Estaba en pleno descanso de su entrenamiento. Claro, aún seguía en la pista de Yakov, salvo que se encontraba sentado cerca de las graderías con los patines puestos, ya que el hombre mayor lo había mandado a descansar luego de practicar sus cuádruples.
Sus verdosos ojos se alternaban entre la pantalla de su teléfono celular y a la pareja de entrenador-alumno de Yuuri y Victor. Hoy no shippearía por obvias razones —estar en público era una de esas—.
De sus compañeros patinadores, ninguno era perteneciente a su fandom o conocía sobre sus gustos adolescentes. Tampoco le interesaba entablar amistad con los otros chicos de su edad, es más, lo había intentado una vez y no salió como él esperaba —claro que los otros chicos iban a estar más interesados en salir a fiestas y conseguir novias que hablar sobre ñoñerías—.
Ahora estaba solo, en su lugar reservado en los asientos, viendo a los demás practicar mientras buscaba algún ROM para descargar y jugar en su emulador de teléfono de GameBoy.
Bueno, ser gamer costaba tiempo.
Además se había dado vuelta todos los Pokémon y quería probar con Metroid. Y claro, para distraer su mente de los problemas cibernéticos que había estado teniendo los últimos días.
Después del problema que tuvo con esa tal Angelina MoonLight, su cuenta se llenó de mensajes spam, tanto de usuarios anónimos como de fieles seguidores de la autora. No le importaba en absoluto esos comentarios inmaduros, pero ya llevaban casi dos semanas tras el suceso y las notificaciones no paraban de llegar. Hasta tuvo que ocultar —sí, OCULTAR— todas sus obras ya que los insultos llovían como en un temporal.
Trató de explicarles a los del grupo de fanboys que eran nimiedades y restarle importancia al asunto, aún si los demás le creían o no, dejaron de preguntar.
Sin embargo, esa tal Angelina ya lo estaba superando. Su amada paciencia —que solo utilizaba para las actualizaciones de sus fics favoritos como reserva— se agotaba rápidamente. Esa maldita se creaba cuenta tras cuenta para bombardearlo de mierda y cosas por el estilo.
Eso ya había pasado a convertirse en acoso.
En su perfil de rol de Facebook, donde cambió su nombre para no ser banneado, revisaba los grupos de fanfics y la mayoría decía lo mismo.
<<No puedo creer que ese tal Yuramatsu haya insultado la obra de Angelina. Se nota que es un envidioso>>.
<<Pobre Angelina :C Me encantaba su fic, era muy lindo y ese otro no la supo aprecias </3>>.
<<Ojalá se muera >:(>>.
Cualquiera que viera estos tipos de comentarios, diría que a Yurio le bajaría el autoestima o, en su defecto, comenzaría a padecer depresión.
Cómo se notaba que nadie lo conocía.
Al salir —al fin— de la práctica, se acercó a un chico más o menos de su edad, de cabello negro y ojos verdes al igual que él, que lo esperaba debajo de un farol cerca del puente que cruzaba el río Nevá, para ir en dirección a su hogar.
—Hola Yura —saludó el muchacho, para luego abrazar desprevenidamente al más alto—. ¿Cómo está mi primito favorito?
—Ya suéltame, Vladimir —se quejó el rubio.
— ¡Pero si te dije que me llames Volodia! ¡Eres el peor primito del mundo!
— ¡Solo soy un año menor, maldito!
La gente giraba sus cabezas para verlos discutir por las calles principales. Siempre era así entre los dos, gritos, empujones, algunas risas y relajo. Como habían crecido juntos parecían casi hermanos, de no ser por el color de cabello y porque el pelinegro era dos meses mayor.
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Yuri on Fics [Yuri!!! on Ice]
FanfictionPor Dios, estamos en pleno siglo XXI, la era digital, el mundo de la generación interconectada, ¿acaso creen que Yurio no estaría metido en eso de los fanfics? Historia perteneciente a mi autoría. Soy la misma Shimmy Tsu de FanFiction.net Participan...