignoró la aplicación verdosa e ingresó a la de tono azulado.

Yuri on Fics [Yuri!!! on Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora