Capítulo 1: Me dirijo al Internado Wanderover

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Llevaba ya cerca de media hora corriendo. El internado no estaba muy lejos, lo sé porque cuando me mudé hace años de Italia a Los Ángeles, pasamos cerca con el coche. Sólo había que recorrer diez manzanas desde mi casa y doblar la segunda rotonda hacia el sendero. Cuando llegué al principio del sendero, mis pulmones me ardían pidiendome oxígeno a gritos. El internado estaba sólo a unos metros, así que me senté en el suelo, exhausta. Una vez que había recobrado el aliento, y tenía un pulso más o menos moderado, miré hacia los lados asegurandome de que estaba sola. Sé que debería entrar, que aún no estaba a salvo, pero la cabeza me daba vueltas.. todo lo que había sucedido en esta última hora.. tenía tantas preguntas. Entonces la ví: la caja. La cogí dudando. ¿Qué podría contener? Era de madera tallada, muy bonita. La abrí, y para mi sorpresa sólo había una llave. Y una nota. La desdoblé. "Busca a Celeste, ella sabrá que hacer" ¿Cómo iba a buscar a Celeste si no tenía ni idea de quién era? Me estaba empezando a hartar de todo esto, me incorporé y descargué mi rabia dandole una patada a una piedra.

 ¿Alguien se ha levantado con mal pie esta mañana? Había un chico frente a mi que sonreía, era alto, de pelo y ojos oscuros, llevaba una sudadera roja, con la cremallera hasta el pecho, lo cual dejaba ver parte de su camiseta blanca y unas calzonas negras. 

—¿Quién eres?

El chico dejo escapar una sonrisa.

—Soy Jai, Jaidon Brooks. Vengo a este internado. ¿Por qué estás en pijama? ¿Y esa caja? —dijo señalandola.—¿Eres nueva?

—Preguntas mucho.

—Bueno, aún no me has respondido a ninguna. —sonrió. —Puedo llevarme aquí todo el día, no tengo prisa. —insistió.

—Sí, soy nueva.

—¿Y ya está? —dijo balanceandose sobre sus talones.

—Ya está. —respondí cortante. Este chico me ponía los bellos de punta, no me transmitía confianza, aun que su sonrisa dijera todo lo contrario. Tenía el pelo alborotado, y.. ¿eso era un piercing en la ceja? 

—¡Eh, Jai! —un grito a lo lejos me sacó de mis pensamientos, ambos miramos, se acercaban tres chicos, todos vestidos iguales, imaginé que sería el uniforme de gimnasia o algo. El primero que había gritado su nombre, era idéntico a Jai, salvo porque éste tenía dos piercings en el labio, dos aros negros. Y el mechón del flequillo rubio. Perfecto, gemelos. Si Jai me ponía los bellos de punta, éste ponía hasta la última célula del cuerpo en alerta. Tenía la mirada más fría que había visto en mi vida. Sé acercó a Jai —¿Qué haces? —le preguntó sin ni si quiera mirarme, lo cual se lo agradecía, en parte.

—Acabo de conocer a..

—Kelly. Kelly Jones. —dije rápidamente. El muchacho seguía sin mirarme, con la vista clavada en su hermano.

—Yo no veo a nadie. Vamos. —Pasó entre el hueco que nos separaba a su hermano y a mi, y me dió un golpe con el hombro. Levanté una ceja, y abrí la boca apunto de protestar.

—No le hagas caso, es que hoy no es su día. —dudo que ese chico tuviera algún día su día. Jai se despidió con una sonrisa que me erizó los bellos de la nuca y se fue detrás de su hermano, junto a los otros tres extraños, que por suerte, no se habían parado. Fui tras ellos y entré por una cancela negra, donde se estaban enredando las plantas. Seguí andando y entré poco a poco por la puerta principal del internado. Enseguida me recibió una señora con una falda azul cielo, una camisa blanca, y una chaqueta del mismo tono que la falda. 

—¿Celeste? —pregunté. Ella sonrió. —¡Por fin has llegado, querida! Sí, soy Celeste. —dejé escapar un suspiro.

—Mi madre..

—Lo sé, querida. Pero ahora vamos a tu habitación a cambiarte. No queremos llamar más la atención, ¿verdad? —No me di cuenta de que los niños y niñas del internado, iban acumulandose, todos se paraban para mirarme. ¿Qué pasa? ¿Nunca han visto a una chica en pijama? Recé en voz baja para que no estuviera roja.

—Claro.

La seguí, pasamos por el primer pasillo de la izquierda y subimos unas escaleras, doblamos a la derecha, y seguimos todo recto hacia la última habitación. Abrió la puerta.

—Adelante. —dijo apartandose y dejandome espacio para que entrara. Una vez dentro, cerró la puerta tras ella. Me giré aún aferrando con fuerza la caja entre mis manos, y la miré. —Sé que tienes muchas preguntas, pero ahora debes descansar. —Estaba apunto de protestar cuando me dijo —Útilizala en la pared de tu armario, justo tras la ropa. La llave, quiero decir. —Me quedé mirándola atontada, mientras se iba y cerraba la puerta tras ella. ¿Cómo sabía que había una llave? Seguramente mi madre se lo habría dicho, pero me molestaba que todos supieran cosas menos yo. Odiaba todo este misterio. Me dirigí hacia el armario, lo abrí y aparté los uniformes, dejando a la vista una cerradura. Vacilé. ¿Qué habría tras estas puertas? ¿Tal vez un pasadizo? ¿Un mundo paralelo? Sólo habia una forma de descubrirlo. Metí la llave y la giré. En cuanto deslicé la puerta corredera, me quedé mirando atónita.

Armas.

Cazadora de Vampiros. (Janoskians: Luke Brooks, Jai Brooks y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora