Prólogo.

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¡Debí escapar!

¡Debí resistir!

¡Debí permanecer en contra de todos!

Esa mañana, mientras andaba por el pasillo hacia el gran salón, ignoré las advertencias, encontrar aquellas risas embozadas contra el dorso de sus manos, en los rostros de aquellas personas, debió ser una gran y muy obvia advertencia.

Habían al menos seis empleadas, mucamas, de la familia en el pasillo, una a cada lado como si salieran a dar honras al invitado.

—Señor, se ve usted muy bien hoy. —algunas sonrieron, otras desviaron su mirada al piso ocultando sus rostros. Asintiendo en respuesta pasé acomodando la chaqueta de mi traje.

Al llegar casi cerca de las barandillas de las escaleras otra empleada se acercó—. ¡Enhorabuena Señor!

—¿Ah? —ella se alejó tan apresurada.

Frunciendo el ceño, agarré la barandilla y fui bajando con la mirada en la madera.

No entendí.

Había algo mal.

En mi ropa, serían los zapatos.

Cuando pisé el último peldaño de la escalera en la planta baja, una música de piano empezó a sonar.

¡¿Una marcha nupcial?! Levanté tan aprisa la cabeza, llevando la mirada al frente, trague saliva.

Mis ojos abiertos grandemente.

—¡Jeremy! —ni siquiera reconocí esa voz, porque una horda de aplausos lo aplacó, fue quedándose lejos y las palpitaciones de mi corazón se elevaron.

Habían tantas personas.

—¡Reciban al novio! —uno de mis primos me empujó haciendo que los pasos fueran en automáticos—. ¡Felicidades!

Una chica estaba vestida de blanco, se suponía que iba a la oficina.

¡Por qué estaba en una boda!

Directamente frente a mí, tal vez unos ocho metros desde las escaleras, estaba ese maldito altar tan elegante esperando con una novia y un ministro de la fiscalía quien dirigiría la ceremonia.

Sentía mis piernas tambalearse.

Clavé la mirada tras ese altar y enfoqué la puerta principal, ¡la salida hacia mi huida!, todo podría acabarse. Pero, no sería tan fácil, avancé tres pasos y rápidamente desvié mi andar hacia la izquierda empezando a correr.

Empujé a las personas.

Y sin importar los resultados, estampe mi cuerpo contra la ventana rompiendo el vidrio. Mismo que hizo un ruido estruendoso, salté al patio, haciendo malabares y rodé en el césped.

Dolía.

—¡Si se mueve... —solté un suspiró haciendo que mis huesos pusieran peso en mi cuerpo—. ¡Nosotros usaremos las armas!

Tenía ocho armas apuntando contra mi rostro.

Fue la primera vez que odié la eficiencia de los guardias de mi padre, sería fácil, en mi mente debió dar resultado. Joder, estaban tan preparados para muchas posibilidades.

—No lo hagas más difícil, Jeremy. —la voz de mi padre no me dio muchas esperanzas, fui llevado hacia adentro como un prisionero.

Cuando me posicioné cerca del altar.

Tenía el labio roto, el traje lleno de tierra y un terrible dolor en el hombro. Sin embargo, cada persona se veía tan emocionada por una boda que no era suya, si no la mía, esa que sería mi perdición.

Mí Mundo Al Revés. (ENGLISH AND SPANISH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora