04.

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—Eh... Tú —Jeremy con su ceño fruncido se dirigió a su asistente.— Estás holgazaneando. Es así como exiges aumento.

—Señor, yo-

—Cállate —escaneó al pelinegro junto a su asistente.— Has traído amigos, ahora no puedes con tanta responsabilidad —dijo toscamente.

—Es mi hermano.

Jeremy al escuchar aquel dato borró su sonrisa que le sabia a victoria pero entonces pensó acaso ese niño no debería estar en algún instituto o algo así.

—Es lo mismo a perder el tiempo —dijo con el ceño fruncido.

—Él...

—Lo quiero fuera de mis instalaciones o te largas con él —dijo Jeremy con voz de autoridad.

Ese pelinegro no le había agradado así que no temía despreciarle, rebajándose al nivel de un adolescente, si dejaba en claro que le disgustaba su presencia.

🍂

—Nunca esperé que tú mocoso insoportable fueras capaz de ocupar el liderazgo —Axel Petterson estaba recargado en el umbral de su puerta en una pose chulesca.

—¿Quieres una invitación? —respondió en cambio.

—Nah, esperaré a mi pasante.

—Traes a una negociación tan importante a un desconocido —alzó una ceja golpeando con su mano el escritorio en modo de disgusto.— Hombre, qué tan en serio me tomas.

—Muchísimo —Axel dijo sin pensárselo.— Pero yo veo como hago mis negocios.

—Señor Petterson...

—Alejandro —el azabache hizo un ademan.— No importa, ven.

Ambos se adentraron al lugar escaneando cada rincón las paredes color gris, un pequeño sillón, una estantería de libros algunos adornos para quedar junto al ventanal el gran escritorio con varias carpetas que aun debían ser revisada.

Era el área de contabilidad depresión era lo único que resaltaba.

—Bien-

—No quiero grandes inversionistas —le interrumpió Axel mientras hojeaba el contrato.— Esta vez me gustaría una extraña prueba quizás levantar desde la base.

—Bien —alternó la mirada de Axel al asistente.— Sólo tengo una condición.

Estaba seguro que ese chico pelinegro era el mismo de aquellas ocasiones anteriores, él que le encaró en el ascensor, diciéndole que dejara de hostigar al rubio que tenía por asistente.

—Dime. —Axel dejó los papeles sobre la mesa.— Confiesa tus inseguridades.

—¡Tú! —señaló al pelinegro.— Deja de mirarme como si quisieras matarme, lástima sigo intacto. —espetó con sorna.

La mueca de repulsión le delató era evidente que Axel tenía un lazo importante con aquel simple pasante.

—¿Qué? ¿Conoces a mi pasante? —Axel parecía sorprendido.

—No, es sólo que odio su presencia.

Axel sonrió.

— Algún día vas a comportarte como un adulto.

Alzó la vista encontrando la puerta de la oficina entreabierta misma que fue cerrándose lentamente.

— Tal vez —se encogió de hombros.— ¿Conoces a Leonardo?

—El rubio que estaba tirado en el pasillo llorando a mares.

No era de sorprender que los trillizos Anderson merodeaban por la empresa familiar dejando mal parado su apellido, seguramente alguno de sus hermanos le cerró la puerta en la cara, de por sí el chico era demasiado sensible.

—Si, él tiene una obsesión con levantar algo así como una empresa —confesó.— Quieres un reto, ve a por él.

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Las calles desiertas descubrían un silencio monstruoso revelando un escenario diferente, algunos ladrones robando en los callejones, a nadie parecía importarle.

Él quería descubrir la adrenalina que no otorgaban las aburridas fiestas de los negocios familiares, así que decidió volver a sus andanzas.

Escapando temprano de sus deberes recogió únicamente su móvil y billetera pues no necesitaría nada más en aquel lugar clandestino, las fiestas de su ex-compañero de cuarto en la universidad el mismo que se volvió su mejor amigo con el paso de los años, eran inolvidables por muchas razones.

—Llevas prisa —era una morocha caminaba en su dirección con un cigarrillo en mano.

—Beth —trató de detenerla un tipo alto traía el cabello rizado.— Debemos irnos.

—Porque nosotros somos diferentes. —se quejó.— Aun es demasiado temprano.

—John —el aludido volteó a tiempo para atrapar las llaves— Conduce.

El chico se alzó en el hombro a la morocha hiendo al coche con paso lento por las resistencias de la chica.

—¿Ri? —le tendieron una botella de cerveza.— Este no es lugar para ti.

Jackson un amigo desde sus tiempos de viajero era de tez pálida cabello negro, ese chico era un revoltoso, siempre tenía las más locas hazañas.

—No parece tan malo dejar ese mundo deprimente...—revolvió sus cabellos.— Por unos minutos.

—Quizás, para ti siempre fueron mejor las fiestas privadas.

—Es eso un intento de...

—Anderson —esa voz apacible tras su espalda detonaba ternura.

Definitivamente estaba en la fiesta correcta.

Mí Mundo Al Revés. (ENGLISH AND SPANISH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora