Capitulo 3- Parte 2: Una pequeña linda botella

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Pasaron muchos días y noches.

Al cambiar las estaciones igual lo hizo el bosque, las flores en el jardín se marchitaban y floreciendo nuevamente. Las estrellas arriba, destellantes, no cambiaban sus alineaciones, sino sólo sus posiciones.

El tiempo pasaba lentamente pero con seguridad.

...Y con todo mi cuerpo seguía siendo de una niña de siete años.

Me di cuenta de esto nuevamente el día que mate a un humano y vi su memoria.

Ese humano adulto había sido un niño que, hace mucho tiempo, escapó por un capricho.

Había pasado suficiente tiempo para que un niño se convirtiera en adulto. Comparé mi propio cuerpo con el del cadáver plenamente maduro a mis pies.

Yo no había crecido un centímetro. Es más, mi cabello y uñas no habían crecido tampoco.

Era como si el tiempo se hubiera detenido para mí. Y sin embargo la maldición de mi enfermedad progresaba dentro de mí.

Las brujas no mueren, había dicho el gato negro. Débilmente me preguntaba si esto era lo que significaba vivir para siempre, oliendo el aroma de una rosa recién florecida.

Había vivido aquí mucho tiempo y aprendí muchas cosas, pero mi cerebro de siete años olvidaba mucho.

...Tal vez debería hacer un diario.

Un libro abierto lleno de páginas en blanco apareció en la mesa delante de mí. Un libro de cubierta roja.

¿Qué escribiré? Sin siquiera pensarlo, la pluma comenzó a moverse por sí sola, elegantemente anotando las cosas. Ah. Así que no necesito escribir. Porque parecía que el diario ya estaba escribiendo cosas que ni siquiera podía recordar –la casa sabía más sobre mí que yo misma–.

De esa manera, incluso mis pensamientos actuales podían volverse palabras en las páginas.

Dejé el diario detrás, que sea escrito como la magia de la casa elija, y partí. Todo tipo de personas llegaron al bosque.

Niños jugando.

Amantes encontrándose.

Adultos pasando para cazar o hacer negocios.

Y además, algunos adultos venían a buscar a sus niños, o para investigar el bosque.

Manipulaba el bosque con gran habilidad. Miré hacia abajo desde lo alto en el cielo, con la visión mágica sobre todo el bosque. Despejé un camino como un hilo enrollándose para llevar gente a mi casa.

Comenzando a aburrirme de las trampas de la casa, opte por jugar con la magia del gato negro. A veces yo misma me involucraba.

Ellos desviaban la mirada. Eso estaba bien. Enredaderas de rosa se enrollaban alrededor de sus cuellos. Dura como metal, se enterraban con fuerza en la piel. Justo antes de que sus cabezas rodaran, ellos me miraban y decían «Bruja».

Algunos luchaban, otros se enojaban, otros insultaban.

No me molestaba por esas cosas. Porque incluso los más grandes eventos de todas sus vidas eran, para mí, un capítulo de mi vida cotidiana.

Los mire con la barbilla en las manos como si viera una obra de teatro. Sus maldiciones pasaban atreves de mis oídos.

Pero de repente, tuve un pensamiento.

Acerca de cómo me llamaron bruja. ¿Podría ser que era conocida?

–¿Hm? lo hiciste a propósito, ¿verdad? –, dijo el gato negro, mirando a un charco de sangre en el piso.

The witch's house: -El Diario de EllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora