Creo que no sé porque estoy escribiendo esto y menos en este preciso momento, generalmente prefiero quejarme de las cosas que pasan a mi al rededor pero hoy es algo muy distinto.
Es acerca de un sentimiento que muchos de nosotros hemos sentido, es esa inexplicable sensación de alegría, esa sensación cuando te late tan fuerte el pecho que temes que se te salga del pecho y que probablemente se escuche ese latir a un kilómetro de distancia. Si es un sentimiento hermoso y es aquel que nos provoca más dolor, te dan ganas de llorar cuando lo pierdes, cuando no sabes que hacer con el.Soy una persona que no muestra emociones pero las siento en si máximo esplendor, alguien que puede estar con una cara y hablar de manera neutral aún cuando por dentro queme aquella emoción, es como un volcán que espera hacer erupción, pero hoy está en reposo, el fuego cesó y en cambio ahora están aquellas pequeñas nubes de humo que te raspan por dentro, que provocan un nudo en la garganta.
Tratar de ser sincera con aquellos sentimientos no me es fácil, es tan difícil como levantarme por las mañanas.No quiero que el volcán se apague, que las llamas al rojo vivo se extingan.
Antes dormía cada noche con una sonrisa y ahora solo duermo porque no quiero enfrentar la realidad, no quiero darme cuenta de lo que pude haber tenido y que perdí, algún día las llamas volverán pero se extinguirán porque yo sé los ordené, no quiero que al final de todo tenga que sentirme así. Me siento como un sonámbulo, caminando sin conciencia de lo que estoy haciendo, con la mente perdida en otro mundo
