Nueve

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El cumpleaños número diez de Abigail había llegado, Sebastian organizó una fiesta en el jardín de su casa, amigos y familia se encontraban reunidos.

Cada vez que alguien llegaba Aby esperaba con ilusión que fuera Foss quien llegara, pero conforme la noche tomaba posesión del día, sus esperanzas morían.

Sebastian lo notó, pues la pequeña le había dicho que Foss vendría y lo emocionada que estaba por volver a verla y mostrarle las fotografías que había capturado.

Don le entregó un obsequio de parte de Gia, se había negado a dárselo, pero quizás eso la animaría un poco.

Todo con tal de ver a su pequeña feliz, aunque eso involucrara aceptar algo de esa mujer.

La fiesta terminó y los invitados se marcharon, Abigail ya estaba en su recamara, había sido un día largo y algo cansado.

—Hey, Aby —habló desde el umbral de la puerta, mientras la niña retiraba algunos peluches de su cama para poder dormir más cómoda.

—Hola papito —Frotó sus ojos esmeralda con pesadez, tenía sueño.

—Hay un regalo que no abriste.

Mostró la pequeña caja con una envoltura rosa metálico y un moño plateado.

—¿Es tuyo?

Negó mientras caminaba adentrándose en la habitación, tomó asiento al borde de la cama y palmeó para que su hija lo hiciera junto a él.

—Foss lo envía.

Eso iluminó su rostro, rápido arrebató la caja a su padre y rompió la envoltura.

Descubrió que el contenido era una vieja cámara polaroid instantánea y una nota de su puño y letra.

"Aby:

¡Feliz cumpleaños!

Lamento no haber estado contigo en tu día especial, por desgracia el mundo no se detiene en fecha tan importante y ahora me encuentro en Yemen, quizás no hayas escuchado nunca ese país, pero puedes buscarlo en el mapa detrás de esta nota.

Bastante lejos de Nueva York, ¿no crees?, espero poder reunirme pronto contigo.

Disfruta la cámara y espero con ansías ver aquello que captures.

Feliz cumpleaños de nuevo y espero tus deseos se vuelvan realidad.

Te quiere Foss."

Aby giró la nota, en realidad, Foss había escrito sobre un mapa, vio ambos puntos uno marcaba Nueva York y el otro indicaba Yemen.

—Yemen en verdad que está lejos, ¿cierto papi?

—Sí mi vida, está lejos.

La niña tomó una foto de su padre quien tenía una sonrisa triste.

—¿Qué sucede papito?

—Nada mi cielo, solo que creces tan rápido.

La niña dejó la cámara de lado y abrazó a su padre y él la envolvió en su brazos.

》》》

Los años pasaron y la pequeña Aby pronto se convirtió en la señorita Stan.

Habían pasado ya cuatro años, los cumpleaños y navidades recibía obsequios de Foss, en su mayoría artesanías de los países que visitaba por su trabajo, pues creía que Sebastian ya le habría dado de todo, también enviaba postales al menos una al mes, contándole un poco de su vida, del lugar en que se encontraba.

Papito》 Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora