Yuri on Fics [Yuri!!! on Ice]

Capítulo 4

"¿Qué hacía él ahí? ¿En un salón todo estiradito con un traje que le incomodaba más que la mierda? Ah, cierto, el banquete tras el Grand Prix y había sido llevado completamente al arrastre por su entrenador.

―No te quedarás en esta habitación toda la noche jugando en esa cosa ―había dicho Yakov, reprendiendo al joven de catorce años quien se encontraba completamente concentrado en su consola portátil.

―Se llama Nintendo 3DS XL y estoy tratando de pasar el Templo del Agu- ¡Ah, putos bublins! ―gritó.

En resumen, el ruso mayor le quitó el 'juguetito', Víctor se le unió y ambos arreglaron al rubio, metiéndolo en un traje arrendado anteriormente por el patinador mayor y lo llevaron a la fiesta.

Y ahora estaba aburrido, tomando bebida en un vaso, entremedio de Yakov, Víctor y Mila, quien también bebía soda por ser menor de edad.

―Esto es una mierda... ―seguía quejándose Yuri. Odiaba eso, con toda su alma. Ahora estaría aprovechando de terminar el maldito templo, subir de nivel a sus Pokémon o simplemente leyendo las actualizaciones de algunos fanfics.

Pero no, la vida era injusta con el pobre adolescente.

La pelirroja a su lado compartía la misma opinión. ―Sí que lo es... Yakov no me deja tomar un poco de champaña ―dijo con un puchero en sus labios.

―Claro que no, tienes diecisiete y la edad legal es a los veintiuno.

―¿Pero cómo dejaban a Víctor hacerlo a los dieciséis?

―No sé, pero deja de quejarte, me molestas...

Siguieron hablando de trivialidades hasta que en un momento dado, vieron a un tipo acercarse tambaleante al de cabello cenizo. Yuri tembló, la cara del extraño era de miedo, mas luego de unos segundos, al verlo tratar de entablar conversación con Nikiforov con una botella de champaña en su mano, le dio algo de risa.

Sacó su teléfono para fotografiarlo. Hizo zoom con la cámara para apreciar de mejor manera el rostro del borracho hasta que se percató de algo.

―Mierda... es el Yuuri japonés... ―se dijo para sí.

Bueno, al menos podría burlarse del llorón por las redes sociales.

O eso pensaba hasta que el de pelo negro lo vio y se acercó a él de forma amenzante.

―¡¿Ah?! ¿No eres aquel mocoso que me molestó en los baños? ―gruñó. Yuri hizo una mueca al percibir el olor a alcohol, mas por dentro se estaba partiendo de risa, era como escuchar en vivo y en directo las amenazas de los tipos malos y geniales de los animes.

―¿Y qué si soy yo? Eres solo un idiota que, aparte de llorón, es un borracho.

―¡¿Borracho?! ¡Ya verás, estúpido niño! ¡Tengo mejor manejo de mi cuerpo que tú! ―y de un trago se bebió la botella que traía en su mano―. ¡Te desafío a un concurso de breakdance, pendejo insolente!

Esa noche Yuri aprendió un par de cosas; que los japoneses actúan como en los animes cuando están borrachos y que el Yuuri japonés tenía mucha coordinación para estar completamente ebrio.

Lo peor fue cuando al final de la fiesta, el pelinegro abrazaba efusivamente a Víctor, en calzoncillos, con la corbata atada en su cabeza y con la mirada más ilusa que haya visto jamás.

―Victooor~ ―decía el japonés en un pésimo inglés―, cuando acabe la temporada estaré en el onsen de mi familia. ¡Anda a verme y entréname! ¡Por favor, Vícto~r! Be my coach!