Cuatro

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Una y otra vez pensó en llamar, pero siempre se arrepentía de hacerlo, solo quería saber si estaba bien, confirmar que había hecho lo correcto para la pequeña Aby.

Hasta que un día se armó de valor ó quizás contestaron su llamada antes de que colgara el teléfono.

<Llamada Telefónica>

—¿Hola? —preguntó por segunda vez el hombre pues la línea seguía en silencio.

—Soy yo, Gianella —contestó con voz temblorosa.

—¡Oh santo Dios!, ¿eres tú?

—Lo siento por llamar hasta ahora, es solo que...

La línea se quedó en silencio, las palabras parecían que habían quedado atrapadas en su garganta, era que solo no sabía que decir en realidad, de pronto Don escuchó, un pequeño gimoteo y supuso para que llamaba, quizás estaba arrepentida, quizás querría volver a lado de Sebastian y Abigail.

—Aún es tiempo, Gia.

—¿Qué? —fruncio el ceño confundida— ¿Tiempo?

—Para volver, quizás Sebastian te perdone, no sera fácil pero...

—No —lo interrumpió.

—¿No? —repitió el hombre, ahora sus teorías no eran válidas.

—Solo quiero saber ¿cómo está la bebé?

El hombre dio un pesado suspiro, incluso se sintió algo decepcionado, no pretendía regresar, cada que veía a Sebastian, se daba cuenta de lo herido que estaba, había perdido a la mujer que amaba, mujer que después abandonó a su hija.

Tenía sentimientos encontrados, aún no superaba el abandono de Gia y luego esta regresaba para entregarle una bebé y volver a marcharse.

—Bien, pues Sebastian decidió conservar el nombre, así que ahora es Abigail Stan no Fossati.

—¿Y ella cómo es?

—Es preciosa, pronto cumplirá un año, ya empezó a dar sus primeros pasitos, balbucea algunas palabras, le encanta comer manzana y es la adoración de su padre.

—Eso es perfecto.

Conversaron unos minutos más, algunos aspectos de la niña, otros de la familia de Don e incluso Gia mencionó algo de su trabajo.

—Pronto amanecerá y necesito descansar un poco, ¿podría llamarte de nuevo para saber de Aby?

—Deberías regresar...

—No, Don, lo siento.

—Esta bien Gianella, solo...

De pronto escuchó un ruido extraño, como alguien levantaba la voz en un tono poco agradable y de pronto silencio. No sabía si colgar pero la persona responsable de la interrupción de la conversación reanudo la llamada.

—Gia...

—Oh, Elise...

—Sí tu hija te importara, nunca la habrías abandonado, así que no vuelvas a llamar preguntando por ella, ten algo de decencia.

—Elise, yo...

—Escucha, yo soy madre, tú nunca lo fuiste, así que no puedes fingir que te importa la niña ó acaso ya te arrepentiste y pretendes volver, espero la culpa te carcoma...

—¡Basta!

—¿Pides que me detenga? —se burló Elise— Solo te digo la verdad, no por llevarla en el vientre te hace una madre, es Sebastian que se esfuerza el doble y es padre y madre a la vez, tú no mereces siquiera saber como se encuentra, no te importo antes, ¿por qué ahora?

Papito》 Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora