Capítulo 8

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Capítulo 8

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«¿Cómo demonios

iba a imaginar

que en la obviedad

encontraría todas las respuestas?»


* * *


—... Tío Levi, ¡tío Levi!

El eco de su voz aguda me alcanzó en la lejanía imaginaria, haciéndome descender de golpe de esa galaxia distante en la que mi mente se mantenía flotando incesantemente, perdida en su infinidad sin reparaciones ni mayores consideraciones y sin el consentimiento de mi propia voluntad. Ahí, sin embargo, a diferencia de una galaxia convencional, no había estrellas ni cometas o planetas, sino un montón de incógnitas, incertidumbres y remordimientos tan vastos como el mismo universo siendo la presencia omnipotente de Mikasa Ackerman el centro de su funcionalidad.

—¿Hmn?

—¿Qué distancia hay de aquí a las estrellas?

Parpadeé despacio, medio aturdido. Sí, admito que estaba bastante abstraído, pero eso había venido de la nada. En su mano sostenía un creyón azul que usaba para colorear una criatura de tres cabezas de aspecto extraterrestre diseñada por él y sus grandes ojos ámbar me observaban despiertos, casi impacientes, esperando por una respuesta que, en su inocencia, no comprendía por qué demoraba tanto en llegar.

—Hay muchas de ellas, Hans. Y están mucho más lejos de lo que tú y yo podamos siquiera imaginar.

Hans era un niño tranquilo, demasiado para siquiera parecer descendiente de la desquiciada escandalosa de Hange Zoe. En grandes rasgos, su personalidad noble y serena le hacían parecerse mucho a Moblit, pero su curiosidad y perspicacia en definitiva eran cualidades fieles al legado de su madre.

Tenía solo cinco años y la habilidad innata de posar, sin previo aviso, interrogantes de tinte existencial.

—¿Más lejos que la casa de mi abuelita? —improvisó. Se refería a su abuela paterna, que vivía a las afueras, a dos horas en auto para ser exacto.

—Bastante más —contesté y, no sabiendo con qué otras palabras explicárselo, opté por recurrir a la dramatización. Me estiré a un costado para alcanzar el interruptor de la lámpara situada justo sobre nosotros y accionarlo un par de veces—. ¿Ves lo rápido que la luz ilumina toda la sala? —Hans asintió, fascinado ante la idea de aprender algo nuevo—, las estrellas están tan lejos que esta misma luz demoraría mínimo cuatro mil años en llegar a la más próxima.

—Ahh... —lo mesuraba, el doble de fascinado—, es mucho tiempo...

Previendo sus ávidas ganas de darle largas al asunto, le señalé la hoja frente a sí para desviar su atención. Su mirada siguió mi mano como imán.

—Es un perro, ¿no?

—Sí.

—¿A qué se deben las tres cabezas?

Y mejor no cuestionarle sobre sus facciones monstruosas...

—Porque es Cerberus.

Ah, no me digas...

Cásate conmigo, Mikasa (RivaMika Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora