Parte IX

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Escuchar salir su propio nombre de esos labios le deja con un sabor amargo, porque habían pasado demasiadas cosas y ya casi se hacía a la idea de dejarle ir, que debía concentrarse en su defensa, porque Taemin jamás le aceptaría nuevamente.

Haberlo visto, justo el último día, sonreír tanto con ese nuevo gerente que le hizo sentir poca cosa, como si no valiera nada, como si no significara nada pare él, porque ahora tenía un buen prospecto mirándole de esa forma que no se creía capaz de soportar si es que se quedaba a trabajar ahí.

—¿A qué viniste? —se recarga en el marco de su puerta, intentando buscar algo a lo que aferrarse por si a él se le ocurría romperle el corazón definitivamente.

Porque así era el amor, no todo era color rosa y lleno de unicornios tontos revoloteando alrededor, porque también era ese dolor de saber que no todo siempre se hacía realidad.

—Yo...

Taemin no puede dejar de mirarle, sintiendo esa emoción encendiéndose al ver su bonito rostro, sus cabellos completamente desordenados, su apetitoso y largo cuello que le deja ver hasta donde esa camiseta vieja le deja ver, porque se siente ansioso, porque quiere ver más, quiere tocarle, y saberse dueño de esos brazos fuertes y esas largas piernas que parecían firmes y resistentes sólo para él.

Y no quiere pensar más, menos quiere hablar, porque sabe que si empieza a hablar y preguntar razones, terminará largándose de allí, porque aún no sabía cómo manejar sus emociones, aún no sabía aceptar que sólo fue un error y que el silencio hizo que se carcomiera su alma junto a esa seguridad que casi nunca tuvo.

Y de la misma forma quería que él lo amase de verdad, sin prometer nada ni intentar explicar lo que sentía, porque sabe que es mejor sentir que intentar inútilmente explicar lo que sentía.

Porque en ese mismo silencio que le hizo tanto daño, día antes había sido testigo de aquellos celos que jamás antes había visto vivos en esos ojos que parecían querer lanzar rayos laser hacia el nuevo gerente que sería su jefe.


Cuando su padre le llama por la puerta busca un marcador para no perder la página en la que estaba de ese grande proyecto que se le hizo muy interesante, igual no tenía nada que leer ahí, y ya casi había terminado el trabajo que le dieron.

—Ven hijo —él le sonreía, a pesar de verse un poco cansado—. Te quiero presentar al nuevo gerente con el que trabajarás tu proyecto para graduarte.

Le mira y sonríe ampliamente, aunque con algo de vergüenza al reconocerle. Era el mismo chico con el que había hablado esa noche en la que caminó sin rumbo y que le hizo sentir bien en esa parada de buses.

—Que gusto volver a verte —él se acerca darle la mano sonriente—. Soy Lee Jinki.

—Lee Taemin, un gusto.

Y tiene esa extraña sensación perforándole la nuca, por lo que no puede evitar voltearse a ver a Minho acercarse y mirar fijamente al nuevo gerente.

—¿Ya se conocían? —preguntaba su padre divertido.

—Un poco, sí —admite sin saber qué hacer cuando Minho está a su lado sin quitar la mirada de su nuevo jefe.

—¿Minho tú también lo conoces? —le ve negar y extender la mano, sin una sonrisa, ni siquiera una hipócrita, tan serio que le parece que provoca una horrible tensión.

Así es el Amor - Temporada III: RedescubriéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora