Capitulo 4- Parte 2: Una chica que era amada

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La siguiente tarde.

Comí el almuerzo, y lave los cubiertos. Seque el lavado y tomé un respiro. Mis tareas para el día estaban hechas. Salí hacia el bosque.

Porque le prometí que iría a visitarla de nuevo. Sentía en algún lugar en mi corazón, que ayer había sido un sueño, así que en parte, también quería confirmar eso.

Caminé por el sendero familiar del bosque y me dirigí a su casa.

Aunque sólo había recorrido el camino una vez, no me perdí para nada, llegando al jardín de flores rojas y azules.

Saliendo de la espesura, vi el jardín de rosas y la roja mansión. Lo mismo que había visto ayer.

No, no había sido un sueño.

Giré la manilla. La puerta no estaba cerrada.

¿Había sido dejada abierta para mí? A decir verdad, no estaba cerrada ayer, tampoco. Quizás era así para que el gato negro pudiera pasar.

Eso parecía inseguro. Tal vez sencillamente que viniera gente era algo muy raro.

–Viola.

Cuando abrí la puerta, Ellen gritó en voz baja al ver mi cara.

La chica que ayer estuvo postrada en la cama ahora estaba sentada, su espalda apoyada en una almohada grande.

Parecía estar mejor que ayer.

Había unos cuantos libros sin terminar alrededor de su cama, y una mesa redonda al lado de ella con una humeante taza de té.

–Volviste... Estoy tan contenta.

Ellen entrecerró sus ojos para mirarme. ¿Qué clase de expresión era esa? Mi pecho latía.

Aunque su rostro estaba cubierto de vendas, el gesto me ayudó a ver como no es diferente de una chica normal.

Jale una silla cerca de la cama y me senté.

Otra vez, no vi a nadie en el camino al cuarto de Ellen.

Pero viendo sus vendajes recién reemplazados y el té en la mesa, estaba segura de que había alguien atendiéndola en la casa.

Había dos tazas de té.

Viéndome notarlo, Ellen hablo.

–Ese es para ti, Viola.

¿Lo había preparado la persona cuida de ella para mí?

–¿Puedo?

Ella asintió con la cabeza.

–Gracias.

Tomé la taza de té.

La taza blanca estaba decorada con motivos florales en forma de línea, y se veía muy cara. Una gran diferencia de las tazas aburridas en mi casa.

Ellen alcanzó lentamente por su té. Era una mano tan pequeña, y temblaba. Incluso me encontré pensando «por fin» cuando al fin tomó la taza de té.

Ellen sonrió, notando a mi mirada preocupada. Sonreí también, sintiéndome un poco tímida.

Mientras bebía, miré alrededor de la habitación.

Las paredes blancas no tenían ni una mancha sobre ellos. Los muebles eran preciosos. Pequeñas estanterías estaban repletas de libros de coloridas pastas. Floreros costosos contenían hermosas rosas.

Miré a su cinta y vestido de una pieza. La tela era de tan alta calidad, que casi estaba celosa.

Esta niña debe ser muy amada, me convencí a mí misma. Porque creía que el dinero gastado en ella debía ser igual al afecto que recibía.

The witch's house: -El Diario de EllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora