Capítulo 5

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Capítulo 5

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«Te pediría que te fueras;

que salieras de mi cabeza, que desaparecieras de mi vida.

Tú, la razón de mis problemas..., si tan solo eso quisiera, eso creyera.»


* * *


Me esclarecí la voz, recobrando el temple fugazmente perdido.

—¿Cuándo se la han entregado?

—Esta mañana. Iba dirigida a ambos.

—¿Por eso se ha desmayado?

Se le encendió la cara de vergüenza, pero aun así no se rindió ante mi mirada. Me la devolvió tan desafiante como nunca nadie se atrevió a hacerlo.

—No.

—Ya. Y a mí este asunto no me produce jaqueca.

Mikasa frunció el ceño, atrapando al vuelo el sarcasmo que empapaba mis palabras.

—Y usted, capitán, ¿por qué está aquí?

—¿No es obvio?

—Pues, lamentablemente...

—Tch. Por cumplir con mi deber moral.

—¿Deber moral?

—Sí. Le recuerdo que usted está a mi cargo ahora.

—Sin embargo, es opcional permanecer. Su moral de turno no le obliga a quedarse, ¿o sí?

Y ella rebatió apacible, luciendo aún adormilada, con la voz ausente de sornas con las que celebrar la hazaña de haber derrumbado mi supuesta coartada perfecta.

Le contemplé quedamente por quién sabe cuánto tiempo, calibrando el inesperado vuelco que le dio al previo intento –y fracaso– de conversación. Me cuestioné, de pronto y con un ápice de malicia, qué papel ejercería Mikasa en mi vida... ¿Había llegado para colmarla de sorpresas o para arruinarla?

Nuestros encuentros habían sido pocos, poquísimos y bastante breves, pero suficientes para ella demostrarme que el trato que tendríamos de por medio sería, por mucho, diferente. Que en su defecto no era igual a sus iguales y que, gracias a ello, no le era preciso articular nada para descolocarme o, por el contrario, nada le costaba sacarme de mi órbita habitual con palabras que me golpeaban como cual meteorito candente que impacta de imprevisto sobre la coraza de un planeta cualquiera. ¿Cómo no iba a causarme extrañeza ese valor suyo de darme batalla sin siquiera esforzarse? Quizá, no era esa su intención ni su actuar se rigiese en lo premeditado. Quizá se debía simplemente a un mecanismo de respuesta automática que formaba parte de ella y que se accionaba, eso sí, a modo de defensa y de manera tan natural como el respirar.

Y si era así también me pregunté, tan de pronto y con la misma cuota de malicia de antes, ¿en defensa de qué? ¿De qué buscaba protegerse o a qué buscaba proteger?

—No insista en moverse de aquí —atajé, levantándome al fin—. Llamaré a la doctora para que le examine.

Estuve dispuesto a cumplir con esa simple tarea hasta que sostuve el pomo de la puerta y fui incapaz de hacerle girar. No me enteré de a qué se debía mi pasmo, hasta que por sobre mi hombro retorné la vista hacia ella en el momento exacto para ser testigo de cómo me libraba de ese escrutinio furtivo que yo comenzaba a sospechar seguía mis pasos más de lo que podía llegar a imaginar.

Cásate conmigo, Mikasa (RivaMika Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora