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La mirada suya, fría pero con chispa se clavó en los estudiantes, luego una sonrisa en sus labios que no era muy fácil de leer y los ojos al papel nuevamente, ¿Algo le causaba gracia?

"Chico número quince, Yuuki Minato"

Un suspiro grupal se escuchó bajo los nervios latentes de todos, y el corazón del muchacho explotaba en su interior al sentir de las miradas ávidas de todos hacia él, comiendo sus últimos despidos y el saber de nunca poder estar con él de la misma manera, nunca jamás.

El muchacho se levantó sin reparo y ni importancia, sus pisadas eran un tanto inseguras al acercarse hasta las manchas de sangre por el cadáver de su maestro y el pie que le habían arrebatado a Kokone hace nada, caminó frente a todos con algo de dificultad, ojos clavados en despedirse mentalmente, y sin darse cuenta, patear uno de los miembros del difunto maestro, despidiéndolo hasta la pared del fondo, casi un gol a la salida.

Jun Shinki (Chico #19), encontrado cerca a esa pared, con su instinto autónomo de asqueo inmediato, retrocedió su asiento con fuerza y la intención de alejarse inmediatamente, como un ermitaño a la luz del sol, como algo que no fuese natural para él. En consecuencia, el olor a muerto mezclado con la no muy agradable sangre fresca había alcanzado nuevos horizontes, y llegado a lugares donde ese asco no estaba tan presente.

Sin importar demasiado, Yuki caminó sin observar a ninguno de ambos hombres militares con ojos tristes y labios serios, uno entregándole una de las muchas mochilas de nilón en aquella pila, y empujándole un poco para salir de inmediato, sin siquiera un último vistazo de Susuke Hirai (Chico #4) como su despedida.

Los pasillos eran oscuros y los salones a puertas cerradas con placas en todos lados le daban la sensación de estar en un mundo totalmente ajeno a lo que había conocido hasta entonces, el frío no tardó en tocarle y al suspirar sintió cierta brisa que llegaba del final con un pequeño brillo de luz, la salida.

Yuki dio tres pasos lejos de la puerta y escuchó un "Ahora esperamos dos minutos" por parte de ese Shibasawa, a él le parecía que era un idiota completo, pero no había nada que hacer al respecto, y solo siguió caminando.

Se preguntó si alguien estaría triste por su ida, al observar a los lados sin encontrar alguna puerta abierta también se preguntó si podría esperar por sus amigos dentro de la escuela, pero parecía ser imposible con los cortos callejones y las puertas que no se atrevía a tocar para verificar sus mil dudas.

Luego otro pensamiento le llegó, se supone que era el más rápido de todos, ¿Por qué estaba caminando entonces? Hasta ese momento se dio cuenta de lo estúpido que era. Recargó en su hombro izquierdo ambas mochilas y salió a correr de la nada, asegurándose de que sus pasos resonaran por todas partes.

Claro que la salida parecía inalcanzable.

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"Ahora esperamos dos minutos"

Mencionó casualmente ese hombre en frente de toda la clase restante, mostrando a todos su reloj de muñeca para contabilizar exactamente el turno de la siguiente en la lista, Manami.

Todos guardaron un eterno silencio, los quejidos de Kokone ya eran inaudibles para sus estresados y asustados oídos, concentrados en no querer estar más ahí, correr libremente a las libertades que nunca volverán a llegar y sólo... Ser.

Comenzaron a escucharse pasos corriendo, Yuki fuera del salón sí había tomado su tiempo al haber pasado un minuto ya desde que salió, y su correr posiblemente apresurado alertó a todos y cada uno de sus compañeros y amigos, sin importar su posición o su cercanía, era uno de esos sustos extraños, en los que más por temer por el prójimo temes por su propia vida, sin siquiera estar en peligro.

Luego un pesado golpe que sólo escuchado como un recuerdo, allá en la lejanía, en la libertad.

"¡Muy bien! Ahora es turno de la chica quince, Manami Satō"

Y volvió ese vacío en el estómago de Manami, el miedo y los temblores de sus extremidades se mezclaba con ese pensamiento obligatorio de lo que tenía que hacer antes de abandonar ese mundo para siempre e ingresar a otro, con el persistente miedo de ser asechada en los pasillos, y morir con apenas ingresar a su nuevo futuro.

Sin titubear mucho la chica se levantó de su sitio, procurando que el papel en su mano no fuese detectado por ese tipo raro, y asegurándose de que su linda y no tan pequeña mochila blanca estuviese bien puesta en su hombro derecho, tomó el camino largo hasta el frente, caminando entre las intersecciones de escritorios de sus compañeros para llegar hasta la destacable Satsuki y dejar discretamente la notita en la mesa.

"Señorita Satō, ¿Qué hace?"

Preguntó el hombre al notar el tiempo que a la chica le tomaba salir del salón, y los soldados por primera vez prepararon las armas que todo este rato habían cargado a sus espaldas, apuntando a alguien que actuaba con las mejores intenciones.

"¡N-nada! Perdone Shibasawa... sensei, iré enseguida"

Dirigirse de esa manera a aquel hombre casi le hace vomitar, pero valió la pena luego de ver una sincera sonrisa y las armas volviendo a tranquilizarse, dejando a Manami en paz de seguir con lo suyo, y caminar hasta el frente, cuidando de no patear al querido maestro que toda su vida respetó.

El soldado más cercano a la puerta le entregó su mochila de una manera ciertamente extraña, suave, y quizá intentando ocultar su rostro de alguna manera. La chica lo ignoró y agradeció por su nueva mochila de nilón, y sin brutalidad aplicada alguna salió por la puerta, confiada de que estaría a salvo cuando se encontrase con su amiga, porque sin ella no podría hacer nada.

El pasillo le saludó con el mismo frío y oscuridad que Yuki, y sin suspiro intermedio avanzo con gracia, sin fijarse mucho en puertas y escapes diferentes a la luz que emanaba de la puerta, y la sombra oscura en el umbral de la misma.

Se acercó lo suficiente para notarlo bien, Yuki estaba tirado en el suelo con sus dos mochilas a cuestas de su hombro izquierdo, e inmediatamente corrió a socorrerle, si sus conteos no fallaban entonces faltaría muy poco para que el siguiente de la lista comenzara a salir, y les disparase como presas, porque no era un tipo tan amigable como ellos dos ahí presentes.

— Yuki, ¿Te encuentras bien? — Preguntó acercándose al muchacho en el suelo, preocupada, no quería ver a un muerto apenas al salir de todo ese miedo.

— Ah... Sí... ¡Estoy muy, muy bien! — Inmediatamente el muchacho había recobrado sus sentidos al hablar con aquella muchacha, levantándose del suelo, dejando ver raspones en su rostro y sangre discreta.

Se escucharon los pasos enseguida de una sonrisa que se intercambió, la cara y sentimiento de pocos amigos de Karu Nokazi (Chico #16) era algo que deberían temer por cuestión de supervivencia, y todos en su clase lo sabían bien.

— Salgamos rápido, Karu me da miedo... — Pidió la chica, tomando del brazo a su no muy cercano compañero y escapando al bosque, directo al punto de reunión que tenía, en espera.

Sin saberlo ni presentirlo, Karu no apuntaba a ocupar el umbral de salida a su nueva pesadilla.

Quedan 42 estudiantes.

BATTLE ROYALE   ||   [CERRADO]Where stories live. Discover now