Fugitiva

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Azari se encontraba en su cama pensando en cuál sería su primer movimiento, llevaba ya 117 años encerrada en ese lugar que para ella era su hogar; le encantaba su casa y su vida, no se quejaba por nada. Su padre la había criado con cariño y amor pero en ella existía una curiosidad que era insaciable.

En el Limbo, el tiempo era más rápido que el tiempo humano pero se aburría constantemente pues su padre tenía asuntos en la Tierra y poco le veía, ha ido un par de veces a la tierra pero no podía pasar tanto tiempo ahí pues su cuerpo se debilitaba por la transición del Limbo a la Tierra.

-Necesito salir de aquí –decía frustrada Azari paseando de un lado a otro por su habitación.

Su mayor deseo era poder visitar el cielo aunque sea una sola vez, quería conocer ese lugar tan bello del cual fue desterrada cuando era solo una niña de 5 años. No recuerda que fue lo que hizo mal pero fue desterrada al infierno, allí Azrael la acogió como su hija, llevándola a vivir al Limbo.

Con una gran determinación tomó su chaqueta, una gorra y unos lentes, aunque algo andaba mal en su plan. Resaltaría demasiado con tanta ropa oscura pero no le importo a la hora de escapar.

Dibujo la estrella de David y pronunció el conjuro para ir al cielo, cada lugar tenía su simbología. Para el cielo era la estrella de David, el infierno la estrella del Diablo, la tierra es el sol junto a la luna y para el limbo era el infinito; es el mismo conjuro para para todos los lugares pero es necesario visualizar a dónde quieres ir, si tienes la mente confusa en ese momento puedes quedar perdido durante horas hasta que el conjuro pierda fuerza y regreses al lugar anterior.

Azari vio su habitación antes de irse preparada para ver lo nuevo que le esperaba, cerrando sus ojos y serenando su mente espero a estar en el lugar que esperaba. Sintió una brisa en su rostro y el lugar se iluminó, abrió los ojos con lentitud y logró divisar donde se encontraba.

Todo era luz, todo era blanco, se podía respirar un aire tranquilo, se escuchaban voces a lo lejos y el sonido de agua caer; giro su cabeza a la derecha y entre un rosal se veía una fuente. Visualizo unos ángeles hablando animadamente sobre la adquisición de las alas de uno de los niños recién llegados. A pesar de que hablaban de forma animada les entristecía la manera en la que la pequeña criatura había muerto para llegar hasta el cielo.

Comenzó a caminar ocultándose en donde podía, había muchos claros con flores diferentes y también lugares donde se encontraban ángeles hablando de temas diversos, todo era tan nuevo y diferente al Limbo y a la Tierra, no era nada comparado con lo que había visto antes.

En un momento se quedó admirando unas calas blancas perfectas justo a unos pasos de ella se encontraban tres ángeles hablando sobre la nueva tienda de ropa cerca de la gran fuente, estaban bordando un manto de color lila pero una de ellas no notó lo que hacía y se pinchó un dedo.

-Aria últimamente estas muy distraída. ¿Es por el sueño de anoche? –preguntaba Raquel, su amiga de la infancia.

-Sí, estoy algo cansada. Creo que iré a casa a descansar –Aria se retiraba a paso lento despidiéndose de Raquel y Escarlata.

En su mente solo recordaba aquel sueño donde era despojada de sus alas, no recordaba la razón del por qué le habían arrebatado sus preciadas alas solo sabe que no le dolía en lo absoluto perderlas; con la cabeza en otro lugar no se dio cuenta del ser que se encontraba de agachado junto a las flores causando de esta forma una estrepitosa caída.

-Yo lo lamen...to –ambas miradas se cruzaron, Azari se quedó sin habla y en su subconsciente se repetía la voz de ese bello ángel de cabellos claros y bellos color plata, unas alas perfectas de color blanco y puntas azules como el mismo cielo.

No sabían cómo reaccionar ante este incómodo inconveniente pero lo que si sabían es que jamás vieron algo parecido y jamás sintieron algo igual al verse, se podría decir que fue amor a primera vista.

El contraste del color verde de los ojos de Azari con el color violeta de los ojos de Aria era algo magnifico pero un ruido las alerto sacándolas de esa ensoñación.

-No digas nada –hablaba Aria en voz baja tapando la boca de la contraria con su mano.

-Aria ¿sigues aquí? –preguntaba Escarlata viéndola junto a las calas.

-Amm si pues estaba cortando algunas flores para llevarlas a casa –Aria odiaba mentir, solo había mentido dos veces en su vida y luego pedía perdón por su comportamiento.

-Bueno, nosotras vamos al templo de querubines –ambas amigas se despedían con un movimiento de manos.

-Ven conmigo- Aria tomaba la mano de la morena quien embelesada se dejaba llevar por la señorita de colores blancos.

-Soy Azari por cierto –hablaba Azari en un intento de presentarse.

-Soy Aria –contestaba con educación la albina mientras se adentraban en un gran palacio de bello jardín y lindas tonalidades azules y rosa pastel.

-Vengo del Limbo –comentaba Azari al no ver reacción en la joven.

-No debes estar aquí –contestaba Aria.

-No debiste ayudarme –contraataco la otra dando por finalizada la conversación.


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