Cap. 2 ~ Alex & Alexa

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Genial, ahora tendría una especie de cena familiar con los vecinos nuevos. No podía quejarme ya que mi abuela le entusiasmaba la idea de conocer a gente nueva y que, de paso, yo conociese algunos amigos. Ja, que ingenua, ¿amigos? ¿yo? Si no tengo es porque no quiero, no porque no sepa relacionarme, aunque... realmente son las dos cosas.

—Mi nombre es Alex, siento no haberme presentado antes. —Dijo el chico.

—Ni falta que hacía. —Dije cortante.

—Vaya, ¿estás con el periodo o es que siempre sueles ser así de cortante? —Dijo con una sonrisita que, definitivamente, odiaba.

—Ignoraré tu pregunta. —Dije sin darle importancia al asunto.

—Vuestra casa es hermosa. —Dijo la mujer. —Yo soy Rosie, la madre de Alexa y Alex. —Dijo esto último mientras señalaba a cada uno por su respectivo nombre. —Y este es mi marido, Marcus Adams.

—Hola, encantada de conoceros a todos. —Dijo mi abuela. —Yo soy Antonia y esta es mi nieta Evelyn.

—Hola. —Saludé seria.

—¿Por qué me pusiste esa excusa tan falsa? —Me preguntó Alexa.

—¿Qué?

—Me dijiste que no tenías nombre, ¿por qué no querías decirlo?

—No te importa.

La chica se cruzó de brazos, molesta. Son todos una familia de pijos.

—Voy a ayudaros a poner la mesa. —Dijo Rosie, a lo que yo me negué.

—No se preocupre, ya lo hago yo.

Una de las cosas que más odio es el intentar ser presentable. No ayudan por amabilidad, ayudan para aparentar amabilidad. Odio a los papelones, desde siempre. ¿Ayudarme a poner la mesa y que se arriesgue a partirse alguna uña de porcelana? Oh, Dios no.

—Vaya, que nieta más amable y energética tiene, señora.

—Muchas veces puede parecer algo cortante, pero de eso nada, tiene un gran corazón.

Fui a la mesa con las cosas en la mano.

—Elejirme como tema de conversación no es una cosa que agrade.

—Pero, señora, ¿de verdad dice usted que su nieta tan solo aparenta ser cortante? Más bien, y con todo el respeto, no lo aparenta, lo es.

Me senté en la silla, al lado de mi abuela.

—Y si lo soy, ¿qué?

—Evelyn, no empieces.

Me crucé de brazos.

La cena transcurrió tranquila. No intervine mucho en las comversaciones, como de costumbre.

—Ha sido un placer conoceros. —Dijo Rosie.

—Muy buena la cena, gracias. —Agradeció Marcus.

—Me encantaría volver a quedar otro día. —Dijo mi abuela.

Sí, eso necesitaba yo, quedar otro día con estos.

—¿Vas conmigo y mi hermana mañana al instituto? —Preguntó Alex.

—¿Lo preguntas enserio? —Dije enarcando una ceja.

—Claro.

—No, no voy a acompañaros, que os quede claro.

—¿Por qué eres tan terca?

—Si no te gusta como soy, te aguantas.

—Eso hago, contigo no se puede tener una comversación amable, Evelyn.

—Conmigo no se puede tener una conversación, y punto.

—Evelyn, deja de ser tan testaruda, por el amor de Dios. —Se quejó mi abuela.

Me fui enfadada a mi cuarto, no lo podía creer, todos estaban en contra mía, ¿qué pasa? ¿ahora soy yo la mala? Simplemente no quiero hablar con nadie, no quiero tener relación de amistad con nadie, siempre he sido así y he vivido muy agusto a mi manera.

Alex's POV

¿Qué le ocurre a esa chica? Siempre huye de la gente. Huyó de mi hermana, según lo que ella me contó, y ahora huye de mi.

—Lo siento, mi nieta a veces puede ser un poco... respondona, pero en el fondo es una buena chica.

¿En el fondo es una buena chica? Eso habría que verlo. Sé perfectamente que su actitud es una máscara para hacer creer a la gente que no tiene sentimientos.

—Los adolescentes suelen ser así. —Defendió mi madre.

—No es por que sea una a dolescente... es... por clsas que le han ocurrido en un pasado, desde aquello no ha vuelto a ser la misma. Pero conmigo es diferente, sólo hay que cogerle confianza.

—Es difícil, en cuanto quieres ganarte su confianza, ella te echa de su círculo. —Respondió Alexa.

—Sólo hay que tener paciencia.

—Bueno, Antonia, nosotros nos vamos ya. Ya sabe, si necesian algo estamos en la casa de al lado. —Dijo mi madre con una sonrisa

—Muchas gracias, igualmente. —Respondió Antonia y luego tosió.

—Adiós señora. —Dije y me fui.

Evelyn's POV.

Me puse el pijama y luego cogí mi libro para empezar a leerlo, pero alguien me llamaba.

—¡Evelyn! ¡Eeh!

—¿Pero qué...? —Musité.

Al asomarme a la ventana pude divisar al tonto de alex haciéndo un ademán de saludo desde la ventana de su cuarto que, desgraciadamente, se encontraba enfrente del mío.

No van a ser unos días muy tranquilos.

Yo Soy NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora