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Parte uno.

El juego comienza

42

Estudiantes comienzan.

Despertar.

Era un salón blanco, idéntico al dueño de todas sus vivencias escolares de lo que llevaban de año, los pupitres estaban limpios, al igual que el piso y la tarima del docente –El cual, por alguna razón, no estaba allí, como si fuese receso– y el único ruido era el tic-tac del reloj sobre el tablero, gris platino y preciso, sin falta alguna contaba segundo a segundo con su delgado puntero rojo, tic-tac, fastidiaba luego de un rato, pero eso no era lo más desconcertante de todo.

Todos se ubicaban en sus respectivos asientos, comenzando por Kazuo Amagiri en la punta de la primera fila a lado de las ¿Ventanas? No, eso no era, lo que había ahí era grandes placas de metal que cubrían el interior y no develaban la escena que suponían que se desenvolvía afuera, de paso, ¿Qué hora es? Ni idea, el reloj solo tenía el segundero, alguien se había desecho de las otras dos manecillas, ¿Tal vez para no saber qué hora era? Tampoco es que tuviesen sus relojes, no, alguien se había deshecho de todos ellos.

La primera persona en despertar fue Eri Hiroki (Chica #4), quién en lugar de alarmarse por el sorpresivo cambio de escenario prefirió el silencio, al igual que los siguientes dos en despertarse, Benjiro Kugimiya y Momo Sakaki (Chica #16), penumbroso e incómodo vacío entre los tres, que desde sus asientos se observaban una y otra vez, preguntándose un '¿Qué estaba pasando?' que no sabían responder de ninguna manera.

Y entonces Benjiro señaló el cuello de sus compañeras, un collar lo abrazaba con fuerza, pero sin limitar la respiración, aunque él no se salvaba, sentía algo frío y metálico que rodeaba toda la extensión circular. Los cuellos de todos sus compañeros estaban así, ¡No son animales! No pueden mantenerles con esa clase de opresión, ¿Qué se supone que debían hacer? Intentaron quitárselo con uñas y forcejeo, pero era imposible, de ahí no se movería.

La puerta se abrió con lentitud.

Un hombre entró al aula, lentamente, mientras se exponía como solo, con una sonrisa siniestra en el rostro, se veía viejo, de unos cuantos cincuenta o sesenta aproximadamente. Varias arrugas y líneas de expresión se marcaban en su rostro, ovalado y de color cobrizo, manteniendo sus ojos bien abiertos a la par que se ubicaba frente a frente en la tarima, sin perder aquella sonrisa, podrían jurar que alguien la sacó de un juego de terror.

El hombre acomodó su desordenado cabello negro tras su oreja izquierda, y se quedó ahí, en silencio, observando a todos despertar de a pocos, y fijarse en su apariencia, asustarse de inmediato y tratar de evitar sus ojos, de pupila pequeña y párpado doble, no parecía nativo del Gran Imperio de Asia del Este, pero tampoco lo eran varios estudiantes.

El último que despertó fue Gonkuro Onohara, con el mover de sus pies notó que la pequeña y descuidada mochila de gimnasio que contenía sus pertenencias se encontraba bajo sus pies, al igual que todos, y omitió un grito de ayuda por la misma destartalada razón que el resto, el miedo.

El hombre aclaró su garganta mientras sus ojos examinaban todo y a todos, sin perder detalle alguno, haciendo una alargada pausa para hacerlo, y dejar al resto en suspenso.

"¿Todos despertaron ya? ¿Durmieron bien? ¿Sus sueños fueron placenteros?"

Su voz era curiosamente alegre y un tanto aguda, se escuchaba feliz, alegre de estar ahí con ellos, en aquel momento, y eso solo sacaba más dudas a flote, ¿Qué le pasa? ¿Qué pasa?


Quedan 42 estudiantes.    

BATTLE ROYALE   ||   [CERRADO]Where stories live. Discover now