Era el momento perfecto de intentarlo, el momento perfecto para probar en lo que pensaba, sentir una satisfacción profunda e inexplicable a sus iguales de lo que era saber cómo son las cosas, y tener razón en lo injusto y malvado.
Su corazón le decía lo contrario, tanto sus manos como su vista ya estaban a punto de hacerlo, pero la intuición sabía que como parte fundamental de la muerte existe una vida, y aquellos que tengan razón a sus ojos para vivirla podrán pasar. O por lo menos solo unos cuantos.
Pasaron dos minutos, el olor a fresa y un brillo de belleza pasó por donde se escondía, y aunque no pensase cosas lindas de esa muchacha, no evitó pensar que moriría a manos de alguien más, mucho más adelante.
En aquel momento Momo Sakaki se veía tan radiante y tranquila que irrumpir todo con un grito de batalla y con el miedo a los que siguiesen, prefirió solo dejarla pasar, con una serenidad increíble.
— Lo haré... Estoy segura. — La muchacha se escuchaba decidida por su batalla mental, no había espacio alguno para pensar de qué se trataba, pero la posibilidad de que no hubiese sido nada estaba muy presente.
No había importancia alguna, si no iba a hacer nada prefería no prestarle atención.
Otros dos minutos.
No podía compararse a aquel muchacho que se avecinaba por el largo pasillo, y lo conocía bien como para saber que no cumpliría ninguno de sus objetivos si se enfrentaba a tal bestia, grande, poderosa y sin sentimientos, como un desalmado animal.
Gonkuro Onohara (Chico #17) era a quien menos se enfrentaría, ya había destrozado cuerpos y corazones antes, y aunque merecía una buena muerte no sería a manos de él, alguien más le haría pagar por sus crímenes contra la que era su clase.
Empuñó con mayor fuerza el machete en sus manos evitando dejar salir el odio por aquel muchacho dentro de él, y lo dejó pasar sin que notara cómo quería con un amor tan fuerte asesinarle, pasando sus ojos por esa oscuridad no se hacía una idea de lo que pudo acabar con su vida pero nunca hizo, por el simple hecho de ser el esperpento que rompió a más de una alma.
Escuchó los pasos del grandote, y luego se fue por la luz al final del muy largo pasillo, sin importarle demasiado si su fatídico final se demoraría o no.
Esperó otros dos minutos, perdiendo cierta paciencia.
Lo primero que notó de la siguiente de la lista (Al no saberla de memoria) fue aquella respiración que más de una vez le molestó, marcada, suspirante y algo dañada, por un golpe en la infancia aquella muchacha había quedado con el tabique torcido y una respiración sonante, y a primera vista cualquiera ponía esas caras de lástima que se ponen al ver las noticias. Odia la gente que lo hace.
Estaba claro que lo tacharían de machista, cerdo, inútil y aprovechado, pero su cuerpo lo estaba pidiendo desesperadamente, y no aguantaba que alguien más pudiese asesinar a una presa tan fácil como aquella, justo al alcance de sus manos, y lista para llevar.
Cuando Nojiko Tsubasa (Chica #17) pasó por esa puerta oscurecida y en silencio una sombra le saltó encima, y antes de reaccionar, ya se encontraba en el piso, intentando quitar a Karu de su cuerpo regordete.
— ¿¡Qué me vas a hacer?! — Aunque Nojiko estuviese atemorizada su voz era un fino hilo, suave como su sonrisa, lento como su parpadear.
Las manos de la muchacha peleaban y palmeaban, haciendo un ruido algo difícil de escuchar, pero no imposible, su cuerpo se arrastraba mientras la mano izquierda de Nokazi se ubicaba en el cuello de la joven, y apretaba.
— ¿No está claro? Te voy a matar.
El instinto de supervivencia de Nojiko era fuerte, y quería vivir, quería ver a sus amigas y saludar por última vez al chico que le gustaba, por lo menos para confesar un sentimiento perenne de su corazón, tímido y frágil, como su personalidad.
Las piernas de Karu se movían a un ritmo similar al de aquella muchacha, buscando aire desesperadamente, dando ahogadas bocanadas de vez en cuando en el momento que sus manos le ganaban en fuerza momentánea al muchacho que estaba por acabarla.
— Tsubasa, espero y no me tomes ningún rencor, sabes que no es personal.
La voz de Karu no se escuchaba como la suya, era alguien más que se había apoderado de su persona, un ente demoniaco, alguien controlándolo como una muñeca, en busca de causar el mal entre amorosos compañeros de clase, quienes hace no mucho se declaraban una duradera amistad.
La mano derecha del muchacho mantenía apretado el machete con fuerza, algo alejado de su cuerpo, pero cortándose cuando el movimiento de Nojiko fue muy salvaje.
El arma fue levantada, y en la oscuridad de aquel pasillo un pequeño brillo metálico fue visible, asustando, acelerando el ritmo cardiaco, volviendo aquella cortada respiración un ruido constante de susto, un chillido extraño casi audible, limitando mucho más el aire.
Nojiko empezaba a marearse, sus ojos se abrían y cerraban como si estuviese muy cansada, perdiendo el aire que la hacía vivir, sin dejar de mover frenéticamente su cuerpo, como si fuera una convulsión epiléptica.
Karu alcanzó a escuchar en la no muy lejana distancia otros pasos, relajados, suaves, y llenos de confianza. Tuvo miedo un instante, sabía que la luz que emanaba de la salida delataba su posición, y sería cuestión de nada llegar a ellos.
Lo que Nojiko sintió después no fue nada placentero, una larga punzada en el área de su pecho, abriendo por la mitad su seno izquierdo desde su hombro, luego una intensa quemadura acompañada por un dolor insaciable, sintiendo cómo se empapaba su ropa, luego el aire devolverle cierta vida y también dejando de sentir en peso en su estómago y piernas.
El muchacho que la mató en vida tomó tanto su mochila de nilón como la de Nojiko, sus otras pertenencias y salió corriendo, sus pasos mezclándose con los de Ayato Ryoma (Chico #18) quien había quedado aterrado por lo que acababa de ver, y por lo tanto no había llegado a socorrerle. Idiota.
— ¡Nojiko! — Fue lo primero que exclamó el muchacho al sentarse en el suelo, sintiendo la sangre empapar sus rodillas y sus manos al tocar su rostro.
— A... Ayat... Ayato... — Su voz siempre había sido silenciosa y también muy tímida, pero nunca así, y menos hacia quien amaba a todo mundo demasiado y por igual. — Ta... Tar... Tard... Ta-
Ayato dejó un beso en su frente, deteniendo las pocas palabras que en aquel momento podrían salir de su boca, perdiendo demasiada sangre como para poder ayudarla. Los ojos de Nojiko se cerraban, perdiendo lentamente la conciencia.
— Deséame suerte del otro lado, rezaré por ti.
Dentro de esa oscuridad, Nojiko sonrió antes de morir, y Ayato no sintió culpa alguna, pero sí fervientes ganas de poder darle vida a su muerte.
El muchacho arrastró de los pies el cuerpo muerto de la chica hasta el oscuro salón en donde Karu había aguardado pacientemente para atacar, cerró la puerta y recogió sus objetos, suspirando con determinación.
Era una verdadera lástima que todo fuera tan oscuro, se vengaría con el muchacho equivocado, y sin importar su amistad, asesinaría a Gonkuro en el menor tiempo posible, y así lo prometía.
Ayato escapó rápidamente del sitio, sin querer pensar que alguien tan banal como Someya Watanabe (Chica #18) estuviese pensando en acabar con su vida.
Quedan 41 estudiantes.
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BATTLE ROYALE || [CERRADO]
FanfictionEn un mundo con la filosofía de la supervivencia al más fuerte, las ansias por libertad y revolución nacen de las cenizas de la violencia que deja atrás la juventud, masacres todos los días en televisión y una máscara sangrienta sobre las lágrimas d...