*Aclaraciones antes de leer la historia*
Esta historia contiene lenguaje vulgar y escenas subidas de tono descriptivas: tanto sexuales como sangrientas y violentas. No se recomienda leer si usted es una persona muy sensible ante las cosas anteriores, ni tampoco si usted no es partícipe del racismo ya que la historia muestra la realidad que ALGUNOS (no todos) los coreanos poseen con el racismo. Ésta no es una historia de romance (pueda que surja alguna que otra pareja, pero no esperen romance empalagoso), sino una historia de suspenso.
Por lo tanto, la autora no se hace responsable de las decisiones que sean tomadas. Si va a leer, disfrute la lectura. Si va a criticar, hágalo de forma ética y constructiva, sin insultos, por favor. Gracias.5:00 AM, 20 de junio del 2017, cerca del Puente Hangang, Seúl, Corea del Sur
Era una mañana fresca y tranquila mientras un joven en sus veinte, iba trotando con tranquilidad por los senderos del río Han. El panorama, que observaba en el oriente, era una débil claridad del sol mientras aparecía con lentitud en medio de unas nubes de color celeste opaco. Esta luz, casi extinta, se reflejaba en aquel azulado río, que recorría con un suave y musical sonido por la apacible ciudad. Por otro lado, había un pacífico silencio alrededor de todo el sendero; éste estaba acompañado de una soledad cómoda y placentera: perfecta para hacer ejercicios sin que nadie lo mirara o molestara.
Este joven, de buena apariencia y con rasgos faciales muy distinguidos, hacía su rutina diaria a las cinco de la mañana: tres horas antes de emprender una mañana muy activa y agitada en la oficina de la empresa de diseños gráficos donde trabajaba. Era una compañía muy conocida en toda Corea, y él se sentía muy orgulloso de ser supervisor de las máquinas de trabajo. Pagaban muy bien, y de igual forma, no llevaba trabajo a su casa porque todo lo hacía allí. Estaba escuchando música instrumental, que resonaba con bajo sonido a través de sus audífonos blancos, mientras hacía el recorrido deportivo hasta llegar al puente. Casi no había gente recorriendo el lugar porque las horas de trabajo en Corea empezaban normalmente después de las ocho, así que no estaba muy apresurado en llegar a casa y comer su desayuno.
Sus ropas de deporte color azul marino le quedaban un poco grandes porque habían sido antes de su difunto padre, pero ahora eran suyas, y las apreciaba como a su propia vida porque podía sentir esa familiaridad a través de esas viejas prendas. Estaba en una zona no muy transitada en donde había mucha vegetación, mas él lo prefería así porque todo se sentía más pacífico. Odiaba estar en medio de tanta gente, pero lamentablemente en su trabajo tenía que lidiar con ello; por esa razón, amaba esos momentos de paz y soledad.
Mientras iba en ese recorrido placentero, notó que las cintas de sus zapatillas deportivas rojas se habían soltado, de modo que, se detuvo. Se agachó con ligereza y empezó a atarse el cordón. Cuando hubo acabado, estaba dispuesto a levantarse y seguir con su rutina, pero algo en su lado periférico derecho captó su atención. Al otro lado de la orilla del sendero, unos milímetros fuera del césped y muy cerca de donde se encontraba, estaba un poco de cabello castaño todo maltratado y sucio. Con el ceño fruncido y lleno de confusión, el joven se volvió completamente hacia donde estaba esa bola. Todavía estaba un poco oscuro y no cargaba sus lentes, pero estaba seguro de que había algo más allí que le inquietaba. De modo que, caminó hacia el lugar con pasos presurosos, y al llegar y ver por segunda vez, no sólo vio cabello: observó algo como si fuera una masa de carne como las que vendían en el mercado. Con una respiración entrecortada y con el corazón desbocado, se dio cuenta que la atrocidad que estaba viendo no era carne de animal, sino que, carne humana: un cuerpo femenino sin piel en los brazos y piernas con la carne llena de gusanos.
─ ¡Mierda!─maldijo en voz alta mientras intentaba no gritar del terror y se atragantaba para no toser.
Definitivamente no quería seguir viendo esa escena vomitiva por más tiempo; así que, se levantó, y salió lo más pronto que pudo de allí. Al estar en el puente, vomitó y se recostó en la baranda. Pasaron varios minutos antes de que se calmara e hiciera todo lo que cualquier otro ciudadano coreano hubiera hecho en su lugar al ver semejante hecho: llamar al 112 y reportar el hecho.
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A FLOR DE PIEL
Gizem / GerilimWendy es una cirujano latina que está viajando a varios países para continuar su investigación en el área de cirugía reconstructiva. Ella emprende un largo viaje en el que hace varias escalas hasta llegar a su última parada: Corea del Sur. Está emoc...