Nadie esperaba que Aomine Daiki, el as del equipo de básquetbol de la escuela tuviera un amigo como Kagami Taiga, un chico con apariencia total de nerd.
Sin embargo, hay una razón para ésto, y esa razón no será muy buena para Aomine.
**Este fan...
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..::Capítulo 10 - El viaje::..
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Por fin llegó al pórtico de su casa y giró la perilla, percatándose de que un extraño taxi estaba frente a su casa. ¿Acaso alguien se encontraba en su hogar?
Sin tomarle más atención, habló fuerte, mencionando el típico 'he llegado' y antes de quitarse los zapatos en el recibidor, notó una maleta grande de viaje con ruedas y una mochila llena de... ¿qué? No lo sabía.
—¡Daiki! Qué bueno que llegaste. — Su mamá lo recibió con una gran sonrisa, luego miró a su padre aparecer en la escena.
—¿Qué pasa? ¿Se irán de viaje o... algo así? — Con suma curiosidad preguntó dándole otro vistazo a las maletas en el piso.
—Bueno... — la señora Aomine dejó al aire su comentario, al notar que alguien bajaba de las escaleras.
Aomine se sorprendió bastante al ver a Kagami allí, descendiendo de las escalinatas, con una mochila más a sus espaldas. Juraba que, de esa mochila, que no estaba bien cerrada, salía la manga de esa camiseta larga que no se había puesto en la mañana.
¿Qué demonios estaba pasando allí?
—Llegas justo a tiempo. — Kagami por fin habló, observandolo fijamente a los ojos, con una sonrisa coqueta en sus labios.
Ante la mirada de los tres miembros de la familia Aomine, el pelirrojo se colocó la otra mochila sobre el hombro y con una mano agarró la maleta de ruedas. —Bien, vámonos. — Tan pronto habló, tomó a Daiki de la muñeca y aprovechando que el moreno no se había quitado aún los zapatos, lo arrastró hacia afuera de la casa.
—¡¡Espera!! ¿Qué demo- ¿A dónde me llevas? — Hablaba en voz alta, mirando, a sus padres, quienes parecían estar contentos y ni siquiera se alarmaban porque Taiga prácticamente lo estaba secuestrando.
—¡Diviértete, cariño! — Mencionó la señora Aomine.
—Llamen si tienen algún problema. — Fue el turno del señor Aomine de hablar.
—Ehh...¡¡¡¡¡¡¿¿Qué??!!!!!!!!
Kagami dejó las maletas en el piso, mientras el conductor se apresuraba a abrir la cajuela y meter el equipaje allí; luego, el pelirrojo abrió la puerta trasera del taxi e hizo entrar a Daiki, sin decirle una sola palabra, después él mismo abordó.
Las cosas pasaban rápido frente al moreno, y no sabía cómo reaccionar. Miró por la ventanilla del automóvil cómo sus padres se despedían de él.
