Podemos cambiar.

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Por primera vez en días Roxan sentía que había descansado muy bien, al abrir sus ojos su visión se topó primera mente con las vaporosas cortinas blancas rodeando su cama recordando que había pasado la noche en la enfermera y así como las abrió estas fueron corridas por Ewelein ambas se dedicaron una sonrisa como saludo de buenos días.

-¿Cómo te sientes?- le pregunto, Roxan se sentó sobre la cama, estaba a punto de decirle que se sentía mucho mejor, pero un ligero mareo le hizo no abría la boca esperando unos segundos, la habitación daba vueltas.

-Un poco mareada. - respondió colocando una mano sobre su cabeza.

-Te sentirás así los próximos días. – le dijo. – no es nada grave, pero sigues un poco débil, eso si lo súmanos a que estabas un poco resfriada.

-¿Tendré que quedarme más tiempo aquí?- Ewelein lo medito un poco, ciertamente ya no era necesario, ella se veía mucho mejor que el día anterior.

-No... pero si te sientes mal, quiero que vengas de inmediato, puedo asegurarte desde ya que no hay signos de envenenamiento, pero nunca se puede estar cien por ciento seguro.

Roxan se alisto lo mejor que pudo para dejar la enfermería, su estómago se contrajo ligeramente tenía demasiada hambre, la noche anterior no había comido nada porque le daba cierto asco gracias al antídoto que Ewelein le había dado, el trayecto a la cantina fue rápido.

-¿Qué es? – pregunto tratando de evitar hacer una mueca rara ante lo que Karuto le había dado como desayuno.

-Ya conoces las reglas, si no se termina en la cena se sirve de desayuno. - le dijo de modo firme, aun así, eso no contestaba su pregunta.

-Bueno si, pero más que nada me gustaría saber que es lo que preparaste para ayer por la noche.

-Revoltijo de la semana. – con una sonrisa evidentemente falsa, Roxan se dio la media vuelta para ir a una mesa vacía ¿Era enserio? Todos los sobrantes de la semana estaban en su plato, lo mejor para ella seria no recordar en ese momento que tanto fue lo que comieron en esos días.

Mientras buscaba con la mirada un lugar donde poder comer, alguien le había llamado, Calaeena y Valkyon no estaban muy lejos de donde ella, y por ende si le llamaban significaba que podía sentarse a comer con ellos.

Ezarel desde una mesa contraria había dudado en si o no hablar con ella cuando le vio entrar a la cantina, había pasado una muy mala noche y era en parte por su culpa, más esa necesidad de hablar se vio obstruida cuando la sílfide llamo primero su atención y en gran parte lo agradecía, es decir aún no estaba preparado para enfrenar la realidad y menos cuando Nevra y Leiftan estaban presentes en la mesa donde estaba él ahora mismo.

-Seguro que esta noche abra eclipse de luna. - la voz de Leiftan rompió el silencio e hizo que ambos jefes le miraran con clara expresión de no entenderle. - o ¿Cómo pueden explicar sus ánimos?

-Yo tengo cosas que hacer. - se defendió el elfo levantándose de su lugar con el humor que le caracterizaba: desinteresado en todo lo demás. La mirada jade se posó sobre el vampiro que al parecer encontraba más divertido lanzar el vaso de una mano a otra.

- ¿Puedo preguntarte algo? - fue la rápida pregunta del vampiro, seguramente que su "juego" lo estaba ayudando a tomar una decisión, Leiftan apenas asintió. - ¿Qué opinas de la familia?

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora