Charles entró a la casa de su hermano sabiendo que no estaba presente. Lo había visto esa misma mañana y se había enterado que había dado por finalizados sus intentos por recuperar a su familia, a su hijo y a Brooke, y les había dejado la casa, marchándose él a vivir a un departamento solo.
El cambio de Duncan había sido tan grande que hasta se sorprendía que no hubiese podido convencer a Brooke de darse una nueva oportunidad. Estaba feliz por ella, por supuesto, porque se había vuelto fuerte con los golpes que le había dado la vida y parecía convencida de que no necesitaba un hombre para ser una buena madre.
Lo lamentaba por su hermano, porque había pasado los últimos meses tratando de remendar sus errores y buscado el perdón de todo el mundo, hasta del propio rey, quien a pesar de que le había costado, había aceptado sus disculpas y devuelto el trabajo en el palacio.
Esperó que su sobrino apareciera a recibirlo, pero no lo vio ni bajar las escaleras ni salir de la cocina como era costumbre. Se sentó en el sofá y esperó a Brooke por un momento.
Luego de un rato de escuchar voces lejanas de mujeres, vio Brooke aparecer con dos jóvenes más y despedirlas antes de acercarse a él cuando estuvieron a solas.
—¿Planeas redecorar? —Le preguntó a la mujer haciendo referencia a un trozo de conversación que había oído cuando las tres se habían acercado al salón principal.
—No estoy segura —comentó la rubia muy animada—. Tal vez.
Brooke se sentó a su lado y dobló una pierna sobre el sofá.
—¿Dónde está Brian?
—Con Duncan. Se lo ha llevado a conocer su nuevo apartamento —dijo sonriendo y quitándose los zapatos.
Entonces estaban solos, a excepción del poco servicio que Brooke poseía en la casa, se dijo él sin mucho entusiasmo.
Ya no se sentía tan cómodo con ella como antes porque en su familia habían empezado a creer que la cercanía de los dos no era apropiada dado el inminente divorcio que estaba atravesando la pareja.
Nadie se pondría en contra de Brooke por su decisión, pero Ría no lo había tomado muy bien. Como toda madre, siempre buscaba la felicidad de su hijo y creía que era injusto que Brooke no le hubiese dado otra oportunidad con el evidente cambio que mostraba Duncan en su comportamiento y sentimientos.
—¿Por qué me citaste? —Le preguntó para ir directo al punto y poder marcharse cuanto antes. Si Brian hubiese estado allí, podría haber tenido la excusa de visitar a su sobrino al que quería como si fuese su propio hijo.
—¿Quieres tomarte un café o un té? Puedo pedir que...
—No, Brooke. Lo siento, pero no es bueno que esté mucho tiempo si estás sola —aclaró—. No quiero provocar malentendidos.
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Cocktail Real, entre besos y mentiras #Descontrol en la realeza 4
Fiction généraleGeraldine no puede recordar cuando dejó de ser la niña dulce que todos adoraban para convertirse en lo que es ahora: un desastre. Un desastre como hija, como hermana, como amiga. Lo único que sabe es que dentro suyo hay un vacío que no ha lograd...