05.

37 5 0
                                    

La música de fondo le instaba a seguir observando sin pudor a la morena que atraía miradas por sus movimientos de cadera exóticos en la pista de baile, probablemente estaría perdida en una noche de placer.

—Daniela Johnson —escuchó murmurar a Jackson que señalaba discretamente a la morena.— Nada ha podido con ella.

—¿Es tan perfecta?

—Probablemente. —el azabache suspiró con anhelo.— Quieres probar suerte.

—¿Por qué iría tras...? —entonces miró que aquellos movimientos demostraban tanto.— Lo haré.

Odiaba admitirlo pero extrañaba la compañía de sus antiguos amigos.

—Anderson sigues aquí —sintió un ligero toque sobre su hombro— Pensé te habrías acobardado.

—Danny —retiró bruscamente la mano del castaño.— No me molestes.

Jackson rió burlesco.— No tiene un buen día.

—Acaso se juntan los idiotas —Anderson dejó los ojos en blanco.— A veces los odio.

—Nosotros te amamos —Daniel pasó un brazo por sobre los hombros del rubio.

No despegó la mirada de aquella chica que seguía moviéndose en la pista, era tan hermosa, tal vez su día de mierda podía dar un giro al final de todo.

—Te recomiendo que lo dejes —escuchó decir a Daniel con la mandíbula tensa.

Sí, él lo sabía de antemano pero le gustaba hacerle rabiar, Johnson es media hermana de Daniel aunque ella conservaba el apellido materno.

Desvío la mirada al rubio, sí Daniel tenía el cabello de un tono tan oscuro que parecía castaño, éste traía su ceño fruncido.

—No estoy haciendo nada —respondió con inocencia.

—Te la has cogido con la mirada. —espetó.

🍂

Tres de la mañana llegar a casa en busca de algo para ingerir era parte su rutina aunque esta vez había algo inusual, había un bulto de mantas en un taburete, con sigilo se acercó temeroso.

No era posible que alguien estuviera merodeando por la cocina a tan altas horas de la noche, su familia dormía cual tronco sin importar que un huracán les quitara el techo de la casa, así que encontrarse con ese bulto en un taburete de la isla que había en la cocina, le dio curiosidad.

—¿Eh? —musitó al oír su nombre pronunciado en un susurro con odio, se quedó inmovilizado.

—¿Qué estas haciendo? —se giró encontrándose con su hermano menor.

Existían muchas razones para nunca llegar a cenar, odiaba las explicaciones, principalmente de las agobiantes interrogaciones del menor de sus hermanos.

—¿Leonardo? —escuchó aquel susurró provenir de entre las mantas.

El peli-platino se acercó apresurado al taburete agachándose un poco a la altura del bulto.— ¿Estas bien? ¿Te duele algo? —acercó su mano— Ya no tienes fiebre.

—¿Acaso...?

—Podrías ayudarm... —Leonardo había elevado la vista observando a su hermano para pedirle que se largase sin embargo fue sorprendido.— Tú... —el menor enmudeció.

Esa era unas de las muchas razones que odiaba llegar a casa, generalmente siempre que llegaba alrededor de las tres o cuatro todos dormían. En realidad sólo iba por cambiar sus ropa salía a las seis de la mañana, desayunado casi siempre fuera de casa.

—¿Sucede algo?

El menor volvió la mirada a la castaña que estaba esperando por su respuesta, que podía decirle su tono de voz podía delatarlo, así que rió con nerviosismo.

—Nada.

—Si has terminado...—Ricardo avanzó al frigorífico para sacar comida esa que siempre dejaban congelada para que luego se pudiera calentar en el microondas, deteniéndose por unos segundos en la chica, desvió la mirada al umbral de la cocina.— Es-

—¿Ah? Es Kelly —dijo Leo señalando a la mencionada.

—Soy...

Quizás, él pudo insistir un poco más, así muchísimas dudas hubieran sido resultas pero ignorar lo importante es de humanos.

—El mayor en este trío de locos —dijo la castaña viendo fijamente en dirección a Ricardo.

—Si —farfullo perdiéndose en aquellos ojos almendrados que estaban fijos en su cuerpo, eso captó por completo toda su atención.— Lindos.

Susurró para sí mismo pero lo suficientemente fuerte para que los demás le oyeran.

—Lo sé. Me lo dicen seguido.

—Oh, tan humilde —aportó el menor de los Anderson.

Ese día hubo un cambio en la monótona vida de aquel dúo, quizás él debió ignorarla, tal vez el otro no debió pasar por alto todas las advertencias.

Mí Mundo Al Revés. (ENGLISH AND SPANISH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora