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El pie derecho de la joven salió despedido a la par que su cuerpo caía hacia adelante, y manchaba sus ropas de carne, su propia carne.

Todos los dedos se dispararon en todas direcciones, los restos atados a la joven secretaban horrores en carmesí y se encharcaba, los pedazos de ella tocaban y también plagaban con lamentos y asco, extraño repelús indescifrable, confuso y vomitivo, no apto para los más débiles de estómago.

"Puede que no te asesine yo, pero tus compañeros definitivamente lo harán ahora"

El demacrado hombre sonríe acercándose a la joven, le mira con lástima y patea su hombro izquierdo, removiéndole con asco, para que volviese a sentarse en su sitio.

"¡¿Esperas una invitación, maldita zorra?! ¡A tu asiento!"

La fuerza de su garganta era tajante, maleducada, y se escuchaba como todo un militar, de pie en lo alto de un pedestal dando órdenes a los más débiles de las tropas, haciéndoles llorar con el más mínimo gesto, y causando pesadillas en las mejores y sonrientes noches.

Con tropiezos Kokone disparó su cuerpo como pudo y regresó a su asiento, marcando su camino con su líquido. Los olores metálicos empezaban a invadir las narices de todos, y causaba asco, de aquel sentimiento que se siente al obligarse a cosas que no se deberían ver, las prohibidas y tabúes ocultos que nadie menciona, y menos libera.

"Siempre he sido un gran partidario de la equidad, por lo que no importa su familia ni su cápita, son iguales aquí"

Todos mantuvieron las cabezas gachas y el ambiente se mantuvo callado, mientras que el pesado olor seguía presente, y les recordaba a lo que habían sido anclados.

"No me gustan esas caras, ¿Por qué no empezamos de nuevo?"

El hombre se ubicó nuevamente en su podio con la demacrada sonrisa con la que los recibió, y se quedó mirando a todos de pies a cabeza, analizando sus rostros, todos asustados y enfermos. Era perfecto.

"¿Todos durmieron bien? ¿Sus sueños fueron dulces?"

El diálogo había cambiado un poco, más su voz y su apariencia seguían totalmente intactos. La pistola que había sido usada con anterioridad ahora se encontraba en su bolsillo, y toda su ropa ahora estaba manchada de un pudriento carmesí.

"¡Están muy callados todos! Vamos, yo no muerdo, pueden preguntar lo que quieran, vamos, vamos, que todo está bien~"

Aneko cruzó miradas con su hermano por solo un instante, y luego levantó su mano con algo de inseguridad, confundida por todo lo que giraba a su alrededor.

"Uhmm... ¿Qué está pasando exactamente?"

La pregunta había sido por seguir el juego del hombre, quién al cambiar sus diálogos indicó que no estaba falseando absolutamente nada, era más natural que ellos, y su terror era más que real.

"Claro, claro, ¡A lo que venimos! Mi nombre es Shibasawa Tamotsu y desde ahora en adelante seré su nuevo instructor"

Aneko asintió tímidamente y volvió a revisar a su hermano, que se encontraba mucho más calmado que ella, aunque no sabía el porqué.

"¿Para qué? Se estarán preguntando, ¡Es bastante fácil! Ustedes afortunados muchachos han sido seleccionados para el Programa de este año"

Otra vez, había improvisado algo. Todos mantuvieron el silencio, el olor de Kokone crecía lentamente, y eso ponía nerviosos a más de uno.

"¿Acaso no me creen?"

El hombre había alterado sus diálogos una vez más para comprobar cómo podía seguir jugando al gato y el ratón, sin perder pista alguna, y así no tener que asesinar a nadie más.

El hombre acomodó sus dedos pulgar e índice sobre sus rotos labios, silbó y despertó a quienes habían sido consumidos por el caos del no saber, e inmediatamente después dos soldados de las fuerzas No-Agresivas entraron cargando una pesada caja cuadrada, era de madera fina, y goteaba algo carmesí desde una de sus esquinas.

Los dos soldados salieron, y haciendo un par de viajes, trajeron exactamente cuarenta y dos bolsos de nilón, todos rebosando y algunos con puntas que escapaban el objeto, sin romper su material.

"Creo que todos piensan lo mismo, ¿Qué hay dentro de ésta caja? Yo también me lo pregunto... ¡Caballeros!"

Los soldados que anteriormente habían cargado con tanto equipaje se ubicaron uniformemente a ambos lados de la caja, que había sido puesta sobre el podio del maestro.

La primera impresión fue un olor terrible que provenía de adentro, y opacaba mil veces el olor a Kokone de la habitación.

Y ambos soldados, de caras viejas y expresiones cansadas, abrieron la caja.

Quedan 42 estudiantes

BATTLE ROYALE   ||   [CERRADO]Where stories live. Discover now