"¿Todos despertaron ya? ¿Durmieron bien? ¿Sus sueños fueron placenteros?"
Una respiración colectiva se escuchó, ardía en miedos y confusiones que mezclaban los sentimientos de los presentes, y elevaban el ambiente hasta el punto que caía al suelo y se enfriaba por el terror y pánico.
La calma se esfumó como el humo que se disipaba a las afueras de su sitio de contención, misteriosos restos de la deprimida neblina del desolado lugar, el cual brillaría con otras cosas en unos minutos, o esa era la esperanza.
"Muy bien, muy bien, explicaré. Mi nombre es Shibasawa Tamotsu y soy su nuevo instructor"
Todo lo que salía de sus labios sonaba tan irreal, nadas vacías en el espacio de palabra en palabra, falsas promesas de un amor floreciente en dos jóvenes amantes, sueños infantiles acunados en familias rotas. Toda una gran mentira.
El resonar apresurado de los asientos resonó por el aula de penumbras silenciosas, y asustó de golpe a quienes se concentraban en el desconocido alrededor de su despiadada naturalidad.
"¡No entiendo su propósito!"
El sincero grito de Natsuki Hōjō (Chica #5) tomó la vocería entre tantos pensamientos desconcertados, tomando fuerza en la unidad para continuar, y aclarar las cosas para todos allí, tragando el pavor que anudaba su estómago, y maquillando su rostro de ansiedad con lindas mentiras, como las que escapaban del sitio.
"¿Qué hacemos aquí, hay alguna razón? Los rodeos solo nos comen más"
El hombre no dijo nada, solo sonrió de una manera ciertamente terrorífica, alzando las comisuras de sus carnosos y marrones labios hasta el límite y enseñando levemente sus dientes, aberturas amarillentas que saludaban con desprecio, al igual que sus mejillas, contraídas como regordetes de niño, confuso.
La mano del hombre le indicó a la señorita que debería sentarse, y en hipnosis la joven acató la silenciosa orden, como un perro, y cerró la boca y mejoró su postura, sus brillantes globos se toparon con algo que le asustaba muy dentro de ella, desconocidos lugares del cuerpo que nunca le habían alertado del peligro salieron a flote, encendiendo alarmas en un ser dulce, dispuesto al amor y a la aventura de vivir.
"Muy bien, muy bien. Mejor y explico."
El hombre hizo una pausa para tragar saliva, su marcada manzana de Adán efectuó un movimiento brusco, para luego silenciar, y mantener la penitencia grupal por unos momentos, trayendo incertidumbre, de aquella que no se puede tragar con la mirada, y solo se puede quedar ahí, hasta aclarar dudas y desacuerdos mentales.
"Éste año han sido seleccionados para El Programa"
Todos dejaron de respirar, ojos abiertos de par en par y angustias tristes reflejadas en el puchero de lamentos, la soledad de no poder volver al ayer y tener que olvidar todo lo que el instinto de cómoda supervivencia ofrecía, el dolor, y el cuchillo en el estómago de culpa, no había ni un alma a salvo del tormento espiritual del saber lo que les venía.
Todos los estudiantes de la Gran República de Asia del Este saben qué es El Programa, es algo que aparece desde cuarto grado en los libros de texto del gobierno, destinados al aprendizaje y a la información del brillante futuro de su no tan brillante república.
Un fragmento de los libros decía así, aproximadamente, como lo recordaban los empañados recuerdos de Shin Izumi:
''El Programa. Es una simulación de batalla conducida por las fuerzas No-Agresivas de nuestra nación. El experimento es bastante sencillo, los estudiantes de una clase batallarán uno contra otro hasta que solo se mantenga uno en pie, luego, todos los datos del encuentro incluyendo tiempos y lugares serán determinados. El ganador de la clase será recompensado con una pensión de por vida y una foto personalmente autografiada por su Majestad, el Líder''
"Por lo tanto, se matarán entre ustedes."
Ese fue el último comentario del hombre antes de retroceder unos cuantos pasos, dando espacio para el temor y la sed de sangre, los pensamientos de escape y lo demás en las mentes de los jóvenes, siempre indagaban de forma racional las posibilidades empíricas de las cosas, sin resultado alguno.
"¡Esto debe ser un completo error!"
El chillido de piedad Kokone resonó entre todo, mientras exageradamente abandonaba su asiento, y avanzaba tres pasos de su sitio, para acercarse al campo de visión de aquel decrépito hombre, la esperanza creció por aquel inminente liderazgo, brindando confianza, y algo bueno en todo aquel caos. El resto esperó paz, y razones por las cuales no era una buena idea, con brillos de futuro anclados en ellos y sus miradas, atentas y fijas.
"¿Cómo se supone que yo sea una de las participantes de ésta cosa? ¡Mi tía es muy importante, ella pondrá una queja, es muy, muy importante!"
Todo brillo y esperanza desapareció con la misma rapidez con la que se encendió dentro de todos, no había tiempo para el pensamiento individual ni las necesidades de supervivencia para los que tenían el dinero para pagarlo, la vida de alguien no se puede liberar por billetes, ni se debe apagar con fuego.
"Vuelva a su asiento señorita Hatsu"
"¡Me niego hasta que me dé una respuesta válida y me saque de aquí!"
El hombre hizo caso omiso, rodó los ojos con desgano y abandonó el aula un instante, congelando todo mientras se mantenía a las afueras de lo desconocido, curiosamente nadie movió un músculo de sus sitios, extremidades tensadas, gobernadas por la angustia de un futuro cercano desconocido y en peligro.
Pasó un minuto de sombrío crepúsculo, acallado por terrores terrenales de cosas indefinidas, y el hombre entró nuevamente, sin una sonrisa en su rostro, serio, y algo atormentado por el estrés y cansancio, algo confuso de leer en su mirar.
"¿Y bien, tiene alguna respuesta?"
Kokone asumió inmediatamente que aquella pausa fue especialmente para ella, haciéndola centro de atención, buscando una salida, e intentando escapar y dejar al resto a un lado, sin sentir ni remordimientos o culposos pensamientos, su pensamiento no reaccionaba a lo ajeno, y solo enfocaba su todo en ella, atenta, con disposición de falsas supervivencias.
"Ah, sí señorita Hatsu, tiene un boleto de salida, justo en mi bolsillo"
Las palabras del hombre volvían al sadismo y se mezclaban con la sencilla acción de sacar algo de su bolsillo, mucho más grande que un pedazo de papel, y de un sospechoso gris metalizado, tornándose de un siniestro negro.
No se podía esperar más que una trampa, era evidente, pero la preocupación de Kokone era otra en aquel momento, escapar. Se limitó a sonreír con satisfacción, levantando orgullosamente las comisuras de sus labios hasta la mitad del rostro, y mantenerlas ahí, fijas, mientras sus ojos se abrían con el observar de la Beretta 92 en la mano izquierda del hombre, cargada y lista, como una ejecución.
"La vida es un juego por la supervivencia, y me temo que acaba de perder."
El cuerpo de la chica se mantuvo ahí, sin escape o reacción, al igual al de aquellos con le observaban atentos, pupilas abiertas a la acción, disponiendo su mente para lo que les destinaba, y obligando al alma a abstenerse de gritar de pavor, y soportar todo lo que cargaría en conciencias comunes y cercanas, pares entre ellos.
"Mi paciencia es muy poca, realmente, y es preferible no jugar con ella."
La macabra sonrisa volvió, comisuras en alto, saludando el fin, y despidiendo el comenzar de la vida y juventud, abierta al futuro y porvenir, con líneas de expresión marcadas por el cansancio, sin pizca de piedad, acostumbrado al horror, convirtiéndolo en una habitualidad sin orgullos ni temores, neutral, sin propósito.
Y luego, solo un bang.
Quedan 42 estudiantes.
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BATTLE ROYALE || [CERRADO]
FanfictionEn un mundo con la filosofía de la supervivencia al más fuerte, las ansias por libertad y revolución nacen de las cenizas de la violencia que deja atrás la juventud, masacres todos los días en televisión y una máscara sangrienta sobre las lágrimas d...