Descubiertas

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Un mes había transcurrido desde su encuentro, la amistad entre ambas iba en aumento al igual que esos sentimientos que mantenían ocultos, Azari visitaba a Aria una vez a la semana, eran visitas cortas para no debilitar a Azari, sin embargo las disfrutaban al máximo; también habían días que no podían hablarse a causa del trabajo y los entrenamientos como al igual existían días que hablaban hasta el amanecer. Para ellas era una clase de juego divertido pero peligroso más eso era lo que lo hacía emocionante pues nadie podría enterarse de sus encuentros.

-Azari hoy preparé una tarta de frutos rojos, sé que te gustan y creí que sería buena idea ir a merendar juntas. ¿Vienes? –Aria quería hacer algo especial para la morena pues ya cumplían un mes de haberse conocido.

-Pues claro, nos vemos en 10 minutos en la pequeña fuente de tu jardín trasero. Bye –y así terminaron la conversación para arreglarse adecuadamente.

Azari sostenía en su mano una pulsera de perlas, había ido de excursión al mundo humano por ellas, además de tener tres rosas; cada una de un lugar diferente, la blanca del cielo, la roja de la tierra y la vino tinto del Limbo.

Se peinó un poco y se puso un vestido vino tinto al igual que la rosa, este tenía detalles en negro, era una de las pocas veces que lo usaba pero hoy era especial. Ya vestida se colocó unas prendas de oro, sus alas relucían haciendo juego con sus botas de tacón negros.

Aria se veía al espejo dando varias vueltas para ver como lucía, opto por usar unas lindas sandalias romanas de color dorado con una falta lila y una camisa sencilla blanca con un collar de alas que le regaló su padre y hermano.

-Ok, estoy lista ahora a la fuente –Aria salió de forma silenciosa, no quería ser descubierta más no se percató de que alguien la observaba.

Con una cesta en la mano salió por la puerta trasera caminando hasta la fuente donde se encontró con Azari de espaldas tomando una rosa blanca del gran rosal que adornaba casi todo el jardín.

-¡¡¡Hola!!! –Aria la saludo de una forma escandalosa y repentina ocasionando que la contraria se pinchara con una espina.

-Tch, hola Aria –esta vio la sangre correr por su dedo, fue algo pequeño pero ella tendía a sangrar mucho –que susto me diste.

Aria se quedó muda y más blanca que sus alas, no podía ver sangre le tenía algo de pánico ver a alguien sangrando por más que la cortada fuera algo pequeño.

-San-gre –Azari entendió lo que le sucedía, se llevó el dedo a la boca lamiendo la sangre, no tardó en cerrar la herida.

Ambas estaban sentadas tras el rosal conversando animadamente, Azari le contaba como el alma de una pequeña niña que se había extraviado en su camino al cielo la había abrazado agradeciéndole por ayudarla y cuidar de ella hasta encontrar el camino para regresar con sus hermanitos y terminar de llegar al cielo y Aria le contaba de cómo logró darle vida a un pequeño cachorro pero le entristecía no poder practicar en la tierra.

-Creo que me debes algo – dijo sonriendo Azari refiriéndose a la tarta.

-Cierto –Aria saco de la canasta una tarta para las dos y algo de vino –es vino dulce, no bebo casi pero este es delicioso.

Y así pasaron más tiempo ignorando que alguien las observaba desde cerca pero sin saber que hacer pues no quería hacer daño a la persona que quería pero tampoco podía dejar pasar el hecho de que estaban rompiendo las reglas y mucho menos ser un cómplice.

-Aria te tengo algo –Azari saco de un pequeño bolso las tres rosas y la pulsera de perlas –fui a la tierra y creí que te gustaría y las rosas pues me parecieron un lindo detalle.

-Oh por Dios, Azari gracias –Aria se le abalanzó dándole un abrazo –lo siento tus alas –se apartó apenada.

-Tranquila, son fuertes. Me alegra que te gustara –le sonrió de una manera cálida para luego dejar un pequeño beso en su cabeza.

-Oye, mi padre trajo unas galletas de la tierra ¿Quieres? –Aria amaba las cosas dulces y no era fan de la comida picante.

-Sip, aún es temprano y mi cuerpo está en perfecto estado –Azari también amaba los dulces por lo que no se pudo negar.

Caminaron con los brazos entrelazados hasta entrar a la casa de la albina, entre bromas e historias llegaron a la cocina.

-Eftang fuenas –decía con la boca llena Azari mientras Aria solo reía, risa que paró en seco al ver de frente a su padre y hermano.

Ambas quedaron como piedras ante la llegada de los dos nuevos ángeles.

-Papá....Ariel... yo lo puedo explicar –Aria estaba a punto de llorar ante la mirada de decepción de su padre y la de pena de su hermano.

Los cuatro fueron hasta el templo mayor para hablar con Dios, nadie dijo palabra durante todo el camino. Al llegar al lugar acordado Azari vio a su padre con cara de tristeza, Azrael había sido informado por el mismo Uriel y este al ver la magnitud del problema se dirigió rápidamente hasta el cielo; ambas sabían que habían roto las reglas pero no sabían lo que les esperaba.

-Lo lamento tanto niñas pero –con mucho dolor y pesar Dios dijo su veredicto final –son desterradas del Cielo y del Limbo, irán a la Tierra –y de esa forma fue como ambas fueron despojadas de sus alas, su inmortalidad como ángeles les había sido arrebatada como castigo y enviadas a uno de los lugares más crueles y desconocidos.

Para ellas fue un golpe duró pero lo enfrentarían juntas así como habían comenzado con esta amistad y así como habían roto las reglas al cruzar la línea fijada entre lo correcto y lo imperdonable.


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