Suspiros.

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Después de un agradable desayuno Sans se fue a casa, no podía dejar que se quedara para siempre, tenía que estar con su familia también, pero ¿Dónde estaba la mía? Algo dentro de mí decía que tampoco los vería hoy, de cierta manera me deprimía esto.

Me fui a mi habitación para intentar ahogar mis penas en la tibia agua de la tina pero las malitas aprendieron a nadar. Dure el tiempo necesario hasta ver arrugados mis dedos, al salir me di cuenta de que aún estaba sola, a pesar de estar casi todo el tiempo sola en casa, tal vez me hizo daño la compañía continua.

Tome la ropa que no le quedaba a mi hermano, una chaqueta con gorro negra, una pantalón deportivo gris y flojo, junto con mis zapatillas converse, mis llaves, dinero y mi pequeña navaja fueron lo que tome para salir de casa, a veces salía de casa vestida como chico y así pasar desapercibida en las calles donde hay hombres que se sobrepasaban con las chicas que solo pasaban por ahí.

Tenía que pensar en muchas cosas, escapar de mis problemas que nadie más conoce, preocupar a papá no era una intención ni tampoco agobiar a mi hermano o amiga, el que Aradia viniera personalmente a dar noticias era de mucha importancia y que ese mensaje lo recibiera Sans no me daba confianza.

-¡Cuidado!- una voz infantil interrumpió mis depresivos pensamientos, una niña de al menos seis años perseguía un cachorro que al parecer se le había escapado. Rápidamente tome la correa haciendo que el canino parara y la pequeña corrió hasta mi cansada. –G-g-gracias-

-Cariño, primero cálmate y respira lento- puse mi mano en su hombro para que se relajara, la niña asintió para después calmarse.- ¿Este perrito es tuyo?- ella negó con su cabeza.

-Nop, él es mi hermanito Philip- dijo cargando al cachorro.

-¿Hermanos?- no pude evitar preguntar por mi confusión, algunas personas les dan cachorros o alguna otra mascota a sus hijos cuando no pueden tener otro o simplemente para que no se sientan solos y los niños.

-Sipi, papi dice que como soy la mayor puedo controlar mejor mi apariencia- al escuchar eso pude notar unas orejitas y una loca en la niña, dando a entender que no eren humanos del todo y ambos eran cachorros de lobo.

-Oh, es gusto Philip-acaricie la cabeza del cachorro- ¿y tú nombre es?- ofrecí mi mano derecha para saludarle y ella gustosamente la acepto.

-Leonor, Leonor Muit- movía inconscientemente sus orejas y cola haciéndola ver adorable-¿y cuál es el suyo?- pregunto la niña.

-___, __ Moon- le sonreí.

-Je, pensé que eras un chico- se sonrojo de vergüenza su hizo presente en su rostro.

-No te preocupes pero ¿qué haces tú sola en el parque?- se me hizo extraño, saque mi teléfono y mire la hora, 5:43 p.m. La niña con pánico miro a su alrededor y comenzó a temblar.

-Y-yo, n-no se- se veía el miedo en ella- P-Philip quería salir a jugar y solo corrimos al parque- sus ojos empezaban a humedecerse por las lágrimas que amenazaban con salir de sus pequeños ojos y el pequeño Philip de igual manera se miraba preocupado.

Me agache a su altura para mirarlos de una manera tierna.

-No se preocupen, yo les puedo ayudar para llegar a casa- ellos asintieron tome la mano de ella y al cachorro en mis brazos-¿Algún lugar que reconozcas cerca se tu casa?- pregunte por pistas.

-S-sí, cerca hay una fuente- bien, había 3 fuentes en el parque y no estaban muy cerca que digamos una de las otras así que decidí rentar una bicicleta con carrito para hacerles más ameno la confusión.

Ya en camino decidimos ir por la primera fuente, alrededor de esta había unas bancas y estatuas de piedra.

-Hey Leonor, ¿es por aquí tu casa?- pregunte mientas miraba el paisaje de un atardecer.

Vainilla y Cerezas (+18)G!Sansx(____) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora